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Tinder NO es un facebook coqueto

Por: Jafet Gallardo 31 May 2018
Este mes en nuestra columna “Like a virgin”: Las dificultades de no ser un hombre gay… Muchos tendríamos una oportunidad […]
Tinder NO es un facebook coqueto

Este mes en nuestra columna “Like a virgin”: Las dificultades de no ser un hombre gay… Muchos tendríamos una oportunidad con una chica sexy como la que escribe esta columna si aprendiéramos un poco del carácter extrovertido de quienes aman a las personas de su mismo sexo.

Por Jimena Gómez Alarcón (@jimena_blue)

Coger no es fácil. Y no me refiero a hacerlo bien o al acto en sí (con todas las implicaciones físicas y mentales que conlleva), sino a lo complicado que es encontrar con quién hacerlo. La lógica diría que una chica en sus veintes, sin deseos o ánimo de tener un compromiso, y que además (el jodido favor) escribe de sexo en Playboy, no tendría que sufrir buscando parejas sexuales. Pues bien, la lógica se equivoca.

Encontrar amantes se ha vuelto algo muy tardado, desgastante y hasta caro (eso de salir a bares, pagar taxis, cervezas y unos tacos ―para que amarre―, no es nada económico). Aquí es donde entra Tinder.

Cuando me enteré de la existencia de esta app, les juro que se me iluminó la cara. “Es el Grindr de los heterosexuales”, me contó un amigo gay.  Y si ustedes, como yo, tienen amigos gays, saben perfectamente cómo funciona Grindr y lo mucho que mejora el estilo de vida de todos los que la usan. Es una maldita genialidad; en comparación el iPhone es más o menos innovador, y el pan de caja es una idea mediocre. ¿No me crees? Imagina esto: estás caliente, no tienes novi@ ni pareja ni ganas de peinarte, entonces aprietas un botón y te encuentras con alguien en la misma situación y a metros de distancia. ¿No suena perfecto? Lo es, y por años sólo los gays pudieron disfrutarlo… Hasta que llegó Tinder, o al menos eso prometía.

Bajé la app y por primera vez desde que vi Los Supersónicos de chiquita, sentí que el futuro no me estaba decepcionando (pero igual sigo esperando mi carro volador). Puse una linda foto, creo que la misma que ven aquí, y me dispuse a buscar con quién coger. También aproveché para escombrar la casa un poco, pues en cuestión de minutos tendría compañía. Para mi sorpresa había muchos hombres atractivos. Les di corazoncito e hicimos match. Todo iba bien, les mandé un mensaje preguntándoles dónde vivían y si estaban ocupados, algunos ni me contestaron mientras otros prefirieron preguntarme mi edad, a qué me dedicaba o mi canción preferida… Nada de te veo en tu casa en 15 minutos, nadie me preguntó qué traía puesto o si tenía ganas de que me la metieran hasta el fondo… nada, sólo les interesaba saber si me gusta Radiohead… ¿Qué nadie les explicó? ¿Qué nadie les dijo para qué estábamos allí?

Ese día no cogí, al menos la casa estaba limpia. Dos noches después intenté de nuevo usar la app, mismo procedimiento, mismo resultado. Me convencí entonces de que en la Anzures, zona en la que vivo, hay puros ñoños-coge-poco. Entontes intenté utilizarla en la Roma. “¿Y te gusta el cine?”, “¿Te gusta el episodio de Friends donde se muere el mono mascota de Ross?”. no.

Ahí fue cuando entendí que no era un problema geográfico. El problema es que no somos hombres gays. Somos bugas (expresión gay para referirse a todo lo no gay) horribles que hemos aprendido que el sexo es algo que se compra, ya sea con dinero, con buenos tratos y promesas de amor o con una cena cara. El pagar el vino y esperar un oral, el fingir interés y obtener anal. Hay decenas de problemas con esa premisa, pero quizás el más obvio es que parte de la idea de que a las mujeres no nos gusta el sexo o peor aún, que nos gusta más vernos como damas que tener un orgasmo. Una evidente tontería para cualquiera que ha tenido un orgasmo. Entonces, por si aún necesitamos recordarlo, a las mujeres les gusta coger y si bajamos una aplicación específicamente diseñada para tener sexo, qué negocio tiene hacernos la plática. Aquí, como en muchas ocasiones de la vida, vale que nos falten al respeto. Si nos ven en Tinder entonces ya está, suertudotes, no tienen que ponernos casa, coche o siquiera atención, sólo tienen que darnos corazoncito, hacer match y decirnos a qué hora llegan.

tinder playboy méxico

¿Qué parte de esa oferta no suena increíble? Exacto, entonces es momento de que usemos Tinder para lo que es y no como una especie de Facebook coqueto, donde le das match a una chica pero no le hablas después. Eso, señores, es el equivalente postmoderno de jalar la trenza y echarse a correr.

En fin, espero bajen Tinder, dejen el bla bla bla para los bares y la usen como se debe; sin tapujos ni complejos. Espero sean más gays.

Y si me ven, me dan corazoncito.

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Jafet Gallardo DIGITAL EDITOR Me gusta capturar historias en video y escribir mis aventuras de viaje. El conejito se volvió mi mejor amigo.
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