¡Vallartazo! Así se vive la nueva normalidad en destinos turísticos

Viajar en la nueva normalidad, ¿qué significa? Hay muchas incógnitas entorno a esta frase que cada vez va cobrando más fuerza en cualquier conversación con amigos, en juntas virtuales y hasta en la propia casa.
Decidí ser parte de la nueva normalidad y salir un poco de las cuatro paredes que abrazan mi departamento en la Ciudad de México de apenas 65 metros cuadrados. Tenia 4 meses en confinamiento, aislado en una cuarentena que parece interminable; era necesario realizar un viaje, mismo que adquirí vía internet sin tener que hacer contacto con ninguna persona.
Un boleto virtual, con código QR listo en mi móvil para ser escaneado en el aeropuerto. Cubrebocas listo, careta y guantes, iba rumbo al aeropuerto para tomar mi vuelo con destino a Puerto Vallarta, la ropa necesaria en una pequeña maleta de mano previamente sanitizada y después de 20 minutos, ahí estaba, frente a la puerta número 7 de la terminal 2 del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México.
Caminé hacia la entrada, quizás nervioso por no presentar síntomas y que mi temperatura estuviera normal. En la entrada un guardia me toma la temperatura y ofrece gel antibacterial, sin contacto físico coloco mis pies sobre el tapete sanitizante y después los seco. Había pasado el primer filtro, muy poca gente a mi alrededor y un silencio que nunca pensé tenerlo en el aeropuerto, que meses atrás era un verdadero alboroto. La mayoría de los negocios cerrados y los asientos marcados con una “x” para respetar distancia entre las personas. Gel antibacterial en la mayoría de los muros y cámaras térmicas cada cierta distancia para monitorear a la escasa población de viajeros que por negocio o necesidad tenían que tomar un vuelo.
El filtro para pasar a sala de abordaje me recibió con un código QR, mismo que debía ser llenado electrónicamente para notificar el estado de salud o bien, informar de algún síntoma relacionado con la COVID-19. El cuestionario se tiene que llenar cada vez que vuelas y es solicitado por la Secretaría de Salud. No podrás ingresar si no lo tienes; en el debes ingresar número de vuelo, si presentas algún síntoma como fiebre o tos e incluso deberás llenar la casilla con el número de asiento que ocuparás.
Nuevamente toman la temperatura y después de unos pasos, por fin ingresé a la zona de bordar. Esperé con mi sana distancia mientras veía familias enteras sin protección, algunos lo tomaban a juego, podía escuchar comentarios como “ese virus no existe”. Aún tenemos mucho por aprender.
Comienzan el abordaje, pero ahora es diferente, inician por las últimas filas para evitar contacto entre pasajeros. Asiento 22A, siempre me ha gustado estar junto a la ventanilla, contemplando todo el despegue. En la entrada también volvieron a revisar temperatura y me dieron gel antibacterial, así como toallas antibacteriales para limpiar mi equipaje de mano. Antes del despegue la revisión obligatoria a cada pasajero, el uso obligatorio de cubrebocas es vital.
Durante el vuelo recibíamos instrucciones de turbulencia y sobre la sanitización del avión. Da seguridad saber que se desinfecta en cada vuelo. Los protocolos de salida de igual forma es tomar la temperatura y el descenso es por filas de 3, de manera ordenada y hasta terminar la última fila del avión, así se logra mantener una “sana distancia”.
Salí del aeropuerto y siempre llevo un atomizador de bolsillo con formula sanitizante, más vale prevenir. A pesar de traer cubrebocas y careta, siempre es bueno reforzar las medidas.
Las playas de Vallarta me dan la bienvenida con un atardecer espectacular. Los restaurantes están abiertos y todos manejan los mismos protocolos: gel antibacterial, tapete sanitizante, uso de cubrebocas para todo el personal, caretas, mesas separadas con 2 metros de distancia entre cada una. Una cena estaba perfecta para comenzar a disfrutar de la nueva normalidad.
Con 32 grados, es imposible no sofocarse con el cubrebocas y pese a lo molesto que puede ser llevarlo, el único momento en el que me lo quité, fue cuando estuve frente al mar y por lo menos a 5 metros de distancia de alguna persona.
Los protocolos son muy rigurosos y el gel antibacterial es indispensable, se convirtió en algo vital durante mi viaje.
Las actividades están al mínimo, así que lo poco que puedes hacer es sentir la arena y oler la brisa del mar mientras reflexionas y esperas a que todo pase pronto. Quizás aún no estemos listos para regresar por completo al turismo, pero sí poco a poco, se encuentran innovando para poder ofrecer productos turísticos y así sobrevivir a la pandemia.
Algo tengo muy seguro, y es, que la forma en que viajamos, jamás regresará a la normalidad. Por lo pronto adiós a las fiestas nocturnas, a las pláticas en bares durante horas, quizás, encontremos una nueva forma de seguir viajando.