Poetas del cielo, carta de amor al fuego
Para algunos es un deleite sensorial, para otros, una cacofonía de proporciones bíblicas, pero es innegable que la presencia de los fuegos artificiales en México es de gran importancia. Se encuentran en todo tipo de eventos: en las celebraciones del 16 de septiembre, durante las fiestas decembrinas; en los festejos a figuras santas, o en particulares celebraciones de alguna comunidad. Esta trascendencia fue percibida por el director Emilio Maillé (Rosario Tijeras, 2005), quien a través del documental Poetas del cielo, responde la incógnita del origen de este espectáculo.
Nominado al Premio Mezcal durante el Festival Internacional de Cine de Guadalajara (2019), el documental realiza un recorrido por diversos puntos del planeta para cumplir un objetivo en concreto: exponer el alto valor cultural y simbólico que tienen los fuegos artificiales. Desde la importancia que tiene la serie de fiestas en torno a la Peregrinación en la Basílica de Guadalupe (Ciudad de México), hasta la realización de eventos con gran relevancia en Japón como es el Tezutsu Hanabi (Toyohashi).
Un lenguaje universal
Maillé demuestra al espectador que, pese a las barreras culturales y comunicativas entre las distintas naciones mostradas, la pirotecnia es un lenguaje universal, cuyos pensamientos, ideas y manifestaciones son claramente plasmadas en su manufactura artesanal. “Es como si me pusieran un lienzo y yo quiero dibujar de esta forma”, dice Agustín Olivares, artesano pirotécnico de Tultepec (Estado de México), localidad mexicana con gran tradición de fuegos artificiales pues, además de realizar la Feria Nacional de la Pirotecnia durante marzo, donde llevan a cabo su propia versión de la pamplonada, alberga uno de los puntos de venta de fuegos artificiales más importantes del país: el Tianguis de San Pablito Tultepec.
Este lenguaje universal es contrastado a través de diversos saltos espaciales, donde se conoce tanto la perspectiva filosófica y ética de los creadores de fuegos artificiales, como el grado de relevancia que éstos tienen en una comunidad determinada; por ejemplo, el nivel de popularidad y reconocimiento que se le dan a los “curadores” de la Mascletá durante Las Fallas de Valencia.
Los personajes expuestos en el documental son individuos cuya procedencia es similar a la de los actores de doblaje apodados “mineros del arte”: su labor es prácticamente desconocida —y poco reconocida— por el público en general; sin embargo, durante sus 100 minutos, Emilio Maillé se encarga de otorgarle ese valor de reconocimiento, mostrando sus lados fortalezas y debilidades; sus miedos, sus riesgos y sus más profundos sentimientos con respecto a su oficio.
La unión hace la fuerza
Más allá de la función expositiva de los fuegos artificiales y sus creadores, Poetas del cielo es un filme que apela completamente a la unión. Es una carta abierta de amor hacia la festividad, hacia la comunidad, hacia la identidad, hacia el sentido de pertenencia. Es un íntimo retrato de la pasión por el oficio; así como una ventana a cosmovisiones remotas, pero que, por alguna extraña –y hermosa– razón, no resultan ser tan opuestas como uno creería.
Con su estreno cercano a las fiestas patrias, el espectador reflexionará sobre el papel que juegan esta clase de espectáculos que, más que sólo ensordecer a los contiguos a la celebración, es un instrumento artístico para consolidar una serie de valores, tradiciones y perspectivas unificadoras para las diversas comunidades.
Documental Poetas del Cielo
Fotografiando la fiesta
El apartado fotográfico es complaciente en todos los sentidos. El color de los diversos espectáculos que se aprecian durante el filme corresponde a la sensación que busca transmitir. La fiesta, la vida, el amor y la calidez comunitaria son altamente reflejadas por la pigmentación fotográfica trabajada durante la realización del documental.
Por Carlos Daniel Martínez
