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EL PRÍNCIPE DE LAS EQUIVOCACIONES

Por: Jafet Gallardo 17 Ene 2020
El legendario autor de Un hilito de sangre nos entrega esta ficción cachonda acerca de una fantasía sexual que todos […]
EL PRÍNCIPE DE LAS EQUIVOCACIONES

El legendario autor de Un hilito de sangre nos entrega esta ficción cachonda acerca de una fantasía sexual que todos hemos tenido alguna vez: sostener un encuentro erótico con la encargada del servicio doméstico.

Por Eusebio Ruvalcaba 

Ilustración de israel cruz

Vivo con poco dinero. Poco es lo que necesito. A veces pienso que todos necesitamos poco, pero nos hacen creer que necesitamos carretadas. Y por esa razón nos devastamos. Nos quebramos por dentro. Siempre para tener más. Y más. Lo que he tenido por carretadas son equivocaciones. Me equivoqué en el modo de educar a mis hijos. Me equivoqué en el modo de sobrellevar mi matrimonio. Y ahí sí, no había de otra, con semejante bruja con la que me casé. Pero ahí no terminan mis equivocaciones. Desde luego que no. Me equivoqué en la carrera que elegí. Soy ingeniero civil. Alguna vez tuve la opción de radicar en el extranjero y preferí quedarme en este país. Otra equivocación. Si hiciera un recuento, no terminaría.

Y ahora mismo estoy a punto de cometer una más.

Soy el príncipe de las equivocaciones. Así me pueden decir. Me va bien.

Estoy solo en casa. En cualquier momento va a sonar el timbre. Es Rosalba, la criada. La tengo que hacer mía. Llevo semanas esperando este momento. Se me antoja muchísimo. La espío siempre que hace el aseo. Si se agacha, se me para cabrón. Cuando sirve la comida, escudriño sus pechos. Por supuesto que no puede andar escotada. Mi esposa brincaría. O peor, la correría con la escoba con la que Rosalba barre. Mi esposa es una bruja. Y Rosalba una diosa. Pero en el fondo sé que sí, que tiene ganas de mostrarme sus tetas. Se ve que las tiene grandes. Enormes. Me encantaría sacárselas por encima de la blusa, que se quedaran atoradas en el brasier y mamárselas. Es de lo que tiene ganas. Como yo. Ni modo. Tiene novio. Lo primero que voy a hacer es prohibírselo. Viene por ella. Todos los días. Huevón de mierda. La espera enfrente. Recargado en el árbol. Ella sale de minifalda. Se la pone cuando se va. Aquí en la casa no podría andar de minifalda. Mi esposa protestaría. Hay dos hombres aquí en la casa y no quiero tener problemas, le diría. Pero más miedo le daría por mi hijo Bruno. Cabrón. Está guapo y es seductor. De 19 años. Su novia cursa la universidad con él. Se me olvida la carrera. Hay tantas carreras nuevas que ni siquiera dejan que los jóvenes piensen dos veces cuál seguir. Los manipulan para que elijan una carrera que a la larga ni siquiera resulta de su agrado. Nada nuevo bajo el Sol. Pero la bruja de mi mujer estaría sobre Rosalba si se imaginara cualquier cosa.

Ya sonó. El timbre está   sonando.

Me tomaré mi tiempo. Si le abro en forma inmediata se va a dar su importancia. Lo primero es hacerse del rogar. Eso es digno. Así conquisté a la bruja de mi esposa. La procuraba muchísimo, ya saben: atenciones, regalitos, sorpresas. Y de pronto le daba una desconocida. Cuando percibía yo que ya se sentía demasiado segura, la dejaba plantada. Se me olvidaba alguna fecha para ella significativa. Le decía Irma en vez de Susana. Lo que fuera. Y las cosas me salían. En lugar de enojarse, su cariño —ya de por sí empalagoso— crecía hasta ser más alto que un volcán. Más ígneo. Más puro. A mí eso me daba risa. Saber que la tenía en las manos me conmovía hasta el hartazgo.

Una vez más el timbre.

Me tardaré un par de minutos. Le diré que estaba en el baño. Apenas entre, le pondré la mano en su culito. Capaz que se voltea y me da una cachetada. O quizá sonría y me ofrezca sus labios. El dilema está abierto. Si yo he notado cierta coquetería. Cierto jalón. Como si quisiera y no. Es natural. Le tiene miedo a la bruja. Si supiera. Haremos las cosas de tal modo que jamás se dé cuenta la vieja. Nada hay más fácil que engañar a tu mujer. Son tan vanidosas que se la viven en la estupidez.

Allá voy.

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Jafet Gallardo DIGITAL EDITOR Me gusta capturar historias en video y escribir mis aventuras de viaje. El conejito se volvió mi mejor amigo.
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