El búho no ha muerto: De sabios, fuertes e idiotas
La ignorancia, además de un defecto, se ha convertido en un instrumento de poder. Una herramienta eficaz de mandato.
Hubo un tiempo en la historia del hombre en el que gobernó el más sabio.
A esta referencia, el tercer Rey de los Judíos —El Sabio Salomón— que guió a su pueblo bajo una máxima:
“Sabiduría ante todo. Adquiere sabiduría.
Y sobre todas tus posesiones, adquiere inteligencia”.
“No excedas tus funciones de poder. Si tomas aquello que no te corresponde, lejos de zanjar problemas, sembrarás la ira”.
Uno que inquieta hoy, en el presente de México, refería sobre la división de la sociedad, cuando se promueve por el líder de esta:
“Cruel es la ira e impetuoso el furor, mas
¿quién podrá sostenerse delante de la envidia?”.
El bien administrar el bien y la sutil liga que ata al ejercicio de gobernar con la promoción de la armonía, hace del gobernante un sabio.
Reyes, emperadores, jefes, líderes en la Tierra o sobre el espíritu… Todos, han tocado la gloria con la opción de la prudencia o el llamado a la vileza y perversión que lleva a la oscuridad y la catástrofe.
El tiempo es quien habla para consignar la historia de su paso.
Hay otro tipo de líder, que aparte de su sagacidad inmanente, echa los dados de su enorme fuerza. Ímpetu voraz e inobjetable.
Esos nunca sugieren. ¡Imponen!
Esos nunca consultan. ¡Disponen!
Sin medir consecuencias: arrasan, aniquilan o disponen de la vida y esperanza de los demás, con la sola idea enfermiza de nutrir su ego en el anhelo de incrustarse en la historia a toda costa.
Las lágrimas derramadas por pueblos y generaciones ante estos gobernantes fuertes e insensibles, podrían llenar caudales de ríos y mares salados por la impotencia de sus gobernados.
Ahí los sabios y poderosos… en el ejercicio del poder.
Pero luego viene una tercera clase de mandato:
¡Los ignorantes!
Dicho sea de paso, tengo entendido que se está haciendo “moda” en el presente que nos ocupa. Líderes de corto alcance, educación, conocimiento o actualización.
El ignorantón tiene una cualidad arrasadora: conecta con sus pares.
Fácilmente, el ignorante consigue apoyo en el sector mayoritario.
Lógico pensar que dentro de la historia de las sociedades, los pueblos se conforman de una clase analfabeta, un estrato medio pensante y una pequeña burguesía insensible a todo aquello que no les “toca”.
Cuando llega un ignorante a gobernar, por lo general deviene de la consecuencia inmediata anterior de gobiernos voraces, corruptos e intransigentes.
EL BÚHO NO HA MUERTO: PÚDRANSE
La sociedad se harta y propone a un ignorante como sucesor. Obviamente, los pueblos que viven esta circunstancia son pobres, no alcanzan a ver a lo lejos y rápidamente se fanatizan elevando a su mesías entre flores, humo de copal e inciensos varios.
Ese líder que ignora, habla con facilidad.
Niega lo negativo, trivializa el conocimiento y desdeña la crítica.
El ignorante vive en su nube… y ni el paso del tiempo lo saca de su condición.
El que ignora… ignora hasta la muerte.
No logra entender, porque no es parte de su esencia.
Sólo se instala en su capacidad de llenar la inmediatez, por la vía de la idiotez de sus gobernados.
El daño mayor del ignorante que gobierna, viene con el tiempo.
El paso del sabio tiende a diluirse cuando las turbas se imponen después de su mandato, al no haber continuidad.
El paso del fuerte se pierde cuando la fuerza deja la presión…
¡Ahhh! Pero el paso por el poder de un ignorante será de consecuencias a largo plazo, ya que su huella irá preñada de división, rencor e insensatez.
La ignorancia arrasa. Acaba con la argumentación, las razones o el conocimiento.
Basa la educación del pueblo en el arreglo político y cortoplacista… y el bienestar resulta de un Estado benefactor, que se disuelve ante los malos resultados que derivan de la división de las funciones de la sociedad que no en ello un buen camino.
El ignorante provoca desconfianza y contamina la buena fe.
Digamos que vivir bajo el influjo de un idiota, exaspera y llama a medidas extremas.
Hoy México es gobernado por la estulticia. Es muy temprano para medir el daño.
Nunca hemos sido regidos por un sabio. Sí por sátrapas y traidores.
Sí por rateros y fatuos.
Analfabetas, unos cuantos.
Como el caso.
Tiempos, cuando se rechaza el pensamiento profundo.
Lugares donde se vandaliza y justifica.
Nuestra frecuencia es tan oscura, que está lista para despertar a las buenas conciencias.
Habrán de estar repletas de valentía.
Vibramos bajo.
Tan bajo, ¡que retiembla en su centro la Tierra!
