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Ramiro Lapiedra: el hacedor de estrellas (porno)

Por: Arturo Flores 17 Oct 2018
La pareja y manager de Apolonia Lapiedra es un reconocido productor de actrices para adultos (todas son sus exnovias), pero también ha escrito libros y dirigido películas de cine convencional.
Ramiro Lapiedra: el hacedor de estrellas (porno)

La pareja y manager de Apolonia Lapiedra es un reconocido productor de actrices para adultos (todas son sus exnovias), pero también ha escrito libros y dirigido películas de cine convencional.

¿Por qué te interesó el porno?

Yo estudiaba Derecho, pero la carrera dura 5 años y yo llevaba 7, ¡me estaba costando mucho! Me di cuenta que lo mío era el cine, así que me apunté a una escuela de cine y empecé a dirigir cortometrajes. Tenía una novia, Cecilia Gessa, con la que veía mucho porno en la intimidad, lo típico en una pareja, hasta que un día dijimos: ¿Por qué no hacemos una pequeña película porno? Ella sería la estrella y yo, el director. Después de eso, se cambio el nombre a Celia Blanco y se hizo súper famosa.

La hiciste súper famosa, hay que decirlo.

Me convertí en un manager que intentó lo que nunca se había intentado, que una actriz porno apareciera en medios convencionales, desde revistas del corazón hasta reality shows. Celia fue la primera actriz porno en aparecer en la portada de El País Semanal, la revista más importante de España. Incluso salió en Playboy en nuestro país, cuando Playboy lo que muestra no es pornografía, sino algo mas artístico. Fue la primera chica con la que salí y la convertí en estrella porno más allá del mundo del porno. Después vino Lucía Lapiedra, la primera que llevó mi apellido como marca. Ella ganó el reality Supervivientes.

¿Nunca te llamó ser actor como a la mayoría de los hombres?

Antes de dirigir una película grande, hice una escena con Celia y me gustó, pero me metí tanto en la producción que el estrés no me dejó seguir actuando. Porque mis producciones eran muy elaboradas. Ahora estoy trabajando con Movistar Plus haciendo un reality con Apolonia. Nos despertamos a Apolonia, la grabamos desayunando y yendo de compras. Siempre incluimos una escena sexual, sobre todo algo lésbico, y ahí es donde yo intervengo. Interactúo con las chicas, las desvisto y juego con ellas.

La Coca-Cola del Porno

Salvo contadas excepciones, los hombres no suelen tanto éxito en el porno, ¿por qué tuviste la visión de pasarte detrás de las cámaras?

Mi objetivo era que las películas porno se parecieran un poco más al cine convencional. En España a mi marca la conocen como “la Coca-Cola porno”, porque ya son 6 chicas las que he lanzado a la fama. Con Apolonia me pasa que ya la detienen en la calle hasta familias, porque logré popularizarla en Youtube y plataformas que no son porno.

¿Cuál es el siguiente paso?

Quiero que los Goya tengan una categoría para el Cine para adultos. Existen grandes películas porno como El imperio de los sentidos o Nymphomanic que no son clasificadas como porno. A mí, en El País, me compararon con Lars Von Trier por mi película La orina y el relámpago. La querían exhibir en el MOMA en Nueva York, pero por desgracia no lo conseguimos. Hay quienes dicen que el porno es un género ridículo y aunque estoy de acuerdo en que el 99% del porno sí es, también hay westerns ridículos y muy estereotipados.

Te has relacionado con todas las actrices a las que has lanzado, ¿contigo no aplica lo de evitar mezclar el trabajo y el placer?

Es difícil crear una súper estrella, si no estás con ella las 24 horas del día. Hacer stories de Instagram lo exige. Tampoco es que convierta a todas mis novias en actrices porno. Con Apolonia estuve un año viviendo juntos, sin tener nada que ver con el porno. Había escrito tres novelas y vivíamos de eso. Una Navidad, me preguntó qué haríamos cuando se acabara el dinero de la novela, porque los libros así son. Yo intentaba con el cine convencional, pero fue ella quien sugirió: ¿por qué no probamos en el porno?

“Cuando empieza a tener sexo, me voy a otro cuarto”

¿Alguna vez sentiste celos?

He tenido toda una evolución. Al inicio fue un tipo muy celoso, incluso siendo director de porno con una novia pornstar. Estaba muy pendiente de quién era el actor y que cuando no estaba encendida la cámara no tuvieran sexo. Ahora me doy cuenta de que para que la actriz desarrolle todo su potencial, no debe existir el celo. Por eso, cuando no soy el director de las escenas de Apolonia, ni me aparezco en el set, y cuando soy el director, dirijo todo aquello que no es sexo y cuando empieza, me voy a otra habitación. Sé que si estoy presente, el actor no lo dará todo. Tener cero celos es imposible, pero entre Apolonia y yo no hay casi nada. Casi todos los casos de violencia que encontramos en las parejas, están relacionadas con la posesión de la persona. Pienso que deberíamos apoyar campañas contra los celos, porque el sexo no tiene que ver con el amor. Puedes estar enamorado de una persona, pero sentir deseos de sexo con otra persona.

¿Qué es lo que hace a una pornstar?

