Redes Ocultas: Tenemos que hablar de Michael y ¿dejar de escuchar su música?
En 2005 Michael Jackson fue la víctima, una oscura familia buscaba hacerse millonaria a costa del Rey del Pop acusándolo que haber tenido relaciones sexuales con Gavin Arvizo, su hijo de 13 años. La opinión pública inmediatamente saltó a defender al pobre hombre, la estrella nunca había sido normal y solamente se trataba de un niño en el cuerpo de un adulto, a quien extrañamente le gustaba dormir con menores; pero hasta ahí, una persona con el “complejo de Peter Pan” no podría pensar en cuestiones sexuales.
La mayoría se comió la retórica de la defensa, o tal vez optó por creerla para disfrutar si culpa a uno de los mayores artistas de la generación. No obstante, la barrera de protección acaba de ser derribada por el documental de HBO Leaving Neverland, que se adentra en la serie de abusos sexuales a menores que Michael Jackson cometió a lo largo de su vida.
Los hechos
El documental es el martirio que vivieron Wade Robson, Jimmy Sagechuck y sus familias. Con anterioridad escribí sobre la necesidad de exponer los crueles detalles de los criminales con el fin de disipar cualquier simpatía, y este documental sigue a la perfección esta fórmula. Leaving Neverland es un relato de cuatro horas que expone con todos los detalles lo que implica el abuso sexual a un menor.
Para mí, tras los detallados y terribles testimonios de Robson (quien testificó a favor de Michael en el juicio de 2005, pero en el documental confiesa que fue obligado a mentir) y Sagechuck queda algo claro: Michael Jackson no era una extraña persona con “espíritu infantil” que amaba a los niños, era un pedófilo que abusó de menores por años y en el proceso destruyó vidas y familias.
Los hechos iniciaron la tormenta, los más fieles seguidores de Michael Jackson acusaron al documental y a las víctimas de intentar hacer dinero, de atacar cobardemente a una persona que no se puede defender y de intentar manchar el legado del Rey del Pop. Los que creyeron a Leaving Neverland comenzaron a realizar un veto al artista y su obra, no pueden disfrutar la música de una persona que por años abusó de niños.
¿Y qué pasa con ‘Thriller’?
Ese es el problema con el que la mayoría nos enfrentamos. Nosotros no fuimos abusados y sólo podemos juzgar con lo que vemos y leemos; sin embargo, sí podemos escuchar su música y ver sus videos, ¿lo seguimos haciendo?
Siento que el gran problema es una especie de “diosificación” de las personas. Existen cantantes, músicos, actores, pintores, deportistas y escritores que cambian generaciones, que tienen un talento que revoluciona su medio. Naturalmente, nos sentimos atraídos a esas personas, llenamos estadios para verlas, compramos sus obras y esperamos atentamente que nos “bendigan” con su sabiduría. Le damos un poder inconcebible a una persona que no conocemos y estoy seguro que no estamos hechos para lidiar con ese tipo de supremacía.
Los ejemplos sobran: R. Kelly y sus “esposas” menores de edad, Harvey Weinstein y su acoso sexual, Dylan y Woody Allen, la ocasión en que William S. Burroughs mató a su esposa, Elvis Presley y su esposa de 14 años, e incluso el racismo de Phil Anselmo, ¿a cuántos más idolatramos sin conocer su lado oscuro?
Es difícil dejar de ver Annie Hall y Pulp Fiction, leer Naked Lunch, cantar ‘I Believe I Can Fly’ y mover la cabeza violentamente con ‘Domination’ o bailar con ‘Jailhouse Rock’, ¿los perdonamos por su gran talento o dejamos de consumir todo en lo que estuvieron implicados?
Honestamente no me gusta ninguna de esas opciones. Quiero seguir escuchando a Pantera y ver las películas que Weinstein produjo sin tener ningún remordimiento de darles más poder a aquellos que abusaron de su posición. No obstante, estoy seguro de dos cosas: que no es correcto idolatrar a una persona a pesar de su talento y de que jamás escucharé ‘Invincible’ de Michael Jackson de la misma manera.
