Rescatamos una charla con Dee Snider: “Quiero del Club de los 87”

En 2018, sostuvimos esta entrevista con Dee Sinder cuando el cantante de Twisted Sister lanzó su disco For the Love of Metal, el cuarto en su trayectoria como solista. Por razones diversas, la charla se quedó en el cajón, pero llegó el momento revelarla debido al anuncio de que Twisted volverá a los escenarios este año y en 2026 celebrará sus 50 años de existencia. Y eso no es todo, porque Dee se refirió en la charla al primer mandato de Donald Trump como presidente de Estados Unidos.
Philip Anselmo: “me cuesta cantar el material de Pantera”
View this post on Instagram
Bien, arranquemos. Tu álbum suena más pesado que el material de Twisted Sister. ¿Por qué decidiste moverte a un sonido más metal en lugar del hard rock?
Me alegra que lo preguntes, muchos se confunden con eso. Mira, yo me uní a Twisted Sister cuando eran una banda de glitter rock de inicios de los 70, inspirada por New York Dolls. Tocaban Bowie, Alice Cooper, T. Rex, Mott the Hoople… Me encantaba ese sonido, y también me encantaba el metal. Cuando entré, llevé mi influencia metalera y, como compositor de Twisted (yo escribí todas las canciones), lo que salió fue una mezcla: metal + glitter rock. De ahí lo que luego llamaron glam metal, hair metal. Fue deliberado: dos amores reunidos.
Yo soy metalhead desde el día uno. Tengo 63 años (en 2018); estuve ahí con los primeros discos de Sabbath, Zeppelin, Grand Funk, Blue Cheer. En ese entonces era “hard rock”, ni siquiera se decía “metal”. He seguido amándolo; mis hijos también son metaleros. Escucho nu metal.
Para este disco, Jamey Jasta (vocalista de Hatebreed) me retó a hacerlo y me dijo: “vamos por un metal contemporáneo de verdad”. Yo estaba feliz: no quería sonar como Twisted Sister; quería sonar como Dee Snider en 2018.
Hablando del título, For the Love of Metal… ¿Hubo un momento de tu vida en el que pensaste que ya no había lugar para ti en el metal?
Sí. Dejé de escribir canciones propias en 1995. Sentía que ya no había un lugar para mí y que no escribía desde el corazón: empecé a imitar a otras bandas, a intentar sonar “nu metal”, y eso no era verdad. Por eso dejé de hacer material nuevo y toqué de vuelta con Twisted Sister, el repertorio clásico.
Cuando Jamey me retó con este disco, me dijo: “estás equivocado: eres un ícono, tu voz es única, fuerte; el metal necesitatu voz ahora. Yo puedo ayudarte a hacer un gran disco de metal contemporáneo”. Y me convenció.
“Fui un drogadicto funcional”: Brian, guitarrista de KoRn
En el género, existen himnos como “Heavy Metal Universe” (Gamma Ray), “Heavy Metal Is the Law” (Helloween), “Heavy Metal” (Judas Priest) y ahora For the Love of Metal. ¿Hay otro género que celebre su propia existencia en canciones como lo hace el metal?
Interesante observación. Hay casos en rock (“I Love Rock ’n’ Roll”, que originalmente es de Gary Glitter), pero en el metal sí hay una proclamación abierta de amor por el género que no ves en otros estilos, especialmente en el pop.
Rob Halford dijo algo al respecto: “ser headbanger es como ser marine: once a marine, always a marine; once a headbanger, always a headbanger”. Tengo 63 y, aun así, cuando suena esa música me siento vivo. Pocos géneros musicales logran eso.
En el disco tienes “I Am the Hurricane” y “Become the Storm”. ¿Por qué te inspira tanto la fuerza de la naturaleza al escribir?
(Ríe) Veo mucha TV del clima. La verdad, no me di cuenta de lo “meteorológicas” que eran hasta que salieron seguidas como sencillo y lyric video y la gente dijo: “¿todas son sobre el clima?”. Pero el punto es el poder de los elementos: fuego, relámpagos, truenos, viento. Son fuerzas apenas controlables, como las emociones humanas más oscuras: rabia, odio, dolor, desamor. Son incontrolables y potentes. Por eso la comparación con la naturaleza encaja tan bien. Que salieran dos cortes seguidos así, sí, fue raro (risas).
También tienes “Lies Are a Business”, más política. ¿Es buen momento para ser artista en EE. UU.?
No hay una censura como la de los 80 (PMRC y demás). Hay opresión, pero no diría que es artística en el sentido clásico. Lo que sí existe es una fuerza muy grande de corrección política (PC), y no viene de los conservadores; viene de los liberales. Hay todo un debate sobre lo que puedes o no decir con tu arte. Eso hoy es un reto para los artistas.
Participaste en el reality de Donald Trump. Con tantos fans tuyos en México, ¿qué opinas de su administración, como artista?
Nos volvimos amigos tras el programa, y como con muchos presidentes o amigos: hay tres temas que no se tocan en la mesa—política, religión y deportes—porque terminan en pelea. Cuando Trump empezó a postularse y a hablar de sus creencias, supe que no coincidíamos. No estoy de acuerdo con la mayoría de lo que defiende; me sorprendió y me decepcionó, siendo amigos. Vivo en Belice la mayor parte del tiempo… digamos que estoy del “lado correcto” del muro (risas). Y lo que sucede en la frontera es terrible e imperdonable.
Pero de música sí hablaron, ¿no?
