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Rasputín; historias sexuales del plebeyo que controló un imperio

Por: Iván Montejo 26 Ene 2021
Para muchos fue un monje obsesionado con el sexo y con un deseo sexual insaciable; para otros se trató de un hombre de fe y un padre ejemplar, ¿cuál fue la realidad? ¿un ser venerable o un pecador?
Rasputín; historias sexuales del plebeyo que controló un imperio

Rasputín encontró en el misticismo una fuerza que lo llevó a ser el confidente más cercano de Nicolás II, el último zar de Rusia. Nadie conocía con certeza su origen y muchos rumoraban que tenía poderes mágicos o que era el amante de Alejandra Fiódorovna Románova, la emperatriz. A pesar de los murmullos, el antiguo peregrino nunca los desmintió ni los confirmó, sabía que su fortaleza estaba en la ambigüedad.

Un hombre, dos historias

El misterio en el que se envolvió Rasputín sigue hasta nuestros días, e incluso creció gracias a la historia oficial. Durante la Unión Soviética, los historiadores oficiales centraron sus estudios en crear una leyenda negra de los zares rusos, calificaron su pasado inmediato como una era donde el fanatismo y la brutalidad reinaron. Una edad oscura que sería superada con el nuevo régimen.

Bajo este espectro, Rasputín se convirtió en el monje diabólico que controló a todo el Imperio. Un hombre que tenía un ímpetu sexual que ninguna mujer podía saciar, un alcohólico que participaba en múltiples orgías y que llevaba a la misma emperatriz a participar en sus depravaciones.

Con la caída de la Unión Soviética la historia cambió, se realizaron esfuerzos para rescatar la historia de la Rusia Zarista y con ella a la figura de Rasputín. El hijo de campesinos se transformó en una historia de superación, un hombre pobre que logró llegar hasta el círculo más alto. La magia se convirtió en fe, se vio como un gran hombre religioso que amaba a su familia y que demostraba su devoción cuidando del Imperio.

El nacimiento de un profeta

Entre esta guerra de voces, la afirmación que más causó revuelo es el aura sexual que lo rodeó. Los rumores se remontan al tiempo en el que fue concebido, en 1869; se dijo que su padre constantemente deseaba a su esposa, incluso cuando ella estaba embarazada. Aparentemente su deseo no terminaba con el sexo convencional, ya que la obligó a tener sexo anal cuando su amada estaba a punto de dar a luz a Rasputín.

 

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Muchos aseguraron que la perversidad del extraño monje tuvo origen en la perversión de su progenitor, pero no se conoce con certeza si esta versión es real. De lo que sí hay pruebas es que los padres de Rasputín eran una pareja de iletrados que habitaban en Pokróvskoye, un poblado perdido de Siberia.

Se conoce que durante su juventud fue acusado de robar caballos, una pena grave en Rusia que se castigaba con la muerte. Aparentemente, cometió este crimen ocasionalmente, pero se creó un mito que convirtió a su familia en un grupo experto en el hurto de equinos.

El robo sólo era uno de sus pecados, desde pequeño tuvo una obsesión por el vodka que lo acompaño por toda la vida. Los vicios hacían que entrara en un conflicto espiritual, lo que lo llevaba constantemente al monasterio Znamensky. Fue en ese sitio donde conoció a Praskovya Dubrovina, una sirvienta de 18 años que se convirtió en su esposa, relación que mantuvo a lo largo de su vida.

El peregrino

Tuvo una vida tranquila con su esposa durante diez años, pero en 1897 una visión cambió todo. Según Rasputín, un día se le apareció la Virgen María, quien le mencionó que debía dedicar su vida a quitar el pecado del mundo. La visión fue tal que inmediatamente abandonó a su familia para realizar una peregrinación al monasterio de San Nicolás en Verkhoturye. Las versiones sobre este hecho son diversas y sus detractores mencionan que salió de su ciudad natal huyendo de sus crímenes.

