#PlayboySeLee: Enrique Bunbury

No ensaya delante de un espejo; se mueve como se mueve porque nunca aprendió baile de salón. Dice que no tiene un ego gigante, sólo es adicto a que su público lo adore. Reconoce que busca grabaciones piratas en Internet y duda si de verdad se parece a uno de los niños de Parchís.

 

 

Enrique Ortiz de Landázuri Izardui se hace llamar Bunbury, como un personaje de Oscar Wilde. Se desempeñará como show principal del Festival Vive Latino 2012 el viernes 23 de marzo en el Foro Sol. Presentará su nuevo disco Licenciado Cantinas, inspirado como es su costumbre por el alcohol, el arrabal y el desamor. Bastante también por José Alfredo, a quien el español  introdujo a muchos jóvenes cuando grabó “El jinete”. Famoso es por su carácter arrogante, sus desplantes de divo y el delgado hilo del que pende su ira. Porque no le gusta dar entrevistas. Sin embargo, lo hizo con Playboy y, en ocasiones, hasta demostró que debajo del cascarón de súper estrella de rock, sobrevive un poco de sentido del humor.

– Hay músicos que se defienden muy bien en el formato single y otros lo hacen muy bien grabando álbumes. En todo caso, algunos músicos dejarán de sacar álbumes con canciones de relleno y se concentrarán en la canción.

 

– Sí, supongo que todos tenemos algunos ejemplos de discos clásicos, en directo por ejemplo, en mente, cada uno sus favoritos. Yo pienso en el Made in Japan de Deep Purple, o el Rock & Roll Animal de Lou Reed, o el Big Time de Tom Waits, o el Live de David Bowie. Estos discos capturaban a bandas o solistas en estado de gracia, con un repertorio inmejorable, en las mejores épocas de sus carreras.

 

– ¡El Auditorio Nacional es un lugar magnífico para grabar y para filmar un concierto en vivo mítico! Tomo nota, en algún momento debería hacerlo. Hay muchos lugares increíbles dónde se podrían grabar discos fabulosos. La razón por la que lo elegimos Argentina en el último En Vivo fue porque deseábamos grabar en Buenos Aires. Argentina siempre nos trató con mucho cariño y respeto, desde los comienzos de Héroes de Silencio, tocando en pequeños clubes de la capital. Era una espina que tenía clavada.

 

 

– Siempre es agradable que te quieran. Pienso ahora mismo en una canción del último disco de Lucinda Williams, que se llama “Born to Be Loved”, y en otra de Peter Gabriel, “Love to Be Loved” del álbum Us. A todos nos gusta que nos quieran. Lo necesitamos, no es cuestión de ego, es instinto natural. Pero lo que ocurre encima de un escenario creo que ya se acerca más a la sobredosis. Y la mayoría de los músicos y actores caemos en la adicción.

 

– ¡No sabía que subieron eso, qué cosas! De hecho ni siquiera me gustan demasiado las fotografías y soy bastante reacio a sobreexponerme en los medios de comunicación. Entiendo que cuando saco un nuevo disco es la manera más adecuada para dar a conocer la obra, pero el resto del tiempo, permanezco con un perfil mediático bastante bajo.

 

– Cantinas no es la excepción. Los más jóvenes conocen canciones como “El jinete” (José Alfredo) o “Aunque no sea conmigo” (Chago Díaz) en tus versiones. ¿Te agrada ese papel pedagógico? Nunca pensé en el papel pedagógico. Mi gusto y atracción por el cabaret más decadente no sé si tiene que ver con la educación o la decadencia y la perdición.

– Hace mucho que no leo a Oscar Wilde, pero disfruté mucho haciéndolo, y precisamente de muy joven. Personalmente, opino que las lecturas llegan a ti cuando deben llegar y que no tiene ninguna importancia si no te interesa Sabines cuando estás en la escuela. Por poner un ejemplo, me enamoré de Tólstoi hace un año escaso. Y me negué a leerlo cuando me obligaron a ello.

 

– Claro, estás hablando de chavos que buscan en internet grabaciones de conciertos que ellos disfrutaron o de las que oyeron hablar. Aunque las consigan y tengan un sonido terrible, tienen una importancia sentimental de gran valor para ellos. También yo busco grabaciones de conciertos concretos de giras concretas, difíciles de conseguir, de Bowie, o de Lucinda Williams, o de The Cult, o de Dylan. Lo entiendo perfectamente, yo también soy fan.

