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Un minuto de silencio para Metallica

Por: Jafet Gallardo 23 Sep 2015
Por Arturo J. Flores @ArturoElEditor   Río de Janeiro Enviado La energía no se crea ni se destruye, pero traiciona […]
Un minuto de silencio para Metallica

Por Arturo J. Flores

@ArturoElEditor

 

Río de Janeiro

Enviado

La energía no se crea ni se destruye, pero traiciona a Metallica. Durante la actuación de la banda como estelar de los 30 años de Rock in Rio, un corte de energía la obligó a enmudecer cuando tocaba –paradójicamente– Ride the lighting. A Lars, James, Kirk y Robert los tiró el caballo.

There is someone else controlling me”, creí leer en los labios de Hetfield en las pantallas. 

 Durante poco más de un minuto, no salió nada por esas mismas bocinas que apenas comenzado el concierto nos taladraron los oídos hasta casi sangrar. Un caprichoso incidente quiso que Metallica esta vez, y nos sus fans, se quedaran haciendo air guitar sobre el Palco Mundo, el escenario más importante del festival al que algunos llaman “más grande sobre la tierra”.

Ignorantes de que sus instrumentos no producían ruido, los músicos continuaban tocando, confiados en la sutil mentira que seguramente le devolvían sus monitores. Fueron sobre todo quienes se situaban detrás de las repetidoras los que sufrimos las consecuencias del silencio, el único pecado mortal que en el mundo del heavy debiera castigarse con cárcel.

Paradójicamente otra vez, fue el VIP con su aire condicionado, sus abundantes bebidas y viandas, sus sillones mullidos y sus sanitarios independientes, quien se quedó sin el más elemental de los combustibles de Rock in Rio, el rock. Los habitantes de la primera fila, en cambio, quienes soportaron horas de espera, un sol de 30 grados, el hambre, la sed y el olor de sus sobacos, ni se enteraron de su ausencia.

Bien dijo una vez un greñudo barbón parecido a Metallica: “los últimos, serán los primeros… “

Por fortuna el desperfecto fue solucionado inmediatamente. Alguien debió contárselo a James, que volvió al escenario después de una pausa para decir: “¿Ya me escuchan?”, con esa tan característica mitad demonio mitad ranchero.

Metallica fue servido como plato fuerte para una jornada no propia para estómagos débiles. A lo largo del día las orejas debieron tragarse un menú consistente en guitarras distorsionadas, voces operísticas y guturales y baterías que no ofrecían descanso. Desde el implacable Ministry, el épico Angra, la densidad de Gojira hasta la parte más melódica por cortesía del dueto Royal Blood, que sin embargo hacen ruido como si fueran seis, sólo quienes mantenemos una dieta rica en decibeles pudimos irnos a dormir sin pesadillas.

Los Chicos Malos de San Francisco, como nadie los llama desde los años 80, rompieron la impecable puntualidad de Rock in Rio con casi 50 minutos de retraso, pero una vez que aparecieron comenzaron a fusilar a quemarropa a los más 100,000 fans reunidos, incluidos los que tuvieron la fortuna de contemplar la matanza encima del escenario, como fue constante en la gira que concluyó en Brasil.

Fuel, Battery, King Nothing y Wherever I May Roam apagaron las conversaciones de quienes aún pretendían platicar mientras Metallica tocaba. No había forma de ganarle al volumen.

Antes, se proyectó en las pantallas el fragmento acostumbrado de la película El bueno, el malo y el feo que sirve como preámbulo a los cuatro pistoleros que usan sus instrumentos como armas de asalto.

Rio entendió que si no puedes derrotar al enemigo, lo mejor que puedes hacer es unírtele. Así que The Unforgiven, One, Fade to Black, Sad But True, Nothing Else Matters, Whisky in the jar y Enter Sandman –la que VH1 dijo una vez que era el himno nacional de los metaleros– fueron entonados rabiosamente por un coro multitudinario de gargantas que parecían decirle a la insolente energía eléctrica: “Metallica no está solo. Y si tú les quitas el alimento de su poder, nosotros juntos podemos hacer más ruido”.

Al final, ahora no paradójica sino simbólicamente, mientras en el cielo estallaban los fuegos artificiales que clausuran cada día en Rock in Rio, Lars Ulrich le dijo a los presentes que el año que entra Metallica tendrá un nuevo disco.

En tu cara, electricidad.

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Chavorruco, divino tesoro

¿A quién le cantó Rod Stewart Forever Young el domingo en el último día del Festival? Seguramente a los miles de cabezas blancas, cuando no calvas, que enfrentaron la reuma de mantenerse muchas horas de pie para irlo a ver. A los que por un fin de semana volvieron a ponerse tenis en vez de zapatos y camisetas negras en vez de corbatas, a quienes tomados de la mano de sus acompañantes –algunas varios años más jóvenes– volvían a tener 20 años.

Tal vez se la cantó a su paisano Elton John, que con su música hizo las veces de Dr. Who y nos llevó al pasado. Que en la primera canción, (canción) se subió al piano como diciendo que todavía aguanta un ídem.

Quizá se la cantó a Seal, que haciendo honor a la fama de los afroamericanos (“black don’t crack”)parece no envejecer. Ni del cuerpo ni de la voz, sobre todo cuando la multitud lo acompañó a cantar A Kiss From a Rose.

O tal vez Rod Stewart se la cantó a sí mismo, que a sus 70 años todavía pudo patear más de 20 balones de futbol al público mientras cantaba. Como cuando era delantero del Brentford en Inglaterra.

Seguro se la cantó a Rock in Rio, que este fin de semana celebró sus 30 años y el próximo viernes continúa con Rhianna, Slipknot, Katy Perry y System of a Down, entre otros.

 

Forever.

(Foto: Foto: Reuters)

Foto perfil de Jafet Gallardo
Jafet Gallardo DIGITAL EDITOR Me gusta capturar historias en video y escribir mis aventuras de viaje. El conejito se volvió mi mejor amigo.
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