Encuentro con Interpol en una vecindad de la Juárez
“Escribí la mayoría de las letras en la playa”, dice Paul Banks. Me resulta imposible imaginar a un dandy de su naturaleza, enfundado en un impecable traje negro de dos piezas como el que lleva, de pantalones cortos y en chanclas. Con una libreta abierta por la mitad y una pluma fuente con la que garrapatea las primeras líneas.
La fila para entrar a la conferencia de prensa de Interpol en México, a la que se invitó a una afortunada selección de fans, para que observaran desde un balcón a Daniel Kessler (guitarra), Sam Fogarino (batería) y Paul, que desde El Pintor se convirtió, además de cantante, en el bajista del grupo, tras la partida de Carlos Dengler, es enorme. Casi como lo sería para un concierto.
Interpol lanzará un sexto disco al mundo. Marauder se llama. Paul explica que se trata de un personaje al que quiso darle voz. Algún honesto como el Procurador Fiscal Elliot Richardson, que en 1973 renunció porque Richard Nixon quería frenar la investigación que en su contra se había echado a andar por el caso Watergate.
Fotografías cortesía de Casete
“Dediqué mucho tiempo a la composición de estas canciones, a la escritura de las letras. Creo que llegó el momento de ser más directo, menos críptico. Incluso hubo espacio para la autobiografía”, explica luego de decir que gran parte del material nació a la orilla del mar.
En vivo para los vivos
Mucho más ordenados que los reporteros, los fans escuchan detenidamente las respuestas de los músicos. Nos encontramos en una vieja vecindad de la colonia Juárez, adaptada hoy como locación para fiestas. Porque aunque las heridas de los terremotos nunca se cierren en la CDMX, nos ataca una incomprensible obsesión por meternos en construcciones en ruinas.
Marauder contó con la participación del productor Dave Fridmann. Kessler dice que admiran mucho lo que hizo con bandas como Mogwai. Pero sobre todo porque en medio de esta oferta de herramientas digitales que existen para hacer discos perfectos, a él le sigue gustando sacar provecho del error humano.
Fotografías cortesía de Casete
Así como hay bocadillos libres de gluten, el sexto álbum de Interpol no contiene Pro tools.
“Las canciones se escribieron en vivo y se grabaron en vivo, con nosotros tres tocando y dejando registro en una cinta. No queríamos cortar y pegar y que todo fuera impoluto”, revela Paul.
Grabaron en los Tarbox Studios, a una hora por carretera desde el centro de Nueva York. Aislados del ruido de la urbe, los integrantes de Interpol consiguieron conferirle a las nuevas canciones un aura de oscuridad, densidad y potencia sonora que, aunque los conecta en espíritu con sus primeros materiales, no representa en lo más mínimo un regreso consciente a sus raíces.
“Jamás nos permitiríamos repetir algo que ya hicimos”, sentencia Kessler.
El mismo que, según Banks y Fogarino, es quien siempre tiene la iniciativa de proponer que hagan un nuevo disco.
La conferencia termina sin sobresaltos. Con la noticia de que Marauder saldrá a la venta el 24 de agosto. Uno de sus tracks, The Rover, ya puede ser escuchado. Y por si la huella que Interpol ha dejado en México desde su primera visita en 2005 no fuera lo suficientemente profunda, antes de encontrarse con la prensa el grupo develó una imagen tamaño mural de la portada de su sexto disco en José Vasconcelos 117.
Pensar que todo pudo comenzar una tarde en la playa.
