#PlayboySeLee Caín Velasquez: Mexicano al grito de guerra

“Los migrantes experimentan la soledad con la nostalgia de su lugar de origen, al emprender un largo camino hacia la esperanza y al enfrentar la indiferencia de una tierra extranjera”, dice Javier Sarabia de los viajeros mexicanos que van a los Estados Unidos. Caín Velásquez se tatuó en el pecho “Brown Pride” (orgullo moreno), para demostrar su nostalgia. Honroso paisano que nació en tierra extranjera, hoy pone muy en alto el nombre de México.

Quizá el hombre más habilidoso para el trompo en el mundo hoy por hoy, es campeón absoluto del Ultimate Fighting Championship (UFC), el circuito más popular de Artes Marciales Mixtas. Sus padres fueron migrantes que salieron de nuestro país para buscar una mejor historia para su familia. Incluso deportados, los papás de Caín fueron recolectores de lechuga con el fin de dar oportunidades a sus hijos. Caín tuvo incluso educación universitaria, y hoy es un gran campeón, un reconocido representante latino y el mejor en lo que hace. Misión cumplida.

De gran carrocería y quijada fuerte, la mirada se le cristaliza cuando recuerda el sacrificio de sus padres. Su madre, Isabel, le inculcó el amor a la Virgen de Guadalupe, cuya imagen porta en la piel. Su pasado mexicano lo inflama de emoción. “Para mí es orgullo mexicano. Me lo puse por mi papá Efraín (el tatuaje de Brown Pride), que cruzó la frontera desde México hasta Estados Unidos. Me siento muy orgulloso de ser mexicano, somos gente muy trabajadora y con mucho corazón”, afirma sonriente a Playboy.

Teme más a su mujer

Un hombre de familia que gusta de las motocicletas y cocinar, así se describió Caín. El 28 de diciembre pasado retomó ante el brasileño Junior Dos Santos lo que era suyo, el título pesado de la UFC, mismo que había perdido en 2011 ante el amazónico.

Ese hombre implacable en el octágono, el de la mirada calculadora y puños inclementes, también es esposo de Michelle y padre de Coral, de tres años. Este poderoso guerrero teme más a su mujer que a los luchadores del octágono.

“¿Qué es más fácil de ganar: una pelea de título de la UFC o una discusión con tu esposa?”, le preguntamos. “El título de la UFC”, responde sin titubear y suelta la carcajada. “Es fácil desconectarme de los golpes cuando estás entrenando en el gimnasio o en el octágono. Cuando estoy en casa dejo de ser el peleador y me dedico a ser el esposo y el padre. Aunque sé que tengo que pelear para darle a mi familia un buen futuro”, sentencia.

Lesión en el hombro

Caín siempre fue un apasionado de los deportes. El duro trabajo de sus padres le permitió ir a la preparatoria, donde practicó lucha grecorromana y ganó varios títulos. En la Universidad de Arizona llegó a ser All American. Su herencia mexicana le hacía seguir a los púgiles aztecas, de gran tradición. “Ver box desde pequeño me hacía sentir arraigo por México. Cuando era niño veía a Julio César Chávez y quería ser boxeador, pero como no había dinero en mi familia, decidí luchar, que era gratis en el colegio, y poder llevar mi lucha a la UFC y competir en ese deporte fue fantástico para mí”.

Además de la lucha y el box, especialidades de Caín, este peleador también se ha  desarrollado en el jiu jitsu brasileño y muai tai. Antes de disputar el título absoluto por primera vez el 23 de octubre de 2010, Velasquez tuvo que vencer a nombres como Cheick Kongo y “Minotauro” Nogueira, y llegó con paso perfecto.

Sin embargo no todo fue miel para Caín. Llegaba desde Brasil un peleador de calidad, un digno contendiente. Se ganó el derecho de disputar el campeonato, sería la primera defensa de Caín. Todos esperaban una gran pelea, pero en sólo 40 segundos Caín fue noqueado, una tremenda sorpresa sin duda. Una lesión en el hombro separó meses al mexicano de la actividad y le pasó factura.

