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5 cosas que no sabías del Islam (y deberías preguntar)

Por: Ariel Arnal 09 Abr 2020
A diferencia del catolicismo romano, el islam carece de un líder reconocible que unifique y jerarquice las particularidades de la religión
5 cosas que no sabías del Islam (y deberías preguntar)

El SER HUMANO suele temer a lo que no conoce. Como sucede siempre que dos o más culturas se encuentran, tratamos de imponer al otro nuestro criterio personal o cultural, en nuestro caso, desde el Occidente con raíces fundamentalmente cristianas. Pero como no existen dos seres humanos —ni religiones— iguales, muchas veces no nos hallamos en el otro y solucionamos rápidamente el asunto aplicando los tópicos que nos hemos hecho a modo de prejuicio.

 1. EL ISLAM ES UN ÁRBOL
No sólo es una religión, sino también un conjunto de culturas diversas que conviven de la mejor manera posible dentro de la gran familia que denominamos islam. La palabra significa “sumisión”, sumisión a Dios a través de unas reglas contenidas en el Corán —libro sagrado de los musulmanes—, pero también en las distintas tradiciones teológicas que leen e interpretan el Corán.

A diferencia del catolicismo romano, el islam carece de un líder reconocible que unifique y jerarquice las particularidades de la religión, de su visión de Dios y de sus normas y practicas religiosas. Así, el islam, como la gran mayoría de las religiones, es definido por los distintos enfoques de su libro sagrado desde distintas “escuelas coránicas”, instituciones formadas por teólogos que en los hechos son sacerdotes (“ulemas”). Estas escuelas coránicas constituyen así un árbol con muchas ramas y follajes, pero con una sola raíz en común.

El Islam, como casi todas las religiones contemporáneas (catolicismo, iglesias cristianas orientales u ortodoxas y judaísmo), es una institución patriarcal. De distintas maneras, la mujer se halla sometida al criterio general de un conjunto de sacerdotes varones que suele dictar reglas de comportamiento femenino. Así que todo lo positivo que podamos afirmar de cualquier hecho religioso, estará filtrado en la práctica por las instituciones patriarcales que administran a esa religión.

2. NO TODO MUSULMÁN ES ÁRABE

Los árabes constituyeron desde tiempos bíblicos un grupo étnico propio —ismaelitas en la Biblia—. El nacimiento del islam se da en el seno de esta comunidad, y adopta como lengua escrita sagrada el árabe. Por ello, en sentido estricto el Corán debe leerse en árabe, porque es la lengua que Dios usó para dictar sus nuevas leyes a Mahoma. De allí proviene la costumbre de confundir árabe y musulmán. Hoy los árabes practican diversas religiones, siendo las principales el islam, desde luego, pero también el catolicismo romano y la ortodoxia cristiana. Hasta hace algunos años, los cristianos conformaban mayoría en el Líbano. Sirva de ejemplo la emigración libanesa a México —la segunda en importancia después de la española—, abrumadoramente cristiana.

No todo musulmán es árabe. El islam es una religión, no un pueblo o nación. Así, del mismo modo que encontramos católicos romanos en los cinco continentes, hallamos mayorías musulmanas en diversas naciones sin población árabe como Turquía, Bosnia-Herzegovina, Irán, Tayikistán, Uzbekistán, Indonesia, entre otros.

3. NO EXISTE SÓLO UN ISLAM
Ya desde sus inicios, a la muerte de su primer y último profeta, Muhatma —Mahoma en el mundo occidental—, el islam se dividirá en dos grandes familias, chiítas y sunitas. Actualmente los sunitas constituyen la gran mayoría de los musulmanes del mundo (alrededor del 85%), seguidos de los chiítas, para completarse con otros grupos verdaderamente minoritarios. A su vez, estas dos corrientes suelen subdividirse, siempre a partir de diversas maneras de interpretar el islam. Es allí donde hallaremos el wahabismo, del que hablaremos en seguida.

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4. MUSULMANAS CON VESTIDOS ENTALLADOS
El laicismo, que hoy nos parece natural, es algo nuevo incluso en Occidente. Países que se autonombran laicos suelen tener su fiesta oficial ligada de alguna manera a la religión católica. Así es en España, donde se festeja oficialmente el santo del rey, el día de Santiago apóstol, o la llamada Pascua militar. También en Chile, Argentina, Nicaragua, República Dominicana, entre otros, el festejo de la independencia suele ir ligado a una misa de acción de gracias. En el islam hallamos lo mismo. Existen países laicos como Turquía, Bosnia-Herzegovina, Túnez. Otros que poco a poco han ido introduciendo aspectos religiosos en su legislación civil, como Argelia, Marruecos o Egipto. Además, encontramos un tercer grupo que asocia directamente su legislación civil a la tradición coránica, la cual puede ser diversa en su interpretación.

Esa combinación de ley civil con el Corán es lo que llamamos charia o sharía. Así, es posible toparnos con países donde la aplicación de la sharía es más moderada, como Irán; o bien aquellos más radicales y fundamentalistas como el reino de Arabia Saudí, Kuwait, Indonesia o los grupos talibanes en Afganistán y Pakistán.

