Fincher se pierde en su nueva película

¿Será la última entrega del genial David Fincher? De cualquier forma los motivos para agradecerle por su obra son muchos y Perdida no es la excepción.
Por Iván Farías (@ivanfariasc)
Ante la amenaza de David Fincher de no volver a dirigir cine y dedicarse en exclusiva a las series, el morbo por ver Perdida, tal vez su último trabajo en pantalla grande (aunque conocemos las veleidades de los genios de Hollywood), se incrementó. Como si fuera posible hacerlo más. Perdida es, pese a lo que podríamos pensar, una sórdida propuesta sobre el matrimonio, en el que aparece un personaje que a la de ya está incluido como uno de los psicópatas más fríos y calculadores del cine noir. Y claro, uno de los más memorables en ese nutrido panteón.
La cinta narra la desaparición de la chica perfecta Amy Dunne, rubia, delgada, inteligente, neoyorkina y frágil. El principal sospechoso es su marido, Nick Dunne, un desobligado y perezoso habitante de la América profunda, de Misuri. La policía, sus vecinos y los padres de ella poco a poco van confirmando la culpabilidad de Nick pero él está seguro de su inocencia. Las vueltas de tuerca no se hacen esperar y la cinta le da un mazo al espectador que lo mismo le produce estupor que risa.
Gillian Flynn destronó de la lista de más vendidos a la escritora (por decirle de alguna forma) E. L. James, quien con su trilogía de Cincuenta sombras de Grey había sacado dinero suficiente para hacerse tres mansiones. Perdida, la novela de Flynn y su buena acogida en el público me hicieron volver a creer en la humanidad. Perdida es un descenso a la relaciones de pareja en clave novela negra. La inteligencia de Flynn no sólo se nota en la arquitectura de la trama, que es un poco menos que compleja, y va atrapando al lector hasta que llega al final. Sino en la forma en que ve al mundo. Se burla de la recesión, de los valores de la América blanca, de la comida chatarra del medio oeste norteamericano y de la obsesión por la televisión y las redes sociales. Traspasar todo eso a pantalla constituía un reto. Tal vez por eso Fincher decidió darle ese trabajo a Flynn.
La adaptación de ese mundo de la novela (deprimido por la falta de dinero) al mundo de tonos verdosos de la cinematografía de Fincher, se logra sin gran complicación, agregando guiños que en la novela pasan desapercibidos (el taparse la barba partida para evidenciar que no se miente, por ejemplo).
Perdida es una película que pese a su duración, poco más de dos horas, no permite un minuto de descanso. Los giros en la trama mantienen al espectador siempre al tanto de lo que pasa y hace que hasta un actor tan poco expresivo como Ben Affleck no se vea mal frente a dos actrices tan destacadas como Rosamund Pike (quien se acaba llevando todos los aplausos) o Kim Dickens.