AMLO, Presidente legítimo
Muchos mexicanos vimos el regreso de Tercer Grado, luego de un final intempestivo en diciembre de 2014. Su reinserción representa la cercanía del final del Gobierno del presidente Enrique Peña Nieto y el advenimiento de lo que esperamos sea una nueva época del país.
Televisa le dio una bofetada a Peña.
Tarde, pero se la dio.
Peña, mientras tanto, sentirá cómo se recupera la libre expresión… esa que destruyó, hasta acabar con él.
Sobre estas líneas no puedo asegurar si —la nueva época que se avecina— sea para bien o mal de la República y la sociedad que la conforma.
Hoy, como veo el panorama electoral, me queda claro que el próximo líder político de mi pueblo será Andrés Manuel López Obrador.
Hoy que ninguna de sus acciones parece lastimarle.
Si llama al Senado a Napoleón Gómez Urrutia para avituallarlo de fuero e impunidad… “es una acción justificada porque se trata de un perseguido político”.
Si incorpora a sus filas a Marcelo Ebrard (uno de los más corruptos políticos de nuestra era) pasa desapercibido, como si se tratara de un principiante que apoya con fervor a su líder MORENO.
Si se enfrenta al empresariado mexicano y éste reacciona… los que están mal son los empresarios, aunque en el fondo sabemos que las dos partes tienen algo de la culpa.
Dice AMLO: “Esos empresarios que se creen dueños del país hacen grandes negocios al cobijo del poder y se llenan las alforjas de manera insaciable. Evaden impuestos y acumulan contratos”.
Tiene un grado de razón, aunque René Delgado lo entrevista para Reforma y le pregunta por líderes empresariales que considere “probos” … y el primer nombre que suelta es el de Olegario Vázquez Aldir, haciendo de éste, ¡el modelo de hombre de negocios que necesita México!
Con ese comentario generó en sus filas un encontronazo, ya que Alfonso Romo aborrece, y no sin razón, al aludido por AMLO.
Romo y Vázquez Aldir.
Agua y aceite.
Ambos, favoritos del que desprecia a los Roberto Hernández, Claudio X González y demás miembros de “la mafia del poder”.
AMLO ya entró —después de 18 años de brega— en una zona de confort.
Por más pequeñas que sean sus ideas.
Por más utópicas y caídas en desuso.
Por más antiguas o mediocres.
Limitativas u obtusas, la gente le “compra” su nacionalismo. Lucha frontal contra la corrupción y enorme deseo por purificar al país.
Aunque nada sea cierto.
Los jóvenes decidirán el resultado del próximo 1 de julio. Me quedé mudo al ver la manera en que lo recibieron en el Auditorio Luis Elizondo del Tec. de Monterrey, Campus Monterrey.
Un rockstar ante sus fans.
No lo dejaban caminar hacia el estrado. Todos querían la foto, al grito de:
“¡AMLO PRESIDENTE!”
Si hubiera sido en la UNAM o en la Autónoma de Nuevo León no me hubiera sorprendido.
¿Pero en el Tec. de Monterrey?
Lo veo en la silla presidencial.
El PRI y Peña ya lograron lo que cultivaron afanosamente: el repudio de un país.
Ya nada cambiará la tendencia. A menos que el Peje cometa un error garrafal… GARRAFAL; o sus adversarios una locura. Veo un panorama aún más oscuro para México. No acertamos encontrar para el país una ruta inteligente, interesante, renovadora, conciliadora, sensata, ágil… ¡a la altura de México, pues!
Y el resultado de todo esto, lo percibo como un hecho consumado.
Dios esté de nuestro lado en los años por venir. Seguramente serán los más difíciles de nuestra —ya de suyo— difícil historia.
Apuntando a lo imposible.