Esta última familia coránica —Arabia Saudí y los talibanes básicamente— surge de una subcorriente del sunismo llamado wahabismo, un modo de entender y vivir el islam bastante radical. A raíz del auge del petróleo, Arabia Saudí ha financiado escuelas coránicas por todo el orbe —madrazas—, extendiendo el wahabismo por el mundo entero. Si bien el wahabismo no es mayoritario, resulta muy visible por la inmensa inversión saudí en su difusión.

Podemos hacer un sencillo mapa del laicismo y la sharía en el Islam. Bosnia-Herzegovina, definido como un país con una mayoría simple de población musulmana, en los hechos es el lugar donde el laicismo campa a sus anchas. Hasta hace unos años, en sus calles resultaba imposible discernir entre una mujer musulmana bosnia, una católica croata o una ortodoxa serbia. Ninguna de ellas portaba pañuelo alguno en la cabeza, todas ellas vestían pantalones de mezclilla o bebían juntas en el mismo bar. Sólo los nombres o apellidos delataban su origen religioso. Tras la guerra en Bosnia, en los años 90 del siglo pasado, esta situación cambió gracias a la inversión financiera de Arabia Saudí en la comunidad musulmana. Ahora vemos algunas —pocas— mujeres con el cabello cubierto. Aún así, la práctica ortodoxa del islam en Bosnia no alcanza al 35% de los musulmanes autonombrados “culturales”.

Turquía es un país donde hoy se libra una batalla entre el laicismo y la no tan tímida entrada de la sharía en la vida civil. Las mujeres turcas hoy visten como occidentales, con cabellera al vien- to, ropa coqueta y ajustada. De igual modo, hallamos una creciente comunidad de mujeres que adopta las diversas maneras de vestir de los distintos modos de entender el islam. Eso sí, todas ellas coinciden en que la manera de vestir es un acto voluntario, una muy personal manera de vivir su religión.

Túnez es hoy el país con población mayoritariamente musulmana más laico después de Bosnia, además del único que consagra en su Constitución la obligación de que el parlamento esté ocupado por al menos la mitad de legisladoras. Sólo Ruanda supera a Túnez en ese número… (Ninguna democracia occidental se les iguala).

Desde el punto de vista teológico, inaugurando el siglo xxi, Irán anunció la entrada de dos mujeres al consejo de ulemas del país, el órgano que, desde una interpretación teológica del Corán, define practicas de vida religiosa ligadas al derecho civil. En los años ochenta del siglo pasado, la mezquita más grande de Marruecos fue inaugurada por el rey, siendo una mujer ulema quien dio el primer sermón.

5. LA GUERRA SANTA NO ES CON ARMAS
La Guerra Santa, para el islam, es un concepto muy mal comprendido en Occidente y erróneamente aplicado por grupos verdaderamente minoritarios pero muy ruidosos. El Corán habla ampliamente de la “Gran Guerra Santa”. Se trata de la guerra interna que debe librar todo musulmán entre sus pasiones o defectos y sus virtudes —guiadas estas últimas por el camino que sólo se halla en la sumisión a Dios—. Esta guerra simbólica tiene lugar todos los días en el corazón de cada musulmán, y sólo allí. Todas las religiones hablan de ello con otros nombres, y al catolicismo romano no le es ajeno. En cambio, la “pequeña Guerra Santa” sólo es nombrada no más de cuatro veces en el Corán. Esta pequeña guerra es aquélla que debe librar todo musulmán para defender su religión; es decir, sólo en defensa propia. Además, prohibe explícitamente la lucha si el adversario se halla desarmado o es inocente. Por si fuera poco, como en muchas religiones, el suicidio está clara y expresamente prohibido. El martirio es entendido en el Corán como la muerte en una lucha justa —donde el adversario tiene la oportunidad de defenderse— y sólo en defensa del islam, nunca en una lucha ofensiva. Así, cualquier otra muerte provoca- da a nombre del islam es para el Corán un asesinato claro y llano, condenado por Dios. Ésta es la razón y argumento de la inmensa mayoría de los musulmanes agrupados en diversas organizaciones sociales y religiosas, que condenan de manera explícita los actos terroristas. Desde el punto de vista del islam, esos actos son simplemente asesinatos que causan un inmenso daño a la imagen pública del islam en general y del musulmán en particular.

Conviene conocer el islam a través de la práctica de la gran mayoría de sus fieles. Informarnos es obligación para ello. Valga el ejemplo de una corriente filosófica y teológica del islam –el sufismo-, que tiene como principio que Dios es el amor mismo. Según el sufismo, nuestra obligación como creyentes es materializar el amor de Dios entre nuestros semejantes. Ese amor sufi es en el fondo lo que solemos llamar empatía, comprensión abierta, confiada y benévola del otro. Aprendamos del sufismo y tratemos de entender mejor lo que el islam es en realidad. Sin duda nos llevaremos una grata sorpresa.

* ARIEL ARNAL ES DOCTOR EN ESTUDIOS HUMANÍSTICOS POR LA UNIVERSIDAD ROVIRA I VIRGILI DE TARRAGONA, ESPAÑA. ES DIRECTOR DE SIMO CULTURA, PROFESOR E INVESTIGADOR EN LA ACADEMIA DE HISTORIA DE LA UACM Y ESPECIALISTA EN HISTORIA VISUAL E ICONOLOGÍA SAGRADA.

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