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¿Uber, Cabify, Lyft y Didi están condenados a desaparecer?

Escrito por:Iván Montejo

Las “empresas de tecnología” que niegan ser nombradas de transporte, llegaron a revolucionar la movilidad en nuestras ciudades. Vieron un vacío en el reino que los taxistas dominaron por años y generaron un imperio que ha empleado a millones de personas alrededor del mundo.

Este impacto nos llevaría a pensar que se trata de exitosas empresas con ganancias similares a Google, Amazon o Walmart; pero la realidad es que ninguna ha producido un solo peso e incluso se han tratado de una pérdida de dinero constante para sus inversores.

Quemando dólares

A pesar de aumentar sus viajes en un 35 %, el más reciente reporte de ingresos de Uber muestra un futuro decepcionante: en el segundo cuarto de este año la empresa perdió 5,240 millones de dólares; mientras que su competidor estadounidense, Lyft, perdió 644 millones de dólares en ese tiempo. El escenario no es diferente para Cabify, Libre Mercado apunta que la empresa española el año pasado perdió 4 millones de euros, lo que representa el 2.7 % de sus ventas; pérdidas que se quedan cortas si se comparan con las de Didi en el mismo periodo, que fueron de 1,600 millones de dólares.

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El mayor problema se encuentra en la dura competencia del mercado. Parece que los viajeros y conductores cada día son introducidos a una nueva plataforma donde las ganancias prometen ser mayores y los precios menores. Nuevas ofertas que obligan a las otras empresas a seguir esta tendencia, gastando millones de dólares en el proceso.

De esta manera, no es posible aumentar los precios o reducir las ganancias de los conductores, Uber y sus símiles saben que si realizan esta acción los usuarios los abandonarán por una de las múltiples opciones que están en la App Store. Una lucha para ver quién lanza a la fogata más dinero.

Estas nuevas empresas de tecnología tienen un modelo de negocio novedoso: son conscientes que los primeros años verán pérdidas constantes, pero con el tiempo podrán ser rentables y conquistar el mercado. El problema es que Uber, la empresa que comenzó la aventura, tras estar en el mercado diez años, parece que cada trimestre cae a un nuevo vacío y sus competidores parece que lo están siguiendo al precipicio.

Sacrificar a los conductores, ¿la única solución posible?

El economista Leonard Sherman de la Columbia Business School advierte que esta tendencia no puede continuar: “Desde el principio, Uber apostó que podría alcanzar la dominación mundial, erradicando las compañías de taxis y los competidores de viajes compartidos, todo para ejercer el poder monopólico de fijación de precios en cientos de mercados metropolitanos. Sin embargo, parece que Uber perdió esta apuesta con su precipitada carrera  en una industria que históricamente ha mostrado un bajo potencial de ganancias”.

Ante este escenario, parecería extraño que inversores continúen invirtiendo su dinero en empresas condenadas al fracaso. La realidad es que la apuesta tiene sus ojos en un futuro sin conductores, escenario donde el “viaje compartido” vería de regreso todo el dinero perdido.

Uber recientemente presentó su nuevo modelo XC90 SUV, en colaboración con Volvo, y espera que las pruebas en calles públicas lleguen en 2020. Por su parte, Lyft en colaboración con Wymo, subsidiaria de Alphabet, ya está realizando las primeras pruebas de viajes compartidos autónomos en una pequeña área de Phoenix, Arizona.

No sabemos si estas empresas podrán llegar a este futuro a costa de los dólares de sus inversores. Lo que sí se puede ver con claridad es que en cualquier escenario los conductores serán los que perderán, ya sea por la desaparición de estas empresas o por la adopción de la conducción autónoma.