 

– No sé si a Cervantes le gustaría el Rock & Roll. Tampoco creo que Cervantes se sintiera amo y señor de nuestra lengua.

 

 

 

– Cuando era niño, en España había muchos circos, y cuando llegaban las vacaciones, en verano o en Navidad, veías cómo colocaban las carpas, los carromatos y los animales. Mis padres y abuelos me llevaron muchas veces al circo. No sé si me gustaba más el espectáculo en sí o el entramado y el montaje. Esos carromatos para mí significaron libertad, moviéndose de un lugar a otro, conociendo pueblos distintos, sin rumbo fijo.

 

– Te lo contesto con música: “…para un hombre de mundo / es muy exótico / volver a casa.”

 

– Es cierto. Durante la gira de Las Consecuencias interpretábamos cada día una canción de Héroes… y lo hicimos con “La Herida”, “Tesoro”, “En Brazos de la Fiebre”, “Iberia Sumergida” y “Senda”. Me gustaría hacerlo con más canciones en próximas giras. Es un ejercicio muy interesante y creo que tuvieron muy buena acogida. En cuanto a los arreglos, no los cambio porque sí, sin ningún motivo, lo que intento es adaptarlas a la instrumentación de cada una de las giras y el carácter de los músicos actuales, dándoles el protagonismo que merecen.

 

– Tienes toda la razón. Así lo siento. El repertorio de Héroes… dejó de ser esa losa pesada. Después de la gira de 2007, empecé a sentirme aliviado. Ya no hacía falta dar explicaciones. Era el momento de disfrutar de un cancionero de venticinco años.

– (Risas) ¡Mis movimientos tienen que ver con que no sé bailar! Debería meterme a una escuela, ya lo sé. Siempre quise dominar el baile de salón y como no pude, me metí en el Rock & Roll.

 

– No creo que el rock & roll sea una competición en la que unos ganan y otros pierden. Creo que cuando hay buena vibra, todos ganamos.

 

– Por supuesto que somos sensibles a las desgracias por las que muchos de los pueblos más maravillosos del planeta han pasado últimamente. Lo más complicado de todo esto siempre es cómo realmente puedes ayudar. Cómo hacer para que el dinero llegue a su destino, y no se quede por el camino, en manos de gobernantes o en la estructura sobredimensionada de una organización no gubernamental. Hay mucha gente que dedica sus vidas a tiempo completo a los demás. Para mí, es muy importante cuidar a esas personas.

 

 

– ¡Tenía que ser la Playboy! (Risas) Bueno, para empezar, yo no escribo poemas, sólo canciones. Bukowski fue un gran poeta y no seré yo quien lo niegue, pero le gustaban mucho las frases lapidarias y no sé que tendrá que ver lo uno con lo otro, ¡y si no, que le pregunten a San Juan de la Cruz! Quiero suponer que el bueno de Hank quería decir que para escribir primero hay que vivir.

 

– No sé si tendrá algo que ver con la profesión, pero la mayoría de músicos que he conocido han pasado por épocas serias de excesos. Algunos han salido muy tocados, otros no salieron. Creo que a todos nos interesa bajar a los infiernos y volver, para contarlo, con un buen puñado de canciones. Por eso aceptamos el riesgo.

 

– Mi intención era no volver a los escenarios. Me duró poco el retiro, la verdad. Nacho Vegas fue bastante culpable de mi vuelta al estudio de grabación. Juntos hicimos El Tiempo de las Cerezas. Después nos llamaron para que hiciéramos el primer concierto de rock en el Liceu de Barcelona, habitualmente reservado para la ópera. Y dije, “bueno, pero sólo uno y porque es el Liceu”. Pero luego nos dijeron: “si habéis ensayado, que más os da tocar también en el Metropólitan del D.F”. Y otra vez dije: “ok, pero porque es el D.F.”. Y así, poco a poco, volví al mundo de los vivos. A regañadientes, hasta que volvió a ser un placer inmenso.

 

– Había uno sobre mis inicios como miembro de Parchís, que siempre me intrigó. Era gracioso. Pensaba: es muy fácil de averiguar la verdad al respecto, ¿no? Los nombres de los miembros de Parchís estarán escritos en algún sitio. Aparte, creo que no me parezco a ninguno, ¿o sí?