El autor dice que escribió Blanco Trópico para burlarse de las novelas de formación y dice que sólo la literatura lo salvó de no enfermarse ni volverse loco. Hoy En Playboy Se Lee, Blanco Trópico de Adrián Curiel Rivera, editado por Alfaguara.

Por Elizabeth Santana (@ElixMorgana)  

Fotografía del autor Carolina Depetris

“MI NOVELA NO ES UNA SÁTIRA HIPSTER”

Soy investigador de la UNAM especializado en literatura hispanoamericana. La recepción de mi novela Blanco Trópico ha identificado el espacio de ficción como Yucatán y como una crítica hacia esta universidad. Es evidente que hay cosas que se relacionan pero ése no ha sido el propósito, no es una simple transcripción.

Mi novela no es una sátira de los hipsters. Es más bien una sátira de la novela de formación. En Blanco Trópico es al revés, el protagonista ya es un hombre que en vez de superar obstáculos comienza a infantilizarse y se niega a aceptar la realidad. Y por otra parte, el entorno académico en el que se tiene que desenvolver para ganarse un lugar en el mundo se vuelve completamente hostil, tanto como es el clima de la isla.

Hay una identificación plena de mi edad con la de mi protagonista, Juan. Él y yo diferimos en muchísimas cosas. Estas lecturas son la magia maravillosa de la literatura: hablar como si Juan existiera. Él es un economista que quisiera ser un cuentista de tiempo completo. Pero no puede, ya tiene un hijo y una mujer, tiene que encarar responsabilidades de adulto, pero al mismo tiempo quiere vivir en el limbo de adolescencia y comodidad.

Siempre he sido un narrador periférico y he escrito distintos textos en editoriales pequeñas. Me ha interesado la literatura más allá del éxito y el reconocimiento o los premios. Aunque por supuesto fue una gran satisfacción que un sello con gran infraestructura (Alfaguara) se interesara en el libro.

Como mis personajes, yo también soy un gran bebedor de café. Siempre me ha ocurrido igual con los otros libros, me vienen ideas y siento el impulso de desarrollarlas a través de un argumento ficcional. Me resultó muy difícil adaptarme a vivir en la Península de Yucatán tras ocho años en Madrid. Fue complicado conseguir un lugar de trabajo y enfrentarme a muchas antesalas y desprecios. Pude enfrentar eso a través de la literatura para no enfermarme, para no volverme loco, para no enconcharme en mis resentimientos. Es lo que le pasa a todos los escritores. Como dice Mario Vargas Llosa, “el escritor lo que hace es purgar sus demonios”.

Blanco Trópico representa muchas cosas como isla, es la tentación de encontrarse finalmente relajado en un sitio, un paraíso que uno mismo construya. La novela trata de entender cómo uno va modelando ese paraíso mentalmente.

Alfaguara, 368 pp.

Yo creo que el principal vicio de las universidades latinoamericanas en el ámbito de las humanidades y ciencias sociales es la desorientación en cuanto al tiempo histórico y la esencia de lo que son. También hay que entender los nuevos objetos de estudio y la utilidad social de la investigación. Esto ha incorporado modas que van al extremo de lo ridículo, como estudiar a Saramago a partir de su reivindicación de la mujer, por ejemplo. Es decir, poner cosas que no existen e inventarlas para hacer una lectura políticamente correcta y no genuina y original.