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RADIOHEAD: LA REALIDAD Y EL DESEO

Por: Jafet Gallardo 31 May 2018
Radiohead es ese cóctel de genios que ya toca para sí mismo y puede apartarse de sus hits para regalar una sólida actuación de dos horas bajo sus propias reglas y términos.
RADIOHEAD: LA REALIDAD Y EL DESEO

Por Adán Medellín (@adan_medellin)

Chino Lemus 2016 (c)

Chino Lemus 2016 (c)

Anoche asistí a dos conciertos de Radiohead, en la primera fecha del tour en que la banda británica visitó el Palacio de los Deportes de la Ciudad de México para promover su más reciente álbum, A moon shaped pool (2016). Hablo de dos conciertos en una sola velada: el primero, ese al que el destino me llevó inesperadamente (hasta las 3 pm, no tenía la certeza de asistir) para que observara por tercera vez a un grupo que ha marcado mi historia personal, el concierto de la magia, la nostalgia y las expectativas; el segundo show, el de la banda que ha crecido a mi lado y cambiado su música, transitando del alternativo noventero a sonidos más introspectivos, experimentales y electrónicos.

 

Radiohead es ese cóctel de genios que ya toca para sí mismo y puede apartarse de sus hits para regalar una sólida actuación de dos horas bajo sus propias reglas y términos. Tengo la teoría de que uno siempre asiste a dos actuaciones de sus bandas favoritas: lo que escucha y lo que anhela escuchar. Y mis dos conciertos de anoche iniciaron levemente, como una suave meseta rítmica con “Burn the witch”, “Daydreaming”, “Desert Island Disk” y “Ful Stop”, hasta que sonaron los acordes de “My iron lung”. Ahí desperté al concierto de verdad, en el primer gran momento de la noche para los nostálgicos que disfrutamos a Radiohead desde hace tanto. La curva de latidos subió con “The National Anthem” y se afianzó con el instante emotivo de “All I need”, que vio el amoroso balanceo de las olas de gente que inundaba el recinto, además de la siempre genial “Pyramid Song”.

La tendencia más experimental y rítmica de los británicos volvió con “Bloom”, “Identikit” y “The Numbers”. “Bodysnatchers” y “Feral” prepararon el terreno para una trilogía poderosa comandada por “Nude”, “Everything in its right place” e “Idioteque”, donde fans devotos y recién llegados volvieron a estallar. La esperanza de que la nostalgia tomara la batuta se cristalizó después del encore. Estábamos atrapados y expectantes y el otro concierto de Radiohead, el que había anhelado en mi mente, se volvió realidad y ondas sonoras. “Let down” desató la caballería de sentimientos que transportaban al Ok Computer en otra de las grandes interpretaciones de la velada. Siguieron la delicia de “Present tense” y la hipnótica “Reckoner”, para llevarnos al clímax musical con la recuperada y sorpresiva “Planet Telex” y “Arpeggi”. Atmósferas de luces rojas y azules, vagabundeos neuronales, la voz de Yorke en total control para culminar el primer encore y dejarnos con la pregunta: ¿Tocarán la innombrable? ¿Tocarán “Karma Police”, “Just”, “High and dry” u otro de los hits que uno enlista como si cayeran de una baraja?

Y entonces, la unión mística entre el concierto soñado y el concierto real. Las pantallas de la realidad y el deseo se fundieron cuando la banda volvió al escenario y la voz de Thom elevó uno de los himnos de la banda británica al compás de los primeros versos de “Fake Plastic Trees”, que originó una constelación de celulares y encendedores convertidos en pulsares en la oscuridad y fundió al Palacio de los Deportes en una sola voz: “If I could be who you wanted… all the time”. ¿Había algo más? ¿Podía Radiohead llegar más alto? La nostalgia y los recuerdos nos tenían transportados.

 

En ese espíritu, el gran final con la siempre polémica “Creep” fue apenas una anécdota. Flotaba una sensación de inacabamiento porque la audiencia ya se había prendido de la estela más brillante de los británicos. Insaciables, incomprendidos, los fans salieron del recinto con la sensación de que los habían interrumpido en la promesa más alta. Atrapado entre la multitud, camino a casa, volví a pensar en la doble vida que vivimos, donde la adición de los conciertos reales y soñados no explica a Radiohead, que supera la suma de sus partes; quizá por eso le exigimos tanto, porque nos suena a una banda inagotable. Los fieles, los infatigables, los entregados, revivirán su música hoy, en la segunda fecha de uno de los grupos de rock más importantes de todos los tiempos.

Fotografías by Chino Lemus OCESA

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Jafet Gallardo Digital Editor Periodista de formación. Creador de contenidos, analista, especialista en viajes, entretenimiento y estilo de vida.
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