Visitamos un Dojo de Shibari: todo sobre los amarres eróticos

Le pregunto a Miku por qué le gusta que la aten. “Por la sensación de placer que dan las cuerdas”, me dice una de las estudiantes del Tengu Shibari Dojo, que opera en la planta alta de una casa en la alcaldía Gustavo Madero.
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El Shibari deviene del Jujutsu
El profesor Roqueved Zagal nos abrió las puertas de este refugio en el que se dan cita hombres y mujeres de diferentes edades pero a los que une la pasión por el Shibari, el arte japonés de las ataduras.
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“Cuando buscabas en Google ‘personas atadas’, encontrabas cosas no muy bonitas (risas)… soy lo que se puede decir un nerd de las cuerdas. Me gusta estudiar de dónde vienen y a dónde van, porqué se llaman como se llaman”, explica. “El Shibari es una práctica japonesa que se refiere a encordar a una persona”.
Shibari: la técnica japonesa que te hará explotar de placer con tu pareja
Se deriva del arte marcial Jujutsu, pero a diferencia de éste, que podía ser utilizado para matar, el Shibari tiene por objetivo causar placer.
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“Atamos no para que la otra persona no pueda zafarse, sino para que no quiera hacerlo”, establece Zagal.
Un número infinito de nudos
De la parte central del Dojo pende un aro. Más tarde Chihiro, otra de las estudiantes que disfruta igualmente atar a otras personas y ser atada, será suspendida para ilustrar la forma correcta de elaborar algunos nudos.
Shibari: los amarres más perros
Zagal estudia con un experto japonés. Una vez le preguntó cuántos tiempos de amarres existían y él le respondió que tantos como kanjis, es decir, signos ideográficos de la escritura japonesa. “Y nada más oficiales, hay como 55,000”, aclara el profesor.
Decenas de personas se acercan al Shibari atraídos por la cultura japonesa, porque se identifican como otakus, pero una vez que se adentran, descubren el gran potencial erótico que esconde.
El rol de sumisión
Las cuerdas de ocho metros de largo y 6 milímetros de grosor que se utilizan en Tengu Shibari Dojo son traídas de Japón. El ambiente que se crea dentro de cada sesión es limpio, seguro y sobre todo, consensuado.
“Soy fanática del BDSM y atar a una persona me hace tener el control, por lo que me gusta”, explica la estudiante y modelo Keira Stallion.
La noche del Diablito: Swinger, BDSM y un squirt para llevar
Igual es el caso de Melody: “Me gusta mucho el rol de sumisión y estar atada es una sumisión muy extrema”.
Conoce más sobre este arte en el video de nuestra visita a Tengu Shibari Dojo.