Cuba: el rostro hipster de la Revolución
El pasado 1 de enero se conmemoraron 60 años del movimiento libertario y aunque la isla parece detenida en el tiempo, su juventud ha comenzado a apropiarse de las tendencias del mundo.
“Es un país atrapado en el tiempo”. “Si quieres coger, es el lugar indicado”. “Lleva ropa, jabones y papel de baño, para intercambiarlos”. Cuando se trata de Cuba, todos tienen una historia que contar. Nadie es indiferente a este país.
Desde tus primeros pasos por La Habana, te darás cuenta que el tiempo ha acabado con algunos edificios. Tal es el caso de La Manzana de Gómez, una construcción que data de 1910, ubicada en los límites de la Habana Vieja. Dejó de servir para uso exclusivamente comercial para convertirse, desde 2017, en uno de los hoteles más lujosos equipado con boutiques tan prestigiadas como Giorgio G o L’Occitane.
Si caminas entre La Habana Vieja y La Habana Libre, a las que las separan 15 minutos de caminata, notarás que existe un barrio cayéndose a pedazos y otro en el que automóviles modernos circulan a la par de los antiguos.
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Cuba es muy segura. No importa la hora en la que uno camine por las calles, aborde un taxi de la calle o qué tan oscuro esté, lo que más cuidan los habitantes de la isla es el turismo, porque es su principal fuente de ingreso. Eso sí, nada es gratis, ni a través del famoso trueque. Los cubanos saben bien lo que valen y cómo pueden conseguir dinero. Hay quienes lo hacen a cambio de servicios sexuales, porque si algo abunda en los callejones de la Vieja Habana, no es la inseguridad, pero sí la prostitución. Así que si vas a emborracharte en sus callejuelas, lo cual no está prohibido, asegúrate de no caer en el “amor a primera vista” con ningún cubano o cubana si no quieres terminar pagando muy caro cada beso.
Una noche en el antro
Si hablamos de la vida nocturna, es opuesta a la que nos dijeron antes de llegar. Más allá de los clásicos bares donde suena el son cubano, existen nuevos espacios como La Fábrica de Arte Cubano, una galería de arte y club donde extranjeros e isleños se reúnen para disfrutar de música de todo tipo. Eso sí, las canciones más populares se lanzaron entre los 90 y los 2000 en el resto del mundo, porque en Cuba la idea de vivir encapsulado en el pretérito sí aplica.
En Miramar, a unos metros del Vedado, existen pubs que operan hasta largas horas de la noche, donde los únicos negros que verás son guardias de seguridad.
Tuve oportunidad de acudir a uno acompañada de un cubano, porque al lugar no entra cualquiera. Hay un cadenero que decide si puedes o no pasar. Esto dependerá de tu indumentaria. Su nombre es Mio & Tuyo, cierra hasta las seis de la mañana, por lo que representa el after perfecto si estás dispuesto a pagar de 8 a 12 pesos cubanos por cada trago, o bien, adquirir una botella de whisky para tener acceso a su zona VIP. Ahí, circulan las mujeres y hombres más espectaculares y se mueven al ritmo de reguetón cubano, entre manos van armados con los smartphones de moda. En algún punto sentirás que no estás en Cuba, de no ser por su inconfundible meneo de caderas del que tanto ellos como ellas hacen gala.
Al salir, el toque futurista sigue presente en las calles. Ferraris y otros autos deportivos aguardan por los nacionales y extranjeros ‘juniors’ que han terminado la fiesta. Como turista, la única opción es negociar con taxistas no oficiales, que buscan ganarse la vida. Dependiendo de la hora y de cómo te vean, la tarifa para regresar a tu lugar de descanso puede ser muy variada. Eso sí, lo harás a bordo de automóviles clásicos como el Cadillac 53 en el que lo hice yo y que aún alcanzaba altas velocidades. Los semáforos son escasos, lo que le permitió acelerar a más de 120 kilómetros, con la música a todo volumen apagando el ruido de la máquina, para realizar el mayor número de viajes en una sola noche.
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Desde finales de 1950, a Cuba le pesa una paradoja. Es una de las naciones con mayor crecimiento regional, con inmejorables niveles de educación y salud, pero en el que hay hambre. A 66 años del inicio de su movimiento libertador, el espíritu revolucionario entre las nuevas generaciones se ha ido diluyendo.
Por las calles aún deambula gente pidiendo un peso o tratando de ganárselo ofreciéndose a hacerte unas trenzas en el cabello, venderte tabaco o ron de mala calidad a un precio altísimo. Pero al mismo tiempo existen quienes intentan mantener viva la esencia del país a través de su son, de la rumba y el guaguancó. Ritmos que alegran el corazón y provocan nostalgia por los años 60.
Uno de los lugares que revive este sentimiento es La Guarida, uno de los denominados “paladares” de la vieja Habana, que después de mucho tiempo continúa sirviendo los tradicionales mojitos, moros con cristianos, plátanos fritos y malanga.
Además de preservar la historia entre sus muros, adornados con frases de Fidel, posee una de las mejores terrazas para sentarse a contemplar la antigua Habana, mientras se fuma un habano acompañado de un café.
A pesar de que en Cuba existen muchos espacios con señal de Internet, el acceso a la red es limitado. Hay WiFi en parques públicos, hoteles y algunas casas particulares, aunque la mayoría de estas últimas se conectan de manera ilegal. Para acceder necesitas una tarjeta ETECSA. Si vas a comprar una, hazlo en los hoteles, porque en las tiendas podría representar muchas horas de fila.
Lo mejor es que te resignes a desconectarte y mejor platiques con los lugareños en las calles. Vale la pena disfrutar de Cuba con tus ojos y no frente a una pantalla.
