Como para muchos treintañeros, la voz de Dolores O´Riordan forma parte de mi educación musical y sentimental. En mi caso, la escuché por primera vez en la adolescencia, dándole vida a canciones tan enérgicas y políticas como “Salvation”, recordando la batalla entre los sueños expectantes y la dura realidad en “Linger” y “Dreams”, o levantándose con valentía sobre los restos de una Irlanda pulverizada por la guerra civil y religiosa en “Ode to my family” o “Zombie”.
La atracción de la voz cristalina y levemente grave de Dolores contrastaba con su gesto un poco duro, además de su cuerpo delgado y pequeño. Bailaba poco, casi simplemente en sus conciertos, moviendo la cintura o los brazos con una especie de timidez que contrastaba con el carácter del nuevo ciclo de canciones que llevarían a su grupo al mainstream: “Animal Instinct”, “Promises”, “You and me”.
En aquel Bury The Hatchet (1999) de mi preparatoria, la lírica de protesta política de Cranberries había cedido paso a un “nuevo comienzo” en palabras de Dolores. Me atrevo a decir que ahí la conocimos por primera vez, como público y fans, de manera más personal. Había dejado de cantar el dolor de una sociedad devastada para narrar sus descubrimientos individuales, desde el nacimiento de su hijo Taylor, al enojo de una relación fallida o la posibilidad de un amor mucho más puro y menos egoísta.
Para quienes seguimos la voz de Dolores, los encuentros y las separaciones con The Cranberries o la prensa musical llegaron a pasar a segundo plano. Sí, era la vocalista de una banda insignia de los años 90 que logró vender 40 millones de discos alrededor del mundo. Nos había dado cierta belleza y conciencia de los escombros bélicos.
Pero sobre todo era Dolores, una voz reconocible y con un nombre propio, como podemos decir de un puñado de mujeres extraordinarias que reconocemos con los ojos cerrados: Bessie, Billie, Ella, Janis, Dolores… O al menos eso podrían decir muchos fans de mi generación.
Al momento de escribir estas líneas, no hay detalles precisos sobre la muerte de la cantante, ocurrida en Londres, donde grababa una pequeña sesión. Dolores O`Riordan, nacida en Limerick en 1971, falleció hoy a los 46 años de edad. Que descanse en la paz de su música, mientras su voz nos rodea y nos sobrevive.
Por Adán Medellín