Las Biblias de Tijuana o las primeras versiones porno

Las estadísticas de las búsquedas en Pornhub son  una prueba de que la “regla 34” del Internet es un hecho. No importa que sea un videojuego o una caricatura infantil, todo parece ser que si algo existe hay porno de ello.

Este fenómeno parece ser reciente, pero ese deseo por tener las versiones eróticas no es nuevo, como lo demuestran unos pequeños librillos de ocho páginas que inundaron el mercado estadounidense en la década de los treinta, y que mostraban más de lo que estaba permitido.

El sexo vende

Se trataban de textos clandestinos sin autor y muchos comenzaban con páginas en blanco para despistar a los censores. Costaban 25 centavos y se podían conseguir en baños, tiendas de tabaco, barberías y burdeles, cualquier lugar que se atreviera a vender un objeto prohibido.

Nadie sabía de dónde venían y quién era la persona o empresa que los producía, razón por la cual surgió una especie de mitología alrededor de su origen. Tardaron poco en ver hacia la frontera sur y asegurar que las historietas eran impresas en Tijuana e introducidas por contrabando al país, aspecto que bautizó a las controversiales animaciones: Tijuana Bibles.

Esa historia sólo era un rumor, jamás se sabrá con certeza de dónde provenían los cómics, pero los académicos Phillip Smith y Ellen Wright aseguran que lo más probable era que fueran producidos por los contrabandistas de alcohol, quienes tenían imprentas para hacer las etiquetas de las bebidas prohibidas.

En menos de una década se convirtieron en un referente que todo hombre conocía, para unos se trataba de un secreto, para otros de un orgullo y para los más desafortunados en su único escape ante un combate militar a la mitad de Europa.

Su éxito valía cualquier riesgo de ser capturado por las autoridades. Las Tijuana Bibles se convirtieron en un fenómeno que creó toda una industria basada en ocho páginas que podían caber en una palma, tamaño ideal para ser contrabandeados.

La popularidad llegó a tal punto, que numerosas empresas intentaron aprovecharse de su fama al vender textos que aparentaban en el exterior ser iguales, pero que en realidad no tenían contenido sexual. Asimismo, Harvey Kurtzman creó Mad, una revista que bebió de todo lo que hizo a las Tijuana Bibles y las llevó al público general.

Las mentes detrás de las versiones porno

Sin duda, se trató de algo que nadie había visto. Por años las imprentas estuvieron controladas por un estado que vigilaba cada letra que era sellada en una hoja, nada podía salir de su escrutinio; pero todo cambió cuando algunas personas fuera de la ley se hicieron de unas cuantas máquinas.

Las Tijuana Bibles se aprovecharon de la libertad y crearon ocho páginas llenas de historias sexuales de estrellas, políticos y otras historietas de la época. Personalizó los textos debido a que los autores siempre se mantuvieron en el anonimato, nadie en su sano juicio quería ser visto como el autor de la versión erótica de Popeye.

Los autores se convirtieron en leyendas que únicamente presumían su hombre, como “Mr. Prolific”, que entre 1931 y 1938 creó varios tomos de historias eróticas de Mae West, el símbolo sexual de la época, y una serie basada en los grandes gánsteres de esos años, como Legs Diamond, Al Capone y Machine Gun Kelly.

 “Mr. Dyslexic”, por su parte, basó su arte en una secuencia de arte desordenada, con dibujos crudos e historias oscuras. Sus controversiales temas podían llegar a los políticos, como la vez que creó la historia donde Robert A. Taft rompía una huelga acostándose con las esposas de los miembros del sindicato.

Sin duda, uno de los más populares fue Wesley Morse, con humor negro y bromas sexuales. Su mayor éxito fue el 1939 Words Fair, donde combinó al sexo con la innovación de la Fiesta Mundial que presentaba las más últimas tecnologías. Fue uno de los pocos que decidió crear sus propios personajes.

Claramente se trataba de un medio dominado por nosotros los hombres, pero también se encuentra  “Blackjack”,  una gran destacada figura que creó el cómic Cary Grant y una versión sexual de Blanca Nieves, y que documentos oficiales sugieren que era una mujer.

Antes de que estos nombres fueran conocidos por todo hombre estadounidense, el Jueves Negro había causado una depresión nunca antes vista y que aparentemente acabaría con toda esperanza. Extrañamente, estas biblias de Tijuana se convirtieron en faros de humor y erotismo en años en los que parecía que el futuro había colapsado.

La caída de estas versiones eróticas comenzó con la Segunda Guerra Mundial, que provocó que todos los esfuerzos industriales y económicos se centraran en las labores militares. Las imprentas se llenaron de propaganda para acabar con los Nazis, pero ese colapso de los pequeños libros no podría acabar con el deseo de ver las versiones porno, como en su tiempo lo probó el extraño poster The Disneyland Memorial Orgy, una orgía de los sesenta protagonizada por las estrellas de Disney.