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Simpatía por el Chapo

Por: Jafet Gallardo 05 Jun 2018
Por Arturo J. Flores Fotografías de Fernando Aceves / Cortesía de Ocesa Mick Jagger siente simpatía por el mismísimo demonio. […]
Simpatía por el Chapo

Por Arturo J. Flores

Fotografías de Fernando Aceves / Cortesía de Ocesa

Mick Jagger siente simpatía por el mismísimo demonio. Me queda claro cuando lo escucho bromear sobre la captura del Chapo desde el escenario del Foro Sol: “Sean Penn vino al hotel a entrevistarme, pero me escapé”. Pero tanta simpatía sentimos nosotros por él que nos parece simpático su comentario. Nos reímos.

Y ahora mismo, yo lo escribo. Viejo diablo.

Esa misma ironía percibí en otro momento al principio de esta noche.

“Se les solicita por favor no correr”. Eso brota de las bocinas del Foro Sol. Rocío y yo nos volteamos a ver con cara de “ya ni la burla perdonan”. “Los fans de los Rolling ya no corren”, me dice ella mientras nos dirigimos hacia la zona B del recinto. En el camino nos encontramos con Fernando Delgadillo, que posa para innumerables selfies con los fans de Jagger y compañía. El autor de la llamada “canción informal”, metido con calzador en algo llamado “nueva trova” que ni es nueva ni es trova, sonríe a la pléyade de celulares que titulan delante de su rostro. Es el mismo que en uno de sus temas canta: “Hoy en tu cumpleaños podría no sé, conseguirte, media toneladas de flores (…) un disco de los Rollings…”.

El santo grial oficial de los Stones

Es lunes y el cuerpo lo sabe. Podremos no correr como ninfas perseguidas por un sátiro, pero nos alcanza la energía para huir de puesto en puesto de cerveza hasta dar con el vaso conmemorativo. El que tiene impresa la lengua. El que está lleno de espuma caliente pero te sumerge en ese letargo exquisito.

Los Rolling Stones –como se les llama cariñosamente en Latinoamérica– porque el anglicismo “The” sólo es para los arrogantes que sienten que nacieron en Buckingham aunque se apelliden Esparza, deben estar calentando en sus camerinos en este momento.

Los Rolling son de la banda, le pertenecen al que washea sus canciones.

Me imagino a Mick vocalizando, a Ron y a Keith calentado los dedos para que a sus setentas no los invada la artritis, a Charlie golpeando un cojín para poner a tono la muñeca izquierda, la que controla la tarola. Los imagino bebiéndose un trago, fumándose un cigarro, echándose unas risas antes de salir a hacer lo que han hecho centenas o miles de veces en su vida: tocar sus canciones.

-Ni frío hizo y yo aquí traigo un suéter en la mochila –me confiesa Rocío.

-Yo también –le digo.

Dadme un hit y moveré al mundo

A este Foro Sol que según la promotora lo habitaron 60,000 stonianos (la pasión por los ingleses admite ya su propio gentilicio), sólo le faltó que lo visitara Dr. Who. La indumentaria de varios representó un viaje en el tiempo. Lo mismo por los sombreros con mechas que por los blusones amplios de ellas. Cuerpos que en los años 60 debieron ser esculturales pero que el tiempo se ha encargado de encorvar.

A Rocío y a mí se nos hizo tarde. Debimos correr como nos lo advertían por las bocinas, pero no alcanzamos a ver a los abridores. Sin embargo, me cuentan que a Little Jesus le fue bien tirándole a ni fu ni fa. Seguro a los stonianos le cayó “de variedad” que un “conjunto moderno” se subiera al escenario antes que el grupo al que vinieron a ver. Así pasa cuando te vas de “reventón”. Porque los stonianos también hablan su propio idioma.

A las 9 comienza a proyectarse un video en el que se ilustra el periplo latinoamericano de la banda formada en 1962. Cada vez que entre el collage de imágenes aparece la cara de Jagger, de Richards o de Wood (a Watts no lo alcanzamos a cachar), la turba responde como un gigantesco perro pavloviano: comienza a salivar.

Después de un breve cómo están, los británicos entregan el más conveniente de sus hits para comenzar: Start me up. Luego una declaración de principios: It’s only rock and roll but I like it. Y como si fuera un tercio de banderillas en el lomo de un toro, nos encajan Tumbling dice.

-¿Ya viste a ese señor? –me da un codazo Rocío.

-¿Qué tiene?

-Está llorando.

Como si no todos los ojos estuvieran encima suyo, Los Rolling se visten de colores estruendosos como su música. Se mudan la camisa cada dos o tres canciones. Richards de tenis verdes; Ron de camiseta amarilla, Charly con sudadera bajo la playera y Jagger, pese a la puntualidad inglesa, de-morado.

Mick ha ensayado su castellano, especialmente sus groserías: “¡Qué chingón estar aquí!”. También memorizó sus preferencias etílicas: “Antes tomábamos tequila, ahora tomamos mezcal” y hasta se da el lujo de hacer su comentario acerca del Chapo.

-Pero qué caray si te atraparon –le comento a Rocío –si la banda de rock más grande sobre la tierra hizo un comentario sobre ti, ya pasaste a la historia.

Millenials y milleniolds

A los Stones no se les agradece la novedad, sino la costumbre. Que toquen sus hits, como Wild horses, Brown sugar o Street fighting man, que se interpreta bajo pedido vía Internet, y que suenen como los sobrevivientes de su época, los más viejos, y los más jóvenes recién llegados a su historia, que los hay y muchos, las recuerdan.

Porque también vinieron millennials entusiastas, hipsters barbudos, lobukis que viajaron en primera clase del tren del mame, arqueólogos de otras épocas y hasta a quienes no les alcanzó para los boletos de 300 y se conforman, pero se emocionan, de mirar a los Rolling desde el puente que atraviesa Río Churubusco. Incluso cuando Rocío y yo caminamos al metro nos encontramos con tres casas de campaña que aguardan el momento en que salgan a la venta los boletos de Radiohead, pero que esta noche mueven el piecito al ritmo de You can’t get always what you want y Satisfaction.

Cuando suenan el encore, Rocío y yo ahora sí corremos, como si fuera el Chapo quien va detrás de nosotros para cobrarnos una deuda, rumbo al metro. La voz de Jagger, las guitarras de Wood y Richards, la batería de Watts y el bajo del único Stone que nunca envejece, Darryl Jones, se van haciendo acallando a medida que el Foro Sol hace más pequeño.

Ayer la CDMX se dividió entre los que vimos a los Stones y los que no.

¿Necesitas una razón para venir el jueves al segundo concierto?

#PorqueYOLO

Ellos, en cambio, vivirán por siempre.

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Jafet Gallardo DIGITAL EDITOR Me gusta capturar historias en video y escribir mis aventuras de viaje. El conejito se volvió mi mejor amigo.
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