A través de sus hijos. Son fans, así llegué al programa. En una gala canté “We’re Not Gonna Take It” y en la sala él dijo: “¿esa es tu canción?”. La conocía, como todo el mundo, pero no sabía que yo la había escrito. Me dijo: “debes tener mucho dinero” (risas). En fin… musicalmente no coincido con su “credo”.
Sobre Jamey Jasta. En este álbum te oigo cantar más heavy, ¿es influencia suya?
Más que peaado, es mi forma natural de cantar. Hice un disco de mainstream rock (We Are the Ones) y eso fue más difícil. También un Broadway/alt-rock (Rocktopia en Broadway), y eso es más complicado para mí. Esto es lo natural. Hubo un momento en que me fui full Max Cavalera (solo rugidos), y Jamey paró la sesión: “¿qué haces? Eso soy yo o Max; tú debes ser Dee”. Si acaso, me contuvo para no ir demasiado al otro extremo.
Invitaste a Alissa (Arch Enemy). ¿Qué opinas de estas vocalistas que pueden rugir “mejor que los hombres”?
¡Santo cielo, es increíble! Mi hija, que es hardcore, dice que “no cantan tan bien”, pero yo he oído a muchas y Alissa la rompe. Cuando Jamey la sugirió para “Dead Hearts”, queríamos una voz femenina dulce que contrastara con mis gritos y le dije: “¡pero ella suena como un tipo!”. Él: “no, también tiene otra voz”. Cuando la escuché en ese registro, me voló la cabeza. No sabía que tenía esa voz femenina tan pura. Muchos cantamos de una forma, pero podemos hacerlo de otra; una cosa es lo que nos gusta hacer y otra lo que podemos hacer.
Hace poco, subiste un video diciendo que tu generación “destruyó” la nación Woodstock. ¿Eras más de “sexo y drogas” que de “paz y amor”?
Yo no era de sexo y drogas; era de enojo y hostilidad. Algo pasó en el rock hacia 1969–70. En Woodstock todos aplaudían a todos: The Who, Crosby, Stills & Nash, Richie Havens, Joe Cocker, Sha Na Na, Hendrix…
Pero cuando emergen los hard rockers (Grand Funk, Cream, Mountain) y luego Sabbath, Zeppelin, la audiencia cambió: algunos dejaron de encontrar lo que buscaban en CSN y abrazaron tonos más oscuros y canciones más airadas. Alice Cooper dio voz a los jóvenes enfadados. Esas emociones oscuras encontraron su expresión en el hard rock que luego fue metal.
Estás en gran forma. Gene Simmons presume miles de parejas; Jagger, cocteles de drogas… ¿Cuál es tu secreto?
Nunca bebí, nunca me drogué. Estoy con la misma mujer desde hace 42 años. No fiestas, hago ejercicio, cuido la comida. Soy el anti estereotipo del rock. No quise pertenecer al “Club de los 27”; quiero llegar al Club de los 87. Siempre supe que, por mi personalidad, si probaba, me iba a pasar. La única vez que tomé, a los 14, acabé tirado vomitando. Me dije: “si bebes, vas a morir”. Lo mismo con las drogas. Tomé buenas decisiones y eso me permite seguir cantando con poder.
Vi tu Instagram: te ríes de ti mismo, en una foto llevas una camiseta de Madonna con cruces en los ojos, en otra te comparas con Sarah Jessica Parker. ¿Es sano no tomarte tan en serio?
¡Abso-fuckin-lutely! Como dijo el Joker de Heath Ledger: “Why so serious?”. El mundo ya es bastante serio. En vivo bromeo, luego suelto un tema agresivo, saco la rabia y después me siento bien; eso es lo grandioso del metal. Nunca me he tomado demasiado en serio, aunque sí me tomo en serio (hay equilibrio). Si no puedes reírte de ti mismo, eres un idiota. He sido brutalmente honesto, incluso cuando en este disco no escribí las canciones. Está en los créditos; Elvis y Sinatra tampoco escribían. Lo importante es creer en la canción y entregar el alma. Si Jamey me traía un tema y yo lo sentía mío, lo cantaba como propio. Esa honestidad, al final, me ha beneficiado.
En México cantamos “Huevos con aceite” en “We’re Not Gonna Take It”, ¿cuándo notaste que sucedía?
Eddie Ojeda es puertorriqueño, así que habla español. Él me lo dijo. La primera vez que lo hicimos en vivo, ante unas 30 mil personas, dije: “me cuentan que tienen sus propias palabras para esta canción…”. Vi las caras de vergüenza (risas): “¡él sabe!”. Pero en vez de decir “esas no es mi letras”, preferí divertirme con ello. Ahora, cada país hispanohablante al que voy, lo hacemos; en España también. Y todos enloquecen.
Por último, han fallecido muchas leyendas, como Lemmy o Vinnie Paul, de Pantera. En tu disco colaboran amigos más jóvenes, pero ¿qué hay de tus contemporáneos?
Es la realidad. Hay un tema, “I’m Ready”, inspirado en la muerte de mi madre, que falleció durante la grabación. Habla de enfrentar la mortalidad. No hay escapatoria. Debería recordarnos que abracemos la vida ahora. Jamey y yo hablamos mucho de los mensajes que quería transmitir: mi corazón, mi alma, cosas muy personales que quedaron en este álbum. Ojalá signifiquen algo para quien lo escuche.
Gracias por tu tiempo y por la conversación.
Encantado.