Yael Cohen Aris: del ejército de Israel a las redes sociales
Su vida parece sacada de una película. Durante casi cinco años, Yael Cohen Aris trabajó como Ingeniera en Software para las Fuerzas de Defensa de Israel y después, utilizó sus conocimientos en programación para convertirse en estrella de las redes sociales.
El 1.1 millón de personas que la siguen en Instagram, además de las muchas personas que la apoyan en OnlyFans, prueban que se salió con la suya.
Discriminación militar
Tristemente, a Yael Cohen Aris le sucedió lo que a otras mujeres. En el ejército se enfrentó al sexismo y la discriminación, pese a que prestó sus servicios en una unidad de élite.
“Cuando me uní al ejército, me aceptaron en un programa especial para convertirte en programadora”, recuerda en entrevista. “Desgraciadamente, en la sociedad persiste la percepción de que una mujer que se siente segura de su apariencia, no puede ser inteligente. Así se piensa en lugares donde otras personas ejercen su control sobre ti, como es el caso del ejército y me tocó experimentarlo”.
Cuando llegó a la milicia, hubo hombres que pusieron en duda sus conocimientos tecnológicos, que especularon que gracias a su físico se le habían abierto las puertas y le dijeron de frente que ciertas tareas y puestos de mando estaban destinadas sólo para el género masculino.
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Aunque prefiere ser discreta respecto a los días de servicio en las Fuerzas de Defensa de su país, la modelo remata: “Hemos avanzado mucho en materia de derechos de las mujeres y la percepción sobre nuestras capacidades, pero aún queda mucho trabajo por hacer”.
La geek más bella
Al terminar con su servicio castrense, a Yael Cohen Aris se le presentó el reto de continuar desarrollando su pasión por la tecnología. De ahí que se estrenara como empresaria.
“Me encontré en una encrucijada: ¿continuaría trabajando como empleada para una corporación o perseguir mis sueños en el mundo de los medios y el entretenimiento en mi propio proyecto? Decidí hacer esto último”, expresa.
Le tomó un par de meses codificar su sitio, mientras comenzaba a hacer streaming en Twitch. Hoy es dueña de dos empresas, la plataforma HolyLand Magazine y la compañía de programación YC Group.
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“Recibí muchas críticas, la gente asumió automáticamente muchas cosas equivocadas basado en todo aquello que les compartía con confianza y aunque acepto y aprecio las críticas, todavía me parece desafortunado que las mujeres pasen por lo mismo”.
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Y remata: “Hasta el día de hoy hay personas que dudan de mi experiencia y habilidades. Por eso HolyLand promueve que una mujer puede sentirse y ser sexy y a la vez ser inteligente”.
El incidente de la sex doll
Yael saltó a la fama en 2020 luego de que una compañía de juguetes sexuales lanzara a la venta sin autorización suya una muñeca basada en su imagen y su nombre. Un incuestionable acto de violencia contra el que no pudo hacer más que pronunciarse públicamente, pero que la motivó para utilizar sus credenciales como programadora en pro de la protección digital de la identidad.
Cada vez que puede, se pronuncia al respecto y nuestra charla no es la excepción: “Pasamos gran parte de nuestro tiempo en las redes y compartimos mucha información en línea. Por eso, los asuntos de privacidad y datos personales son cruciales. El incidente de la muñeca sexual es sólo un ejemplo de las consecuencias desafortunadas de ello”, puntualiza. “¿Cómo vamos a hacer cumplir las leyes de derechos de autor y suplantación de identidad? Son problemas urgentes que deben abordarse, porque tienen implicaciones en la vida real”.
Un mundo sin guerra
Finalmente, aunque hace tiempo se separó del ejército, Yael Cohen Aris está consciente de que la guerra es un asunto de actualidad. La intervención de Rusia en territorio ucraniano y las noticias que de ello se desprenden, ha vuelto a colocar los conflictos bélicos, que en realidad nunca desaparecieron, en los titulares de todo el mundo.
Como gamer profesional, ella nunca disfrutó de los videojuegos bélicos, especialmente los FPS (First Person Shooter), aunque sí de los de estrategia.
Con la experiencia que cuatro años al servicio de las Fuerzas de Defensa de Israel le dejaron, concluye: “No me atrae la violencia y en mi mundo idea, no existen las guerras ni los militares”.
