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¿Y cómo es Martino?, el nuevo entrenador del Tri

Por: Carlos Guerrero Warrior 21 Feb 2019
Este hombre de manifestaciones serenas, de verso inteligente y de amplísima trayectoria, comandará el destino de la selección mexicana, ¿qué nos espera?
¿Y cómo es Martino?, el nuevo entrenador del Tri

“Éxito y felicidad no funcionan como sinónimos. Hay gente exitosa que no es feliz,
y hay gente que no necesita del éxito para serlo”. Marcelo Bielsa, Director Técnico.

 

Nada como la celebración de un gol. En la cancha, en el graderío, en la banca, en la sala o la oficina. Inigualable y auténtico instante repleto de júbilo. El momento donde el cuerpo reacciona de innumerables formas sin importar qué tan descompuesta quede la figura. Eso sí, siempre que no esté Gerardo Martino de por medio.

El nuevo técnico de la Selección Mexicana debe tener en su interior circuitos emocionales distintos al de la media. Luego de analizarle en varios partidos, supongo tiene bloqueadas ciertas conexiones que no le permiten una manifestación involuntaria de éxtasis.

Sea con algún club o con alguna selección, es común ver al “Tata” Martino desde la zona técnica con los brazos cruzados mientras su equipo forma montañas humanas con el autor de un gol. O mientras que el jugador es perseguido por las poderosas lentes en su festejo, es normal ver cómo Martino se toma las manos por detrás, mantiene la mirada fija y respira profundo hasta que todo vuelve a la normalidad.

Nunca fue efusivo. Ni siquiera en su brillante etapa de jugador. No era de los que volaba hacia la cerca de alambre y púas que dividía la cancha de la tribuna para enloquecer a la fanaticada.

Dicen los libros de medicina que la emoción tiene dos componentes: uno es la sensación subjetiva que sentimos en nuestro interior. Y el otro, la manifestación externa de la emoción. A veces es posible separar los dos componentes. Por ejemplo, un actor que puede simular todas las manifestaciones de una emoción sin realmente sentirla. No es el caso. Martino no es un histrión. Es un tipo auténtico. Sólo que deja lo externo y lo visible para su propio consumo. Celebra para sí. Se abraza a sí mismo y por ello se cruza de brazos.

Este hombre de mirada sobria, de manifestaciones serenas y sensatas, de verso inteligente y de amplísima trayectoria, es quien comandará el destino de la Selección Mexicana —si todo sale bien— por los próximos cuatro años. Candidato ideal. Para una silla tan caliente como la del entrenador de nuestro combinado, hombres con granada en mano era lo menos prudente y conveniente.

Estudioso, honesto, alumno avanzado de Bielsa y con un currículo que nadie en nuestro país o formado en nuestra Liga tiene, Martino buscará a corto plazo borrar la mala percepción que tiene el pueblo mexicano respecto al estilo de Osorio, demasiado barroco y denso en tierras donde creemos ser potencia mundial. Para quienes nunca lograron digerir a Osorio, llega otro del mismo corte. Más claro y menos rebuscado, pero igual de obsesivo, trabajador y respetuoso.

Con Martino escucharemos mucho de táctica y de pelota como con su antecesor y nunca declaraciones incendiarias como las de Miguel Herrera. Jamás encontraremos demagogia barata, humo o falsas promesas. Con el “Tata” no habrá nada de “vamos por la Copa del Mundo”. Si alguien busca un “Piojo” o un “Vasco”, debo decirles que Martino está más cercano a Osorio cuando hay un micrófono de por medio.

A final, al argentino lo han traído y le habrán de pagar poco más de dos millones de dólares al año, no para que hable bonito, sino para hacer crecer al futbol mexicano (por cierto, será el segundo seleccionador nacional mejor pagado del continente sólo por debajo de Tité de Brasil) y para generarle un estilo de juego y una personalidad propia al equipo.

Para ello el “Tata” necesitará libertad en la toma de decisiones y apoyo para establecer nuevas rutas de conducta, compromiso y disciplina en los seleccionados. Será fundamental que los hombres de pantalón largo como Gerardo Torrado, Guillermo Cantú y Yon de Luisa, pongan desde ahora mano dura. Que se acaben las concesiones, los permisos especiales, las complacencias hacia algunos futbolistas y que opten por comenzar un verdadero cambio.

No queda más que esperar, ser pacientes y entender las formas de Martino. Si él no celebra y festeja poco, tiene a toda una nación que lo hará por él. Capaz que somos los mexicanos quienes le hacemos algún día saltar y estallar de asombro. Y si no, basta con que nos haga jugar bien e ir más allá de ese maldito pantano donde nos hemos quedado estancados.

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