En una chica, busco magia y me di cuenta que Apolonia la tenía. A ella le gustó el ambiente del porno, que es igual al de un rodaje de Hollywood; hay un director, un iluminador y encargado de sonido. Eso la gente no se lo imagina. Lo único que lo diferencia es el sexo explícito. Y eso, es una mera coreografía. Greg Lansky, con quien ella trabajó en Los Ángeles, echa mano de barcos y aviones, si es necesario, para hacer la comedia. Así le decimos en el porno a todo lo que no es sexo: la comedia. Así que en una chica se busca la magia. Te ha de pasar a ti, que ves a una chica en la calle y dices: “podría estar en la portada de Playboy”, pero por todos los prejuicios que existen, no te atreves a proponérselo. Así me sucede a mí con el porno. Con Apolonia, queda demostrado que para una chica de más de 18 años que tenga la magia, el porno es una opción. Cualquiera se puede grabar teniendo sexo, pero convertirse en una Apolonia Lapiedra, una Sasha Grey… eso es otra cosa.

Ramiro Lapiedra: el hacedor de estrellas (porno) 0

Fotografía de Nancy Granados @nanmorada

En su libro biográfico, Nacho Vidal recomienda que para iniciar en el porno, hay que tener a tu lado a una chica.

Como actor, sí. Porque tratándose de chicos, todos quieren hacer su escena para tener sexo; pero en cambio, las chicas son pocas. A los productores sólo nos interesa un actor cuando viene acompañado de una actriz.

“Las MILFS son las mejor pagadas”

¿Qué vida tiene una actriz porno?

La gente cree que es corta, pero es todo lo contrario. Pueden empezar desde los 18, pero a partir de los 30 años se convierten en MILF (Mother I’d Like to Fuck) y son mucho mejor pagadas. Las teens, chicas de 19, 20 y 21 años, están muy bien pagadas, pero después de los 30 se convierten en el rango mejor remunerado. Son las maduras que parecen madres, una Alexis Texas o una Kendra Lust, que tiene 40 años ¡y arrasa con todo! Tiene un cuerpo de gimnasio y millones de seguidores.

¿Qué opinión te merece Erika Lust y su porno feminista?

Es una reina del marketing. Se parece a mí en que sabe venderse. Ha vendido una gran imagen del sexo feminista, pero si final, si lo analizas es lo mismo. Presenta el sexo feminista como algo “más trabajado”, pero gente como Lansky trabaja la iluminación incluso mejor que Erika Lust y no por eso se llama feminista. El sexo es sexo, al final, si la diferencia es que hay más cunnilingus o más sexo cariñoso, tampoco hay mucha. Yo prefiero luchar por reivindicar el porno en su totalidad, que se reconozca al Cine para adultos como género en los Goya.

¿Va le pena hacer un porno con historia?

He ahí el dilema. Yo empecé queriendo revolucionar el porno a través de los guiones, pero llegado a la conclusión de que si quieres contar una historia, mejor elige el cine convencional. El porno es un género demasiado codificado. Puedes hacerlo bien, pero sin obsesionarte con el guion. No funciona.

Los sugar daddies, sugar momies, los encuentros swingers y otras conductas sexuales que cada vez están mucho más normalizadas en la sociedad, hace muchos años ya aparecían en el porno, ¿crees que algún papel jugaron en su aceptación popular?

Sí, el mundo liberal que está tan de moda, donde habitan los swingers, los trans y otros, ya existía dentro del porno. No se puede ocultar que hay parejas que aprenden sexo con el porno y aunque nunca defendería al porno como material educativo, sí puede ayudar a descubrir ciertas prácticas en el sexo que no sabías que te gustaban.

Hugh Hefner dijo que el era sexo y no la religión, la verdadera fuerza civilizadora de la humanidad, ¿te has tenido que enfrentar a la Iglesia?

Muchas chicas me dicen: admiro mucho a Apolonia, pero si me metiera de pornstar, mi padre me mataría. Eso se debe a la a religión, porque el catolicismo y el cristianismo son quienes se han dedicado a imponer la idea de que el sexo es algo malo.

 

Woody Allen dije que si el sexo es sucio, está bien hecho. ¿Cómo director existe alguna categoría con la que no te interesa experimentar?

Además de Woody Allen, admiro mucho a Georges Bataille. Él decía que la gracia del sexo radicaba en la suciedad. Le obsesionaban las cloacas –así se refería a los genitales- y las mujeres bellas, A mi me gusta jugar con el sexo sucio, pero la escatología nunca la tocaría.

 

Se habla más de Elvis que del Coronel Parker y de los Beatles que de Brian Epstein, ¿te sientes opacado por las estrellas que haces?

Apenas se me empieza a reconocer como creador de estrellas. Pero en España estoy infravalorado. En la introducción a mi primera novela, el cineasta Agustí Villaronga me comparó con Stanley Kubrick y hasta yo le dije: “¡esto es muy fuerte!”. Pero eso, en España les dio igual. No quieren distribuir mis novelas o entrevistarme por mis películas que no son porno, porque vengo del mundo porno y creen que crear estrellas es proxenetismo, cuando no tiene nada que ver. Sé que a la larga se me valorará, se hablará de mis novelas aunque para entonces yo esté muerto.

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