En nuestra portada diciembre 2014  te presentamos el último desnudo de Andrea García para Playboy… Aquí la Carta Editorial que abre esta inolvidable edición.

Por Arturo J. Flores (@arthuralangore)

43

Nos faltan. Nos duelen. Eso decimos todos. ¿Pero a poco notamos que estaban ahí antes de que desaparecieran? ¿Los vimos? ¿Sabíamos cómo se llamaban? ¿Nos acercamos a ellos? ¿Los conocimos? ¿Los volteamos a ver, siquiera?

Y si volvieran, ¿los reconoceríamos?

Hoy tenemos la certeza de que no están, porque nos lo dice la televisión, porque no cesa de mencionarse en Twitter, porque lo gritan las pintas en las paredes. Tuvieron que desvanecerse —los tuvieron que obligar a que lo hicieran, mejor dicho— para que nos percatáramos de que, quizás, alguna vez nos rozaron el hombro; de que, sin lugar a dudas, respirábamos el mismo aire y que se tronaban los dedos, como tú y como yo, cuando los problemas se les venían encima.

O seguramente más, porque en la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos los estudiantes sobreviven con más o menos 30 pesos al día. De no haber sido por los recientes sucesos, el nombre de Ayotzinapa no aparecería en los principales medios informativos del mundo y, lo que resulta aún más triste, en el vocabulario cotidiano de gran parte de los mexicanos. Hoy en día, pocos de quienes lo pronuncian localizan la población en un mapa. Tanto criticamos al expresidente que acuñó la frase, pero a veces nosotros tampoco ni vemos ni oímos a los demás.

Hasta que nos los arrancan de enfrente.

Antes del 26 de septiembre, ni los rostros ni los nombres de esos 43 estudiantes normalistas que estudiaban en la misma institución de la que egresó Lucio Cabañas nos eran familiares. Después, las fotos de sus credenciales fueron publicadas a plana completa en periódicos, anuncios espectaculares y hasta en las pantallas en medio de un concierto de rock.

Esas imágenes en blanco y negro, de apenas unos centímetros, hicieron patente la enorme huella que deja el vacío de justicia, la desconcertante paradoja de comprender que hasta que 43 personas de carne y hueso ya no están ahí, se vuelven omnipresentes.

Porque antes, pocos se daban cuenta de que existían.

Ojalá no tengan que desaparecer más seres humanos para caer en la cuenta de que siempre estuvieron ahí. Hablándonos.

Perdón, pero hoy me cuesta escribir de estilo de vida y placer. De lo orgulloso que me siento de esta revista, de la gente que la hace y de la belleza de nuestra celebridad de portada. Del fin de año.

Faltan 43.

No hay que olvidarlo.

Pero tampoco a los que todavía están ahí.

O un día faltaremos todos.

*