La rivalidad de Rafael y Miguel Ángel continúa después de su muerte
Giorgio Vasari, quien es considerado uno de los pioneros en la historia del arte, documentó la escabullida de Rafael en la Capilla Sixtina que este hizo con la ayuda de Donato Bramante antes de que Miguel Ángel concluyera los frescos que desde 1512 adornan la bóveda y el testero del recinto.
Acorde al escritor, este primer encuentro con la obra del prestigioso Miguel Ángel fue un momento de humildad para Rafael. Incluso Bramante, quien mantenía una fuerte animadversión contra el escultor, quedó sin palabras ante la obra, aún sin terminar, que decoraba la bóveda.
La presencia de Rafael en la Capilla Sixtina no pasó desapercibida para Buonarroti, quien no dejaba ver su obra más que al propio papa Julio II —y eso muy a su pesar—. Las peleas entre los artistas de la corte papal no eran algo nuevo, pero para Miguel Ángel esto representó una intrusión imperdonable que marcó el inicio de un abierto y latente desprecio por el genio de Urbino.
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Sin embargo, para este último fue completamente lo contrario: a partir de ese momento nació una creciente admiración y respeto por el artista florentino. Esto se reflejó en diferentes aspectos del trabajo de Rafael, como en la inclusión de Miguel Ángel en uno de sus cuadros: la famosa Escuela de Atenas.
Pero tal aprecio se mostró, sobre todo, en la emulación del estilo pictórico de Miguel Ángel. Tanto que al día de hoy todavía se discute si a partir de la visita de Rafael en la Capilla Sixtina, este se inspiró o retomó aspectos como la pose del Isaías de Miguel Ángel para su propia versión de Isaías en la iglesia de San Agostino.
Dichas comparaciones incitaban aún más rencor en Miguel Ángel, al punto que llegó a hablar en términos de plagio. Así, cuando se comisionó una serie de tapices de Rafael en la Capilla Sixtina, Buonarroti inmediatamente se opuso a compartir el espacio de su creación.
El reencuentro de Miguel Ángel y Rafael en la Capilla Sixtina
El artista italiano nunca pudo ver esta obra concluida, pues los cartones son cuadros previos hechos como modelo para un tapiz, en este caso uno de los más lujosos, pues fue bordado en Bruselas con hilos dorados de seda. En ellos se relata la vida de los apóstoles en formato monumental, como la Lapidación de San Esteban y la Predicación de San Pablo en Atenas.
No obstante, más que la renuencia de Miguel Ángel, fueron los cambios en la administración del Vaticano los que terminaron por exiliar los tapices realizados entre 1515 y 1516 incluso a los sótanos del templo.
Ahora, en su quinto centenario luctuoso, Rafael regresa a la Capilla Sixtina durante la semana del 17 al 23 de febrero con los 10 tapices diseñados para todo el perímetro inferior de la sala. Así, estos dos grandes del Renacimiento finalmente se encontraran en armonía, aunque sea por tiempo limitado.
