Consentimiento: la base del deseo libre y saludable
El consentimiento es mucho más que un sí: es la certeza de que el deseo se comparte, se respeta y se disfruta en libertad. En el sexo, el consentimiento es lo que garantiza que cada encuentro sea seguro, placentero y sano para ambas partes. Aprender a pedir, dar y respetar el consentimiento es un acto de amor propio y hacia el otro. Como bien explica la sexóloga española Nayara Malnero: “El consentimiento es el ingrediente imprescindible para que el placer sea real. Sin él, el sexo deja de ser un acto compartido y se convierte en una imposición”.
El consentimiento es dinámico: se puede dar y se puede retirar en cualquier momento. Debe ser entusiasta, informado y claro. Esto no arruina el momento, lo enriquece. Porque el deseo más grande es el que se vive sin miedo y sin imposición. Como señala el especialista en sexualidad y psicoterapeuta Ezequiel López Peralta: “No basta con que una persona no diga que no. El consentimiento debe ser un sí activo, un sí consciente”.
Hablar de consentimiento no es un obstáculo en la pasión, sino un puente hacia una intimidad más profunda. Promover el consentimiento es promover el respeto. Preguntar, escuchar y estar atento a las señales de la pareja hace que la experiencia sea mejor para todos. Es fundamental entender que el consentimiento no solo aplica al inicio del encuentro, sino durante todo el acto, en cada caricia, en cada propuesta.
Además, el consentimiento es clave para explorar fantasías de manera segura. Según la terapeuta sexual mexicana Paulina Millán, “el consentimiento no solo previene daños, también abre las puertas a experiencias más plenas porque se sabe que todo lo que ocurre es deseado por ambas partes”. Esto permite crear un espacio de confianza donde se puede experimentar y disfrutar sin culpa.
El consentimiento también implica reconocer y respetar los límites propios y ajenos. Significa validar las emociones y las reacciones del otro. Si algo incomoda, se detiene. Si algo entusiasma, se continúa. Y siempre con la libertad de decir “hasta aquí”. En palabras de la sexóloga Ana Lombardía: “El consentimiento es el lenguaje silencioso del respeto y la ternura. Quien ama, respeta los límites del otro sin necesidad de que se los impongan”.
Enseñar el consentimiento desde etapas tempranas es clave para construir una sociedad más sana y equitativa. Hablar del tema en pareja, con amigos y en la familia es parte de normalizar una sexualidad consciente y responsable. Porque cuando el consentimiento es la base, el deseo se vive con plenitud y sin miedo.
