Laelia: un tequila inspirado en las orquídeas

La aventura comienza con un par de sorbos. Los expertos recomiendan que el primero recorra la boca en su totalidad, para limpiarla. Entonces las papilas están preparadas para recibir el incendio del tequila inspirado en las orquídeas. Afuera de la Soho House, un exclusivo club cuyas coordenadas, como las del Cubil Felino de los ThunderCats, no deben ser reveladas, llueve copiosamente.
Por eso, este primer trago de Laelia Blanco te acaricia la garganta. Poco a poco el fuego reconfortante sube por el pecho y te obliga a sonreír.
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El Maestro Tequilero Carlos R. Huizar guía la cata que precede a una pantagruélica cena de varios tiempos que servirá para poner a prueba las capacidades del tequila para el maridaje. Nos cuenta de las bondades de este tequila artesanal de lujo elaborado en Casa Natima, en Amatitán, Jalisco —corazón de la zona Valles—, e inspirado en las flores más caprichosas que existen.
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Pero antes hay que reconocer sus características en solitario. Inclinamos la copa. Admiramos una lágrima que se derrama constante, paciente y contundente hacia el espejo que se forma en la superficie. Después, aspiramos profundamente para llenarnos los pulmones de su aroma. El alma también se deja abrazar por las notas dulces y frutales de Laelia.
Hasta 14 días en barrica la provee esa personalidad amaderada.
Laelia Blanco y Laelia Reposado: sus notas y texturas
También Laelia Reposado atravesó el mismo proceso de evaluación. Aunque a la vista uno aventuraría a que el tequila es acaramelado, la realidad es que los 14 días en barrica de roble americano, le añaden una mayor complejidad.
Mientras los convocado a este cena petite saboreamos las viandas que desfilan a la usanza de los festines romanos, entre ellas una ensalada griega, un ceviche, unas costillas pasadas por el fuego y hasta una tinga vegetal. Ya no digamos los postres. Con cada especialidad de la cocina, las notas, los contrastes y las texturas se presentaban de forma seductora. Del pecado al placer, sólo existe una delgada línea. Y un goloso irredento lo confirma.
Fernando Pérez Ontiveros, fundador de la Laelia, llevaba prendado un broche a la solapa. En él se replicaba la personalidad visual de la marca. Una botella elegante, finamente diseñada, que hace un homenaje a su inspiración: las flores. Porque es un tequila floral, destilado en una Hacienda que cultive además sus propios agaves desde hace cuatro generaciones. Y que como las orquídeas, requieren de paciencia, cariño y dedicación.
Llegado el postre me vino a la cabeza una escena de “La Mula”, la película escrita, dirigida y protagonizada por Clint Eastwood acerca de un anciano malhumorado que cultiva orquídeas y lleva tatuada una en la mano. Cuando le preguntan por qué le gustan tanto, responde: “porque te enseñan a ser paciente”.