UNA INVESTIGACIÓN PORNOGRÁFICA

“Si hay que meterlo, que sea con vaselina”, dice la directora de Una investigación pornográfica, Alba Alonso. Porque en la puesta en escena, que se presenta los sábados en el Foro Shakespeare, se pronuncian cosas tan políticamente incorrectas como las razones por las que a los hombres nos fascina ver porno. No obstante, se hace con el humor como catalizador.

“El porno está hecho de y para los hombres, sí. Por eso sólo vemos cuerpos femeninos”, apunta la actriz madrileña que también dirige la obra. “Sin embargo, lo hacen porque es la forma en que imaginan cómo se portarían si ellos fueran mujeres”.

Una investigación pornográfica es un espectáculo de cabaret en el que se hilan los textos Teoría King Kong, de la diva francesa del punk Virginie Despentes; Manual de urbanidad para jovencitas, de Pierre Louÿs, y testimonios directos recabados de profesionales de la industria del sexo, actores y actrices porno, dominatrices y prostitutas.

Teoría King Kong analiza los roles masculino y femenino en la cultura occidental, a partir de la famosa película en la que un simio gigante conoce a una hermosa rubia en una isla desierta. De esta forma, se hace hincapié en cómo los estereotipos sociales determinan nuestra forma de relacionarnos eróticamente.

Latigazos de placer

Con la musicalización en vivo y la coactuación de Vincenç Mas, el espectador se asoma a una mirada poco explorada acerca de quienes se ganan la vida explotando su sexualidad. Caso concreto: el de una prostituta que no es obligada a vender su cuerpo, sino que lo hace a partir de darse cuenta de que con su trabajo “decente” en un supermercado gana muy poco dinero, se parte la espalda y carece de toda posibilidad de crecimiento.

“Cualquier persona dejaría de trabajar si pudiera”, asienta el personaje que renuncia para volverse una escort. Lo mismo pasa con los actores y actrices de cine para adultos a quienes se entrevistó para el libreto: lo hacen por decisión propia.

“Hay trabajos horribles, como quienes tienen que limpiar lo que otros ensuciamos. No todo el mundo tiene el privilegio de dedicarse a lo que le gusta y vivir de ello”, opina la actriz, hija de Pilar Bayona, “es por eso que la obra resulta muy esclarecedora”.

Sin que uno pueda dejar de reírse, Una investigación pornográfica nos sumerge también en el mundo queer, en la masturbación (representada por un solo de bajo ejecutado por Mas) e incluso, en el BMSD.

Otro aspecto que llama la atención es que los intérpretes rompen con la cuarta pared que los separa de la audiencia. En todo momento se hace participar al público, se les invita a corear una canción picante o hasta participar como víctimas en una “sesión” de tortura sexual.

“En una ocasión el voluntario se me echó para atrás y tuve que dejarlo ir”, recuerda Alba. “Pero hasta la forma en que alguien puede reaccionar negativamente a un látigo es interesante. Me gusta mucho tener que improvisar, leer la energía del público y hacerlo participar. Es todo muy nuevo”.

Anteriormente la obra se había presentado en España. Sin embargo, observa, no por tratarse de Europa la recepción de los asistentes fue menos controvertida.

“Tampoco estamos tan avanzados allá como se cree, pero definitivamente es muy gratificante escuchar a la gente reír tanto y mostrarse receptiva a la información que se le está proporcionando”, concluye.