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Su salida de Pokróvskoye cambió la historia de Rusia para siempre y creó a una de las figuras más enigmáticas de la historia. Pasó de ser un plebeyo a un staret, un peregrino religioso que vivía de la generosidad del otro durmiendo en hogares ajenos. Estas personas eran admiradas como guías espirituales dignas de admiración, mientras que las autoridades les temían porque no vivían bajo la norma establecida.

Caminaba 50 kilómetros diarios con grilletes sin importar el clima, realizaba ayunos que duraban días y aprendió fragmentos de la Biblia. Según sus seguidores, sus palabras revivían los pasajes del texto sagrado, su mirada parecía adentrarse en lo más profundo del alma y con unas cuantas frases podía manipular hasta al hombre más testarudo.

Durante este peregrinaje encontró a su maestro espiritual: Makary, un viejo ermitaño que tenía su carisma inspirado en Dios. Fue con él con quien aprendió a leer y conocer todos los secretos de la religión Ortodoxa. Para Rasputín se trataba de uno de los mejores hombres del mundo, pero su presencia fue corta debido a sus seguidores, a los que acusó de participar en ritos homosexuales.

Con Makary se dio cuenta que la vida en un monasterio no era para él y continuó con su tortuosa peregrinación. Rara vez se bañaba, dejó crecer su barba y recorrió cada rincón del vasto territorio ruso.

 

Rasputín-historia-con-monje

 

Extraños encuentros religiosos

Fue durante este periodo cuando se le relacionó con la secta Jlystý. Durante varios años, la Iglesia Ortodoxa rusa tuvo un grave problema de sedición y sectarismo. Surgieron una gran cantidad de grupos que realizaron su propia versión de la religiosidad, como los skoptsy, que practicaban la autocastración y la mutilación de los pechos a las mujeres.

El grupo al que supuestamente se sumó Rasputín en principio se asociaba a los cristianos, pero reinterpretaba toda la tradición. Sus particulares ritos comenzaban con una danza donde los participantes giraban religiosamente, al igual que los derviches, pero iban un paso más allá al gritar y cantar durante el proceso. El constante movimiento aparentemente los acercaba a la divinidad por medio de alucinaciones y visiones. Se decía que al finalizar el rito todos participaban en una orgía donde había flagelaciones e incluso actos de canibalismo.

Los participantes de esta secta justificaban sus acciones al argumentar que los actos carnales eran parte de un sacrificio, debían experimentar el horror de los pecados de la carne para darle la salvación a la humanidad. Nunca se pudo comprobar el vínculo de Rasputín con este grupo, pero para muchos coincidía con la imagen del misterioso hombre.

Poder mágico y político

Su misticismo se comenzó a relacionar con poderes curativos. En Siberia se hablaba de un religioso que tenía la capacidad de curar cualquier aflicción, ya fuera física o espiritual. Lo que lo llevó a San Petersburgo, donde conoció a una gran cantidad de líderes de la iglesia, a pesar de los constantes rumores que tenía relaciones con todas sus seguidoras.

Gracias a esta serie de contactos, Rasputín conoció al Zar en noviembre de 1905. El monje de Siberia se convirtió en el hombre de más confianza de los Romanov por su poder curativo. Alekséi Nikoláyevich era el único varón de Nicolás II y desde su infancia su vida estuvo en riesgo por sufrir de hemofilia.

 

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Rasputín se convirtió en el cuidador personal de Alekséi, bajo su presencia el niño podía soportar los terribles dolores que le afligían. Su control sobre el heredero era tal que podía calmar el sufrimiento inclusive con una llamada telefónica.

Sin duda, el control sobre Alekséi es uno de los aspectos más misteriosos de la vida de Rasputín, está comprobado que tenía la capacidad de calmar al niño e incluso hizo que se recuperara. Existe una gran cantidad de rumores sobre cómo aliviaba los dolores, desde poderes mágicos hasta drogas misteriosas. Lo que es una realidad es que estas acciones lo convirtieron en el hombre detrás del poder ruso.

