¿La fidelidad está en peligro de extinción?
El debate sobre nuestra capacidad para vivir con fidelidad y exclusividad con una sola pareja es cada vez más candente. ¿Será que estamos hechos para dar y repartir amor por todas partes, aunque nos digan lo contrario?
Sí
Wendy Portillo Martínez, especialista del Instituto de Neurobiología de la UNAM comentó que se ha demostrado que cuando hay una relación estable con una sola pareja, se incrementan los niveles de dopamina, el neurotransmisor del amor involucrado con el placer y la felicidad.
Bernard Chapais, antropólogo de la Universidad de Montreal, afirma que la pareja monógama es la base de las vastas y complejas redes sociales en que vivimos. Esos lazos grupales constituyen, junto con la monogamia, dos de los caracteres más trascendentales de la sociedad humana.
El psicólogo Bertrand Regader, divulgador científico y director de la web Psicología y Mente especifica que “se ha visto a lo largo del tiempo y de las sociedades un patrón claro hacia la monogamia funcional”. Es decir, una estructura adecuada que funciona para ambas partes.
No
La psiquiatra Judith Lipton sostiene que “la biología humana tiende de modo natural a la poligamia”, y que “ni la biología, ni la primatología, ni la antropología sugieren que la monogamia sea un modo de vida natural”.
Wendy Portillo Martínez, investigadora del Instituto de Neurobiología de la UNAM, sostiene que solo el 1 % de las especies en la naturaleza es monógama y los humanos no somos una; la sociedad ha tratado de establecerla para evitar problemas en la sucesión de los bienes.
De acuerdo con un estudio realizado por Virpi Lummaa, ecologista de la Universidad de Sheffield, los hombres de culturas polígamas sobreviven a los de las monógamas tras descartar las diferencias socioeconómicas: en promedio un 12 % más que los hombres monógamos.
