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“Tortas”, “Barbies” y “Cochilocos”, o el extraño mundo de los alias del narco

Por: Iván Montejo 10 Jun 2019
Cada día los alias del Narco encabezan los mayores diarios del país por sus terribles actos y riquezas, pero ¿qué hay detrás de ellos?
“Tortas”, “Barbies” y “Cochilocos”, o el extraño mundo de los alias del narco

 

Recientemente las autoridades de la Ciudad de México capturaron a El Jamón y a El Tortas, nombres que para la mayoría eran desconocidos, pero por años aterrorizaron el mundo criminal de la gran urbe.

Al emprender la senda de la delincuencia se debe adoptar una identidad nueva, ninguna persona utilizaría su verdadero nombre cuando está fuera de la ley o se encuentra en un mundo lleno de violencia. Con el tiempo parece que los alias cobran una vida propia, controlan a sus poseedores y los llevan a cometer actos inhumanos.

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Entre monstruos y átomos

Se trata de un fenómeno que por años nos ha torturado y que llevó a Robert Louis Stevenson a escribir sobre el bien y el mal en El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde, su historia que se adentra en la doble personalidad de un hombre que combate constantemente con la violencia que se encuentra en su interior.

Esta idea se retomó en Breaking Bad donde Walter White, un profesor de química cualquiera, decide comenzar a cocinar y vender metanfetamina.  El atemorizado maestro al entrar al mundo del narcotráfico se convierte en un despiadado hombre capaz de cualquier cosa con tal de conseguir lo que desea.

Este ser debe tener una identidad distinta y Walter elige a Heisenberg, una clara referencia a la relación de indeterminación de Heisenberg, que en mecánica cuántica hace referencia a la ambigüedad de partículas subatómicas, que entre más conócenos una parte de ella, menos conocemos la otra.

De esta manera, es imposible tener una visión total de un elemento, mientras más queremos abundar en una parte de su naturaleza, obviamos y ocultamos los otros aspectos de su esencia.

 

Me dicen…

La referencia científica que escogió Vince Gilligan, creador de Breaking Bad, es más que pertinente. Los alias en el mundo del narcotráfico crean una nueva identidad, un nombre que hace imposible verlos de una manera objetiva y ocultan cientos de verdades que jamás serán encontradas.

En ocasiones se tratan de alter egos descriptivos: por la estatura, como el caso de El Chapo, Sergio Enrique Villareal, El Grande; por el color de piel, en el caso de  La Barbie  o  El Azul; e inclusivamente por su ropa, se dice que a Julián Zapata Espinoza le apodaron El Piolín por vestir muchas prendas amarillas.

No obstante, en muchas ocasiones sirven como advertencia. Osiel Cárdenas Guillén obtuvo el nombre El Mata Amigos al asesinar a Salvador Gómez Herrera para tomar el control del Cártel del Golfo; El Pozolero nació cuando Santiago Meza López cobró fama por disolver los cuerpos de más de 300 personas en sosa cáustica; y le empezaron a decir a Jaime González Durán El Hummer cuando le prohibió a toda persona comprar o poseer el famoso vehículo.

Es a través de estas historias y nombres con la que racionalizamos el caos, una explicación ante los grados de violencia que aterrorizan diariamente las calles mexicanas. Al final de cuentas, es preferible deshumanizar y construir monstruos a pensar que los seres capaces de las peores atrocidades también son padres, hermanos e hijos.

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