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Una mirada al futuro; o el inminente problema de la vejez en México

Por: Martín Espinoza 25 Jul 2018
México será un país de viejos, de personas a las que nadie garantiza que dispondrán de alimentación y salud cuando más lo necesiten, aun cuando entregaron su vida al sistema
Una mirada al futuro; o el inminente problema de la vejez en México

Por demás preocupante el panorama que anticipan los estudiosos del tema de las pensiones en México, sobre todo, por la “presión” que tendrán sobre las finanzas públicas dentro de unos años ante la etapa de vejez que vivirán aquellos mexicanos que nacieron a partir de 1985 en adelante.

Uno de los análisis más recientes fue el que difundió el mes pasado la Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros (AMIS), en el cual se advierte que una persona nacida en 1985 o después, pertenecerá al 64 por ciento de la población adulta mayor con un estrato socioeconómico bajo, si sólo se atiene a lo que reciba como pensión en ese momento.

Y señala que los adultos que hoy tienen de 30 años en adelante y que en otros 30 años o menos estarán dentro de la posibilidad de jubilarse, tendrán 41.1 por ciento de probabilidades de vivir en condición de pobreza cuando sean adultos mayores. En el documento “Administración de Riesgos Públicos para la Población Adulta”, elaborado por expertos, se indica que de acuerdo con las expectativas de vida hoy día, la población de referencia vivirá —por lo menos— hasta los 82 u 84 años de edad; es decir, después de cumplir 65 años y pensionarse deberá enfrentar gastos personales por los siguientes 17 o 19 años.

El gran tema en toda esta prospectiva social es la población que en la actualidad desarrolla su actividad laboral en la informalidad y que según cifras del INEGI alcanza ya a casi 6 de cada 10 mexicanos (56 por ciento de la Población Económicamente Activa), ante la falta de oportunidades que existen debido al débil crecimiento de la economía nacional. Es por ello que el pronóstico social advierte graves problemas de sobrevivencia, alimentación y salud para millones de mexicanos que hoy tenemos por lo menos 30 años de edad en adelante. Y, peor aún, quienes hoy engrosan las filas de la informalidad laboral o, incluso, quienes hayan cotizado a la seguridad social durante poco tiempo.

Lo más dramático del caso es que actualmente poco o nada se hace por revertir esta situación y darles mayores posibilidades a los jóvenes de tener una pensión digna en unas tres o cuatro décadas. Las acciones tomadas se han reducido a tratar de “convencer” a los trabajadores de ahorrar de manera voluntaria o adquirir un seguro que les garantice un mejor nivel de vida cuando ya no puedan trabajar y obtener ingresos “extra” en la vejez. La realidad económica del día a día le impide a un buen número de ellos ahorrar de manera adicional a lo que por ley se le retiene como Fondo para el Retiro y, peor aún, adquirir un seguro de retiro.

Otra consecuencia de lo anterior es la necesidad de tener que trabajar cuando se es adulto mayor. Centenares de comercios privilegian como una de sus políticas de empleo dar oportunidad a personas mayores de laborar en trabajos sencillos en tiendas de autoservicio, por ejemplo. Muchas veces ese es el “disfraz” que esconde la ineficiencia de un estado que poco a nada hizo en su momento por la gente que hoy pertenece a ese nivel de edad.

De ahí que se subraye que quienes hoy tienen de 33 años en adelante irremediablemente pertenecerán al 64 por ciento de la población adulta mayor de estrato socioeconómico bajo o medio que requiera seguir trabajando para subsistir y que tendrá que contribuir al ingreso de su hogar o mantenerlo del todo con una probabilidad del 37.7 por ciento, lo que profundizará la inequidad en el ingreso que hoy vive el país.

El Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP), señaló el año pasado que el sistema de pensiones en México es desigual entre individuos y generaciones, con riesgos de sostenibilidad por la carga presupuestaria y fiscal que representa para el país, y los recursos que se destinan al rubro de pensiones en instituciones de educación superior y en entidades federativas carecen de transparencia.

No existe una política de pensiones en el país; en todo caso, podemos hablar de muchos sistemas de pensiones que se han ido creando para solucionar ciertas circunstancias a manera de parches. Lo anterior se agrava con la transición demográfica que provocará, como ya vimos, que haya más adultos mayores demandando pensiones dignas y durante más tiempo, lo que significa con el paso de los años mayor pensión al gasto público de los próximos gobiernos.

El tema se ha convertido en una verdadera bomba de tiempo. ¿Habrá alguien que pueda y quiera revertir la situación?

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