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“Sigo buscando a la prostitución y a las drogas”: Alejandro Calva

Por: Jafet Gallardo 23 Dic 2015
En la secundaria le hacían bullying por amanerado. En la prepa vendía mariscos a domicilio. Este 2015 cumplió 47 años […]
“Sigo buscando a la prostitución y a las drogas”: Alejandro Calva

En la secundaria le hacían bullying por amanerado. En la prepa vendía mariscos a domicilio. Este 2015 cumplió 47 años y a su vez, celebra 30 años de carrera artística.

Por Elizabeth Santana

@ElixMorgana

Fotos de Víctor González

Has dicho que The Hole fue otra forma de abordar la masculinidad.

Los seres humanos somos complejos. Lo que está determinado como masculino y femenino se toca en las orillas y se mezcla en sus fronteras. El público que asistió a The Hole era mixto, naturalmente tengo más pegue con las mujeres, aunque éste personaje agarraba parejo. A la mejor a ti no te gusta un hombre con ligueros pero a muchas sí. The Hole es como el entretenimiento para adultos que plantea Hugh Hefner, Playboy aunque es para caballeros, es mucho más incluyente porque también tiene reportajes y muchas cosas que incluyen al universo femenino. Así, The Hole planteaba que no tienes que ir al table con tus amigotes o las mujeres no tienen que ir al chippendale, sino que también puedes vivir el erotismo en pareja. Por ver a un hombre o mujer desnudos bailar sensualmente no te va a pasar nada.

¿Cuál es tu riesgo como actor?

El autoconocimiento es peligroso. Si tienes fantasmas y se vuelven en contra tuya te puede pasar algo. Cuando trabajas con un personaje son muchas emociones.

¿Cuáles son tus fantasmas?

Unos no tan terribles, más bien interesantes y amigables. Por ejemplo, mi violencia. Pensaba que era un hombre de paz hasta que comencé a trabajar con ella en el escenario, me di cuenta que me cuesta trabajo hacerla presente. Pero cuando sale lo hace de manera intempestiva. Fue difícil manejarla. Los seres humanos conocemos nuestras emociones porque entramos en ellas, pero el actor es muy masoquista para meterse a fondo y buscar cuáles son los ganchos que las detonan. Pero te da madurez emocional, aunque también es un riesgo implícito.

¿Es parte de tener vocación?

La vocación no siempre tiene que ver con estudiar. Yo tuve la fortuna de encontrar esto ya cobrando dinero, a los 10 años, pero en realidad fue antes. Desde los cinco años cuando vi un espectáculo de pantomima en el Chopo, cuando mis papás que eran medios hippies iban a esos lugares en los años 70. Más tarde me volví payaso profesional y mago para fiestas infantiles. Me gustaba hacer show y que la gente me viera.

¿Cuál fue tu primer papel?

A los 10 años hice el papel del príncipe de la bella durmiente en la compañía infantil de teatro del Canal 13 que dirigía Javier Díaz Dueñas.

¿En qué gastaste el primer pago?

No me acuerdo ni cuánto me pagaron pero seguramente compré juguetes. Mi mamá no era como la de Macaulay Culkin, era muy relajada. ¡Mi abuela era la que me enseñó a ahorrar!

 

¿Por qué es constante tu regreso a teatro en vez de hacer cine o tv?

En realidad uno no es dueño de las cosas que hace (risas) ¡Es lo que te vayan dando! Ojala pudiera. La verdad nunca he estado en esa posición. Y vas hacia dónde te van proponiendo proyectos.

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“Calva” es un apellido singular, ¿sufres bullying?

Sí, cuando estaba en la secundaría. Pero no muchísimo. Mi apellido no era lo que me hacía bullying, lo sufrí en la secundaria porque yo era amanerado para hablar. Me decían el mariconcito del salón.

¿Por qué?

¡Porque soy muy expresivo para hablar con las manos! Tengo un universo femenino que es inherente a mí y no lo inhibo porque no me preocupa, aunque en mis predilecciones está el sexo opuesto. A las mujeres con las que he tenido que ver les gusta mi trato tierno y emocional. Tengo características que no son de machito.

¿Tienes más hermanos así?

(Silencio) Tenía una hermana. Murió hace 16 años. Y sí, en mi formación influyó mucho ella. Nos íbamos turnando el desmadre de la casa, a veces ella y luego yo. ¡Ella acabó siendo más hippie que yo! (Risas).

 

Ya vas a cumplir 50 ¿si existe la crisis de los 40s?

