ORGÍA FRENTE AL MAR

Por Sargento Hardcore

Abordamos el avión y todo transcurrió sin ninguna novedad, al parecer el destino quería que me portara bien, pero… ¡es Cancún! Obvio no puedo portarme bien, es el paraíso y seguramente me estaban esperando las mujeres más hermosas y de todas las nacionalidades justo al llegar al hotel, lo que no sabía era que me esperaba una de mis mejores experiencias de fin de semana.

Al llegar al hotel todo parecía estar en mi contra, no había visto a ninguna mujer escultural, la única que me gustó se volteó cuando intente atrapar su mirada y no pasó de ahí. Me dieron el número de habitación 663 con vista al mar, caminé por los pasillos del hotel, de pronto mi corazón comenzó a palpitar fuertemente, como si supiera que lo que estaba por venir complacería mis más bajos instintos.

Una habitación con vista al mar, discreta, sin olor a humedad, el pecado comenzaba a surgir, un aroma indescriptible. Camino hacia el balcón y salgo para sentir la brisa del mar, una cerveza de cortesía sería la inspiradora para mi plan de esta noche y terminar entre las sábanas de la habitación de alguna mujer fascinante.

El calor me provoca de inmediato, abro Tinder y voy encontrando todo tipo de mujeres esculturales, de todas las nacionalidades pero ninguna hace match; A lo lejos comienzo a escuchar un ruido extraño, como si estuvieran torturando a alguien, por más que observo a mi alrededor no alcanzo a ver ningún acto vandálico, sin embargo el ruido se va haciendo cada vez más nítido hasta que en una oportunidad giro mi cabeza hacia arriba y ahí estaba, una mujer con los ojos cerrados, mordiéndose los labios sin ningún tipo de pudor, gimiendo y disfrutando del placer. Ella abrió los ojos y me miró, yo no quite la mirada y eso alimentó el morbo del momento, aquellos quejidos me excitaban más y más, sus pechos se asomaban entre el ir y venir de alguien que hasta el momento desconocía, un afortunado que saciaba las pasiones de aquella mujer de ojos azules. Parecía que al verme encendía su pasión y gritaba con más fuerza, hasta que de pronto una mano muy femenina se dejó ver tocando suavemente su pecho firme.

No podía creerlo, mi mala racha había terminado y en medio del calor comencé a mostrarles a mi buen amigo que para ese momento ya estaba más que ilusionado. El rostro de una segunda mujer se dejó ver y al parecer, algo estaban tramando por que la manera en que me miraba sin ningún tipo de desfachatez no era normal. Nadie decía nada, sólo se escuchaban gemidos y palabras en ruso, las chicas eran extranjeras y yo con mi poco inglés intentaba comunicarme con ellas pero no hacía falta.

Un hombre se asoma por el balcón interrumpiendo aquel mítico momento entre dos hermosas diosas de la fertilidad y obvio, regreso a la realidad. Pensé que me reclamaría algo o que simplemente me limitaría a no ver ese acto tan sublime entre dos hermosas mujeres, pero no, por el contrario, me lanzó la llave de su habitación y me invitó a subir. ¿Esto es real?, ¿será alguna trampa? Son preguntas que pasaron por mi mente pero no me detuvieron, subí por las escaleras de emergencia y abrí la habitación esperando encontrarme con una sobredosis de lujuria.

El calor era notable y mi sorpresa fue mayor al observar que en esa habitación habían por lo menos 8 personas, entre ellas, las 2 diosas que me continuaron viendo al mismo tiempo que satisfacían sus ganas. Caminé unos pasos, nadie decía nada, sólo gemían, nadie se pasmaba, sólo continuaban su mítica orgía en aquella habitación de hotel. Decidido me acerque despojándome de mi ropa hacia la mujer de ojos azules quien de inmediato comenzó a darme placer en un abrir y cerrar de ojos. Aquella culpable provocó que mi sed aumentará y comencé a tocar las hermosas nalgas de su compañera mientras la penetraba una y otra vez hasta saciar mi instinto. No podía creer lo que sucedía yo en medio de una gran orgía, entre el sudor y las más bajas pasiones, había estado con dos mujeres al mismo tiempo, pero esta vez era diferente, el calor subía cada vez más dejándome llevar por aquellas 2 mujeres que lo único que querían era robarme la juventud.

Lo hicimos hasta cansarnos sin importar los ruidos, si nos veían en el balcón o no. Entre gemidos le pregunté su nombre, la tomé del cabello y no pude evitar el decirle… ¿te gusta?, ¿cómo te llamas? Y nuevamente lo repetí. Ella sólo gemía una y otra vez, no hacía falta que contestara, la respuesta era más que obvia. Como si mi herramienta fuera Excalibur, la espada que todas desean una y otra vez. Los demás sólo observaban como hacía mías una y otra vez a las dos rubias, sin importarme qué parentesco tenían, si eran algún tipo de pareja swinger o sólo amistades.

Aquel momento me dejó exhausto, al menos 10 orgasmos le conté a la bella mujer de ojos azules, porque las demás no me importaban, sólo ella, aquella con los ojos enigmáticos que nunca solté y que entre más gemía, más me llenaba de energía, mi miembro era todo un semental, con vida propia, tanto que dotaba de energía a las demás mujeres que lo sostenían y lo tenían dentro de ellas.

Todo estaba de maravilla, el sexo sólo nos llevaba a más y más sexo, hasta que por un momento, todos callamos respirando rápidamente empapados de sudor, nos dimos un descanso para después continuar y seguir con las bajas pasiones hasta no poder más. Así duramos por horas hasta llegar la noche, la mayoría agotados y ellas con ansias de seguir con la orgía, de pronto mi cuerpo llegó al límite, aunque mi alma quería seguir disfrutando aquel bufete de carne y sensualidad. Ellas se quedarían todo el fin de semana en la misma habitación, esto apenas comenzaba, el pecado en Cancún había comenzado…