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Como mi depa se convirtió en un Club Swinger

Por: Playboy México 14 Ago 2018
Desde la primera vez que vi “Ojos bien cerrados”, del director Stanley Kubrick, quise estar en una casa con hombres y mujeres desnudas
Como mi depa se convirtió en un Club Swinger

Los clubes swinger me dan un chingo de curiosidad. Desde la primera vez que vi “Ojos bien cerrados”, del director Stanley Kubrick, quise estar en una casa con hombres y mujeres desnudas. Arriba de la mesa, rodeados de libreros, con máscaras -o sin ellas-, lo importante era mezclarme con desconocidos.

Es bastante contradictorio pero, aún con ese deseo, mi cabeza se aferra a pensar que en CDMX las parejas que se lanzan a este tipo de lugares son, en su mayoría, gente grande, y díganme aburrida, o lo que sea, pero la diferencia entre Becky G y yo es que a mí no me gustan mayores. Nunca intenté lo suficiente.

Tinder con mi vato

Raúl, mi pareja, y yo hemos tratado de ser lo más honestos con nosotros mismos desde que empezamos a salir “seriamente”. Los 2 usamos Tinder y si alguien nos propone trío o intercambio; órale va. Así de fácil, así de sencillo.

“Qué onda, nena. A mi novio y a mi nos gustaron los 2. Vamos a conocernos pronto.”

Eso fue suficiente para que “Ana” tuviera mi atención -O sea, eso y sus fotos en casi tanga que mostraba en la app para ligar-. Nos pasamos whats y en menos de 10 minutos su novio (Mau), ella, Raúl y yo ya estábamos cachondeando por mensajes instantáneos. Casual.

Me mama cuando las cosas son directas y honestas. Tal cual fue la conversación que tuvimos los 4 en el chat al que llamamos “Ah, keyico”.

El ingenioso y miserable Bukowski escribió en alguno de sus relatos cortos que la vida es tan agradable como te lo permitas y, ¿porqué pinches lo voy a contradecir si es un genio en las letras y mi -casi- guía espiritual? 2 días después de cyberconocer a Ana y Mau, nos vimos en el depa que habitamos Raúl y yo.

Te toca lamerme

A mi mejor amigo (Raúl) y a mi nos gustan los juegos de mesa. Ese día estábamos tan nerviosos que decidimos incluir nuestro favorito “UNO” en la cita cuatruple.

¿Pero qué onda, chavos? ¿Ustedes tienen reglas o algo? –preguntó Mau.

No pues, realmente lo único es condón súper obligatorio y pues, todo consensuado..

Nos sentamos en la mesa y empezamos a jugar con las cartas. Obvio pusimos castigos hot para ir calentando la situación. La primera sanción fue de Ana para mí, era un comodín +2.

Te toca lamerme.

Uuuuy, claro que sí– le contesté –y pasé mi lengua por su cuello olvidando la pena que sentía al principio.

Previo a comenzar el sensual partido, trajimos unas cervezas del OXXO, en el depa teníamos whisky para embriagarnos chido o por lo menos, hasta que nuestro cerebro produjera la oxitocina suficiente para olvidarnos del miedo y entrarle con todo al flirteo.

Después de varios besos, bailes, lamidas y ya cuando estábamos casi desnudos y pedos, cojimos.

 

Más estimulante que una película porno

Las escenas clasificación C comenzaron con un comodín. Me tocó castigar a Ana, le puse que besara a Raúl y aquello pasó de un besito a unas agarradotas más antojables que una michelada en plena cruda.

Ella empezó a tocarle los brazos, a chuparle el cuello y él, sentado, le agarraba las nalgas. Se las apretaba como lo hace siempre conmigo.

Mau estaba sentado junto a mi y no se veía muy familiarizado con la situación; además estaba pachequísimo. Era hora de que yo actuara. De fondo sonaba alguna canción de Plan B, le baile. No pasaron ni 3 minutos y ya estaba arriba de él.

Ya me lo imaginaba, ver a Raúl coshandose a otra morra me pone en estado Tigresa del Oriente para adultos.

En algún momento los 4 estábamos en el sillón y, supongo por algo acordado entre ellos, Mau me pidió cambiarme con Ana porque ya iba a terminar. No me sorprendió que fuera tan rápido, la neta, la situación era una fantasía para cualquiera.

Mientras Ana y Mau terminaban, Raúl y yo nos dimos como sólo nosotros sabemos. Tenemos bastante química sexual y nos conocemos lo suficiente para hacerlo con ritmo. Además, me encantan sus manos.

Los 4 sabíamos bien que estábamos ahí para darnos placer y, aprovechando el super poder que tenemos las mujeres de ser multiorgásmicas, Ana regresó con nosotros.

Raúl y yo estábamos en el suelo y Ana empezó a tocarme. Ella quería cogerme y me lo dijo después de un par de shots durante el juego. Con sus besos, más es el alcohol y mis ganas, en corto empezamos nos acomodamos para hacer lo que sabemos con nuestras vulvas.

El sexo entre morras es tardado y normalmente sólo una de las dos termina bien satisfecha pero esta vez la cosa era tan complaciente que Ana, Raúl, Mau y yo quedamos como gordito después de 1 kilo de hot cakes.

Todo esto sucedió en la sala, rodeados de libros, sobre el sillón y el taburete. No traíamos máscaras pero ella usaba medias como alguna de las actrices de “Ojos bien cerrados”. Fue como un club swinger pero en chiquito y a nuestra manera.

El mismo Bukowski dijo: la relación sexual es darle patadas en el culo a la muerte mientras cantas y justo así me siento cada que cojo, me encanta.

 

Por Vania Castaños

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