CASINO DEL PECADO EN LAS VEGAS

Por #SargentoHardcore

Los fines de semana pueden ser tan divertidos o aburridos como tu los quieras y en está ocasión decidí que pasaría un fin de semana de locura en Las Vegas, así que compré mi boleto redondo y emprendí mi viaje hacia la ciudad de pecado.

Decidí hospedarme en el Circus Circus ya que ahí había obtenido un excelente descuento con mis puntos de viajero, pero lo barato sale caro y el glamour de Las Vegas no llegó hasta mi habitación que me recibió con un olor a sudor con guayaba en un cuarto viejo. Al día siguiente cambié de hotel, no iba a estar ni un segundo más ahí, en aquella caballeriza de circo.

Con maleta en mano caminé por el strip buscando un nuevo hotel para disfrutar de la noche, el día y de todo momento, hasta que caí en el Harrah´s, no pude haber encontrado mejor opción. Era alrededor del medio día y el alcohol había comenzado a hacer efectos en mí, camine hacia las máquinas de juegos y comencé a despilfarrar dinero mientras bebía un buen tarro de cerveza. Sin darme cuenta la noche cayó y mi estado de ebriedad no era el mejor, así que comencé a buscar a alguna millonaria que quisiera desbordar pasión sin control.

Desde que llegué había intercambiado miradas con algunas mujeres mayores, pero ahora mi deseo era darme a alguna gringa joven que me llenará de vitalidad y no al revés. Decidí abrir tinder y mandar algunos mensajes pero no tuve éxito, ninguna respondió. Eran alrededor de las 4 de la mañana, por lo que decidí abortar la misión y con mis ganas a tope regresé a la habitación, de pronto una notificación vibró en mi celular, lo abrí y era una foto no muy nítida de unos pechos bien formados. Nunca le mandé mensaje así que seguramente mi foto de perfil le había llamado la atención.

Comencé el juego de mensajes subidos de tonos, siendo directo desde el principio, era lo correcto, solo quería sexo y diversión. Ella de inmediato accedió a darme el número de su habitación, aún la recuerdo 3023 junto a los elevadores. Sin embargo pidió primero vernos en el lobby para saber si había tensión sexual o no. Caminé hacia el lugar donde la encontraría y al llegar ahí estaba ella, una diosa de otro mundo, alta, con unos pechos deliciosos, labios rosados, unas nalgas bien formadas que con cada pasó aumentaban mis ganas de hacerla mía. Sólo intercambiamos nombres y ella con un sutil guiño me invitó a seguirla hasta su cuarto.

Una vez cerrada la puerta no lo pensé dos veces, la sujeté por la cintura y comencé a besarla desmesuradamente hasta que nuestra respiración aumentaba poco a poco. Tocaba sus pechos redondos y suaves, sus nalgas provocaron mi excitación inmediata, ella bajó la mano y apretó mis partes con fuerza, como si quisiera arrancarlo pero no podía, tenía vida. Comencé a quitarle la ropa dejándola desnuda por completo, yo me quité el pantalón y de inmediato se lanzó sobre mi miembro tocándolo y besándolo sin control.

En un punto ella se levanto y era mi turno de darle placer, la aventé sobre la cama y di dos nalgadas para aumentar el juego, besé poco a poco sus pechos hasta llegar a sus labios y fue ahí donde comencé a besarla una y otra vez mientras tocaba sus partes hasta que me lo pidió, ella quería que la penetrara, así que la obedecí y sacie mis ganas hasta que ella quiso, lo hicimos de todas las posiciones posibles, con chocolate, cerveza, con golpes, suave, duro, como ella quisiera, era su prisionero y sus palabras para mí eran órdenes que no podía dejar de cumplir.

Parecía insaciable, terminaba una y otra vez provocándome cada vez más y empapados en sudor nos dio casi medio día de sexo desenfrenado en Las Vegas. De pronto hubo un momento de silencio, los dos estábamos abrazados en la cama, ella se quedó dormida, yo le di un suave beso en la frente y salí de la habitación.