Pero Velásquez no paró. Siguió entrenando y peleando, buscando la oportunidad de reconquistar su cinturón. Primero fue Antonio Silva, otro brasileño, quien sucumbió ante su poder azteca. El 28 de diciembre tuvo su oportunidad. Una pelea que se fue a decisión y que fue unánime a favor de nuestro paisano. Dos Santos fue masacrado y terminó en el hospital.

“Pues nada más entrenar muy duro. Acudir al gimnasio todo el tiempo a aprender y practicar. No me desmotivo, todo es parte de este deporte. Es un hecho que te vas a lesionar, no queda más que seguir trabajando y practicando, esta profesión es así y yo soy un hombre que todo el tiempo va a trabajar para ganar, eso es todo”, explica.

La bandera en los puños

Siempre porta el lábaro patrio cuando sale al ring. En los puños, en la playera. Música ranchera de fondo. Así camina Caín al octágono. Su identidad tricolor es innegable, pues él mismo solicitó la nacionalidad mexicana. Cuando visita nuestro país no oculta su orgullo.

“Está en mi sangre. Siempre, desde que era un niño, ser mexicano me hacía sentir muy orgulloso. Cuando visito México me siento muy feliz, como si estuviera en casa”.

Tras su victoria ante Junior Dos Santos fue presa de comentarios racistas contra su tatuaje y el hecho de que su padre ingresó a Estados Unidos como ilegal. Pero Caín no escucha, sabe lo que el vecino del norte le dio, y es agradecido, aunque su compromiso es con los suyos.

“Estoy extremadamente orgulloso de representar a la comunidad latina y estoy muy agradecido de que siempre me han apoyado. Amo representar mi herencia en la cima de la UFC, no hay muchos mexicanos en el circuito y me da orgullo ser el campeón”, asegura.

La situación de los ilegales mexicanos en Estados Unidos, como fueron sus padres alguna vez, no le es ajena y participa activamente con organizaciones latinas para luchar por los derechos migrantes. “No me gusta la situación de los mexicanos y los latinoamericanos, pero pienso que los mexicanos seguirán luchando por fortalecer su posición en los Estados Unidos”, dice, aunque no se considera una persona muy política.

Su gran labor y el mejor trabajo que puede hacer los demuestra en el ring. De este modo pone su herencia mexicana en la cumbre de un circuito sumamente competitivo, donde los hispanos nunca habían tenido un gran representante. Ahora tienen un nuevo ídolo en Caín.

El hombre de familia

Es difícil de creer, pero toda la habilidad que tiene para golpear hombres, se desvanece cuando se acaban las peleas. Caín es una persona serena, amable, humilde, y así lo reconoce la prensa y quienes lo rodean. “Soy muy calmado. Siempre digo que cuando entreno o peleo soy otra persona, pero cuando estoy con mi familia o con el público soy muy tranquilo. Así soy yo”, se describe.

Siguiendo el gran ejemplo de sus padres, hoy Caín tiene una familia con Michelle Borquez y su hija Coral, que nació en 2009.
Aunque a cualquiera le daría temor subir el octágono con este gladiador súper dotado, la mayoría del tiempo es una persona sumamente agradable de conocer. Éste es el personaje, él es quien pelea en nombre de todos y, sobre todo, de los amores de su vida. Aquí la historia del mexicano que se ganó el respeto de la UFC, aunque no tuvo la suerte de nacer en nuestro país.

-¿Si pudiera pelear contra cualquier persona, viva o muerta, a quien escogería?
-A Gengis Khan, él se hizo de control de buena parte del mundo alguna vez, seguro sería una gran pelea.

Su récord de peleas en UFC: 11 victorias, 1 derrota, 0 empates.
El porcentaje de éxito en sus peleas es de 47% en derribos, 42% en golpes y 11% en sumisiones, un peleador muy equilibrado.