El gran motivador de las habladurías curiosamente fue el mismo Nicolás II y su esposa Alejandra Fiódorovna. Por temor a críticas de la oposición, no permitieron que se supiera la razón por la que Rasputín se encontraba con ellos, lo que generó una gran cantidad de especulaciones. No podía ser coincidencia que un plebeyo estuviera a un lado del Zar; muchos aseguraron que era el amante de la emperatriz, otros defendían que los tenía hipnotizados. Se crearon mentiras alrededor de su figura y Rasputín encontró en ellas su fortaleza.

 

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El fin del encanto

La Primera Guerra Mundial cambió toda la estabilidad de la corona rusa. Años atrás, su derrota frente a Japón había sido una contienda militar que para muchos demostró que el tiempo de los Zares formaba parte del pasado; con el gran conflicto europeo, estas voces cobraron fuerza y cuestionaron su autoridad, la revolución se aproximaba.

En este ambiente, la figura de Rasputín únicamente debilitaba a la autoridad, era inconcebible defender a un régimen que estaba controlado por un fanático religioso que aparentemente tenía poderes mágicos. Razón por la cual se comenzó a planear su asesinato.

 

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El primer intento lo realizó Chionya Guseva, una rusa de 33 años en 1914, quien incrustó un cuchillo en el estómago de Rasputín, pero él, a pesar de la herida, logró sobrevivir. La mujer aseguró que actuó sola, pero varias personas sospecharon que había sido motivada por nobles de alto rango.

Un grupo comandado por el príncipe Felix Yusupov organizó el atentado que terminaría con la vida del siberiano. En el hogar del líder, el plan era envenenar a Rasputín con pasteles llenos de cianuro, pero no murió, incluso tomó tres copas de vino, que también contenían la sustancia.

Harto Yusupov decidió dispararle en el pecho, y convencido de su muerte se dirigió al departamento de Rasputín para dejar las cosas del monje y simular que había regresado. Cuando regresó a la casa de Felix, el hombre que supuestamente había muerto se levantó y lo atacó; asustado, el príncipe subió a su casa y Rasputín huyó.

En la nieve los hombres lo alcanzaron y le propinaron dos disparos más, uno de ellos en la frente. Envolvieron el cuerpo y lo lanzaron al río Malaya Nevka en San Petersburgo. Su cuerpo fue encontrado a la mañana siguiente con signos de congelación, se encontraron tres heridas de bala, pero no se halló ninguna muestra de veneno.

¿El pene más grande del mundo?

Los rumores sobre la increíble vida sexual de Rasputín en buena parte se centraban en el tamaño de su miembro que, de acuerdo con la leyenda, medía 33 centímetros. Razón por la cual se dijo que después de su asesinato, sirvientas se acercaron al cuerpo para mutilarlo y salvar el preciado pene.

Aparentemente, en los años veinte, un grupo de rusas compraron el miembro en París y por años lo guardaron en una caja de madera y lo adoraron como una reliquia sagrada. La hija de Rasputín, María, se enteró de este hecho y exigió su devolución. En teoría lo mantuvo en su posesión hasta que murió en California en 1977.

 

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Tras una serie de vicisitudes, el pene fue mostrado por primera vez en el Museo Ruso de Erótica, en 1994. El dueño aseguró que lo compró de un coleccionista francés por 8 mil dólares, pero todo parece ser parte de un engaño, ya que en el pasado, los hombres que realizaron la autopsia aseguraron que el cuerpo no fue mutilado y fue enterrado intacto. Probablemente el supuesto pene de Rasputín que en la actualidad de exhibe se trata de un pepino de mar o del miembro de un caballo.

Rasputín encontró en el misticismo su poder, los rumores e historias lo fortalecían, nadie sabía el origen de su poder y eso lo convertía en una figura digna de temor. Sus historias sexuales únicamente avivaron el fuego que forjó al monje más influyente de la historia.

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Douglas Smith, Rasputin. Faith, Power, and the Twilight of the Romanovs

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