El 31 de mayo cumplí 47 años. Y sí, existió mucha. Sientes que se va tu resto. Piensas “este vigor y energía se me va a acabar pronto”. Por ejemplo, mis rodillas ya me están cobrando la factura de haber hecho acrobacia con 120 kilos. Soy más achacoso que antes. Pero con este nuevo cuerpo sigo teniendo ese ímpetu y nunca dejaré de ser niño porque me lo inculcaron así desde muy chavito.

Has mencionado que todos los actores necesitan vigencia y renovación. ¿Cuál es tu fecha de caducidad?

Un actor con fecha de caducidad es quien llega a un lugar. Y a mí me parece que este es un camino sin fin. Lo que más me gusta es estar arriba de un escenario, no que me contraten para tal o cual lugar. Incluso cuando me dicen “tú ya eres un primer actor, ya sólo puedes agarrar protagónicos”, no, no es así, no tengo esa personalidad. Me sigue emocionando la historia y el saber con qué compañeros voy a trabajar. En el mundo en que vivimos estos elementos son vistos como raros o singulares, aunque a los productores les encanta porque me explotan a gusto.

 

¿Cómo luchas contra la adolescencia por dos? Tienes gemelas de 18 años.

(Risas) ¡No! Nunca lucho. Más bien acompaño e intento que el viaje sea gozoso y trato de compartir mucho, de encontrar momentos de coincidencia. Me caen muy bien mis hijas. Tienen buen sentido del humor. Me gusta convivir con ellas no sólo porque soy el papá sino porque me la paso muy bien. Hacemos muchas cosas juntos. Viajamos solos los tres porque hemos descubierto que nadie tiene nuestra personalidad. ¡Viajan como yo! Yo les enseñé a viajar. Su mamá también. Pero a ellas les gusta más como su papá. Fuimos a Europa hace dos años. Y a la Costa Oeste en coche, fueron 4mil y tantos kilómetros manejando y 18 días tipo Big Brother ¡No la pasamos muy bien! Aunque 18 años no es una edad fácil.

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Estás celebrando 30 años de carrera. Y pensar que pasabas el sombrero.

¡Es una historia muy bonita! Yo vendía mariscos para pagarme la prepa. Los viernes saliendo de la escuela mi papá me prestaba su coche y me iba a Poza Rica, Veracruz, con un amigo que tenía un contacto. Llegaba en la madrugada, cuando arribaban los camiones de Tuxpan llenos de mariscos en general. Los pescadores llevaban acamayas y langostinos y si los interceptabas antes de que llegaran al mercado comprabas muy barato. Y me lo traía para acá. Entonces llamaba a las amigas de mi abuela y mis amigos que vivían en Tecamachalco y en Las Lomas y les decía: “Les vendo el marisco al mismo precio que se los venden en La Viga pero se los doy en la puerta de su casa y fresco, sin congelar”. Yo lo compraba como a mitad de precio, me súper convenía. Sólo pagábamos la gasolina y la comida porque dormíamos en el coche. Pero un día en una cabeceada me salí de la carretera. Se hizo pedazos el coche pero afortunadamente ni mi amigo ni yo resultamos tan heridos. Mi coche se quedo en Huauchinango, Puebla. Afortunadamente llevaba dinero para comenzar a arreglar el coche. Después tenía que ir y volver para seguir arreglándolo. A veces no me alcanzaba para el camión de regreso, y ahí conocí a un amigo que era mimo de la calle (ahora es el locutor de radio José Antonio Olvera). Él hacía sus espectáculos y pasaba el sombrero. Y yo tenía un grupo de títeres. Después la hice de payaso callejero. Con eso pagaba mi camión de regreso. Ahí fue donde pasé el sombrero. ¡Nunca más vendí mariscos! Se me acabó el negocio porque ya no tenía coche. Y también, cuando nos íbamos ir los de la generación de vacaciones a Cancún en la prepa, nos metíamos al metro y hacíamos escenas, así juntábamos.

 

¿Es la humildad un valor para llegar alto?

No creo. Evidentemente sí me considero alguien poco pretencioso y blofero. Hay gente que dice que yo soy humilde, pero yo lo veo como que soy receptivo al entorno, porque es lo que te nutre. Prefiero ser alguien más anónimo en el sentido de poder observar y no sentirme extraño. Necesitas dejar de ser quién eres para poder entrar en el paisaje. Es un plan con maña. Si me preguntas ¿qué prefieres que te reconozcan o que te quieran? Prefiero mil veces que me quieran. Prefiero que alguien diga “yo quiero mucho a Alejandro Calva” en vez de “yo admiro a Alejandro Calva”. La admiración sólo acaricia tu ego pero no tiene valor. No puedes llegar y presentarte con un “tengo 30 años de carrera y no puedes meterte conmigo”. Es como llegar con alguien y decirle, “yo la tengo más grande” ¿Cómo para qué?

