El erótico baño sagrado que la iglesia no pudo prohibir
La historia del temazcal en México es una de sobrevivencia. Como muchas otras de las costumbres mesoamericanas, lejos de permitir la censura, la práctica se adaptó de forma que aún en la actualidad es una actividad popular.
Sus orígenes continúan siendo analizados tanto por investigadores, como por interesados quienes no necesariamente son expertos. Incluso, pareciera que de alguna manera el pasado cobra vida propia para exigir no ser olvidado, pues este año se descubrió un nuevo temazcal en la CDMX que confirma información de fuentes históricas
Video: INAH
A propósito de esto, aprovechamos para contarte la persecución que sobrevivió esta tradición desde la época de la Conquista y la cual actualmente se encuentra en 24 grupos distribuidos en 14 estados del país, acorde a un estudio publicado por la Universidad Autónoma del Estado de México.
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Erotismo y purificación: la historia del temazcal
“¿Cuántas veces pecaste con cada una de ellas? (…) ¿Besaste por ventura alguna mujer, abrazástela, o le asistes de las tetas, o la retocaste, deseando y codiciando tener parte con ella?”.
Estas preguntas se encuentran en el Confesionario mayor en la lengua mexicana y castellana del Fray Alonso de Molina como algunos de los cuestionamientos que la iglesia católica mantenía respecto a la práctica del temazcal.
En la historia del temazcal, uno de los aspectos que más impactó a los religiosos y funcionarios fue su funcionamiento intenso como lugar de actividades sexuales y eróticas que eran parte de culturas como la nahua y la mexica, entre muchas otras.
El rol que este tenía en la vida mesoamericana se debe a que su uso sagrado permitía el encuentro de ambos sexos, al punto que fray Diego Durán registró había quienes se negaban a bañarse en él si no se contaba con por lo menos una persona que perteneciera al sexo opuesto.
Códice Magliabechiano
No obstante, dicha característica no se limitaba a la presencia de hombre y mujer, sino que la construcción en sí misma y sus materiales personificaban tal dualidad. En especial era su uso de los cuatro elementos lo que permitía explicar dicha dicotomía a través de otras similares; aunque la forma del temazcal es lo que más evidentemente representa al útero materno.
Esto sumado al carácter mágico e idolátrico lo convirtió en uno de los principales objetivos a erradicar para la iglesia católica. A través de leyes, multas y castigos corporales, la institución buscó restringir la práctica casi desde su llegada a Tenochtitlán. Pero las bondades de esta superaron a los aspectos morales, al punto que permitieron continuar la historia del temazcal.
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Un lugar de sanación
Frente a esta primera opinión negativa, los religiosos y cronistas descubrieron en el baño de vapor otro uso; en este caso, útil y benéfico que no contradecía el pensamiento religioso: las virtudes y usos medicinales del temazcal, lo cual reforzaba una de las prácticas más antiguas que realizaban los frailes: el cuidado de la salud.
Códice Tudela
Actualmente, la historia del temazcal ha continuado con esta imagen del lugar de sanación por las virtudes que proporciona tanto al organismo, como a la salud emocional, espiritual y mental. Se ha comprobado que además de quemar calorías, esta actividad mantiene altos niveles de energía, pues el hecho de sudar enfría el cuerpo y regula la temperatura mejorando el sistema inmunológico debido a que se aumenta la producción de glóbulos blancos.
Igualmente, en lo estético, el sudor abre los poros, lo que permite la eliminación de diferentes impurezas acumuladas en las primeras capas de la epidermis, por lo que la piel se ve mejor y más saludable al terminar la sesión de temazcal. Por último, este puede ayudar al estado de ánimo al liberar endorfinas y dopamina.
Así, la historia del temazcal se ha marcado por su dinamismo, aspecto que le ha permitido a la práctica adaptarse en cada sociedad en la cual se ha insertado. Es gracias a esto que logró sobrevivir incluso a la peor inquisición religiosa.