 

Alguna vez te dijeron que te ibas a morir de hambre por hacer teatro.

Sí. Javier Díaz Dueñas, el Director de la compañía infantil de teatro, cuando yo tenía 8 años le dijo a mi mamá que yo tenía que estudiar otra carrera. También mis tíos acróbatas, Los Caluri, que hoy día tienen más de 70 años. Ellos trabajaron en Siempre en Domingo, con Olga Breeskin y hacían todas las escenas de riesgo de la India María. Cuando mis papás se acercaron a decirles que yo quería ser actor, les dijeron: “No. Hay mucha prostitución. Mucha droga”. ¡Y yo sigo buscando a la prostitución y a las drogas porque por donde he pasado no me han tocado! (Risas).

¿Ni con tus papás? Dijiste que eran medio hippies.

Mi papá es ingeniero químico y mi mamá es química. Ella se dedica a dar clases y va a cumplir 50 años en la UNAM. Y él se dedicó más a la mercadotecnia, ya se jubilo, y hoy día vive por Atlixco, Puebla; se dedica a su huerto de aguacates y temazcal en la preparación espiritual para ser un guerrero. ¡Y pues eran hippies porque usaban huipil y militaban a la izquierda! Eran varias cosas.

¿En qué momento si has llegado a sentir que sí te ibas a morir de hambre?

No. Nunca. Una vez compartí con unos albañiles un taco de sardina Calmex, no sabes lo delicioso que es cuando tienes hambre. Fue hace muchos años. Pero siempre hay alguien que te da de comer. Puedes talonear. Pero morirte de hambre realmente no. Aunque siempre tienes esa angustia de que te vas a quedar sin trabajo porque no hay una promesa de honor en esto, no eres un empleado del gobierno con Afore. Y cada vez te vas haciendo de más responsabilidades, como unas hijas de 18 años a las que les tienes que pagar su carrera. Uno comienza a ver cómo ingeniárselas pero no es la triste y terrible historia. Me ha ido muy bien. Traduciría el hambre a las ganas de seguir haciendo cosas.

 

Siempre hablas de mezclar trabajo con diversión ¿cuál ha sido tu escenario más divertido?

Haciendo Impro. Soy fundador de lo que se conoce como la técnica Impro en México. Tuvimos al maestro Esteban Roel que se fue a Madrid, y nos quedamos con la Liga Mexicana de Improvisación (LIMI). Formamos a la generación que finalmente se pudo mantener de la Impro, que hace La Impro Lucha y otras opciones para divertirse.

 

¿Te inmortalizarías en un personaje?

El Ogrito. Era un personaje de seis años que tiene que aprender a vivir la vida sin comerse a los demás. Es una gran analogía de lo que tienes que hacer con los otros. Aprender a sobrevivir.

 

¿Alguien te ha pedido “hacer humor por encargo”? Leí que no te gusta el humor televisivo, ¿qué es lo diferente de tu humor?

Evidentemente me lo han encargado, pero me refiero a que yo creo en la editorialidad del humor. Yo puedo contarte un chiste mío y te vas a reír. Pero a mí, me cuesta mucho trabajo hacer chistes de actos y de Pepito. Soy más de bulto, tengo que ver con lo visual y los personajes. Cuando trabajo en tv pido que me dejen decir los chistes que me acomodan.

 

¿Por qué la gente acude poco al teatro?

Nuestra sociedad es muy culpable. Nuestra manera de vivir nos aísla más del otro. Puedes pedir todo desde tu casa. Creer que te relacionas a través de las redes sociales y tener un chingo de amigos a los que no ves nunca. Pierdes el contacto con la vida. El teatro pertenece a eso orgánico, que es juntarse todos alrededor del fuego a escuchar una historia. Es un aspecto religioso porque religión viene del latín religare, que quiere decir reunirse. Para hablar, para platicar, para acordar cosas. Y eso, se nos está olvidando. El teatro tiene que ver con la vida en sociedad. Quienes hacemos espectáculos vivos y que esperamos que la gente venga al teatro, resentimos mucho cuando no llegan. Ahora pienso que no es mi obligación suplicarle a la gente que vaya y repartirle volantitos, ya no quiero. Ya me da mucha hueva. Si quieres venir llegas. Porque en el teatro los actores escupen cuando hablan, sudan y huelen. A los demás, los invito.

 

Foto perfil de Jafet Gallardo
Jafet Gallardo Digital Editor Periodista de formación. Creador de contenidos, analista, especialista en viajes, entretenimiento y estilo de vida.
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