Poligamia y bondage; el erótico origen de la Mujer Maravilla
La princesa Diana de Temiscira no se encuentra en ningún texto griego antiguo, a pesar de su importancia entre las amazonas. Se trató de una heroína oculta para el resto del mundo, pero en 1941 se contó por primera vez su historia.
El hombre detrás de la Mujer Maravilla fue William Moulton Marston, un doctor en psicología que decidió incursionar en el mundo de los cómics. Diana en la fachada provenía del mundo griego, resultado de la mente de un amante del mundo clásico, que encontró en las amazonas la mejor representación de una heroína. No obstante, el origen brindado a la Mujer Maravilla es una máscara que oculta una oscura historia.
1940, los cómics eran la novedad de una juventud, todas las modas tienen sus detractores y las generaciones mayores los vieron como una glorificación del sexo y la violencia. Con el fin de combatir la mala prensa, Maxwell Charles Gaines, fundador de All-American Comics, contrató al doctor en psicología como consultor.
Un misterioso asesor
Marston iba más allá de sus actividades académicas, era un consultor para Universal Pictures, escribía novelas y guiones para películas e incluso se le acredita como el creador del detector de mentiras.
A pesar de sus grandes logros, Marston vivía una vida secreta. En 1925 conoció a Olive Byrne, una alumna de quien se enamoró perdidamente. El psicólogo ya estaba casado con una abogada llamada Elizabeth Holloway y ante la situación le planteó una incómoda propuesta: su alumna podía vivir con ellos o él la iba a dejar. Byrne se mudó poco tiempo después y con cada mujer tuvo dos hijos.
Se dijo que los brazaletes de bronce fueron inspirados por la joyería que Olive Byrne usaba, pero su relación polígama es sólo uno de los temas controversiales que están detrás de la mujer maravilla.
La publicación
Un año después de consultar para Gaines, Marston le dio el borrador de lo que sería su primer cómic. Describía a una amazona con orígenes en la antigua Grecia, donde las mujeres estaban subyugadas con cadenas hasta que se lograron liberar. Se trataba de una historieta para coincidir con el crecimiento del poder de la mujer.
El mismo año fue publicado el primer número de la Mujer Maravilla. Usó una tiara dorada, un top rojo, shorts blancos y unas botas rojas. El cómic ganó popularidad entre los jóvenes, pero algunas mujeres mostraron su inquietud, la heroína en numerosas ocasiones aparecía atada, amarrada, esposada, encadenada y ligada; había algo extraño.
El amor por los nudos
Marston en numerosos textos describió con cuidado y delicadeza escenas de bondage, los detalles eran exactos, una precisión que sólo podría haber alcanzado un amante de la práctica sexual: “¡Los hombres de Marte son expertos! Ponen un collar de metal en WW [Wonder Woman] con una cadena que viene del panel, como si estuviera encadenada en la línea de prisioneros. Tiene sus manos abrochadas a sus pechos con dos brazaletes en sus muñecas”.
Este tipo de descripciones se trasladaban a las ilustraciones y despertaba los deseos de algunas personas, como John D. Jacobs, sargento del ejército que le escribió a Marston una carta: “Soy uno de esos extraños, probablemente hombres desgraciados que obtienen un placer erótico extremo del simple pensamiento de una hermosa mujer, encadenada, amarrada o enmascarada o usando largos zapatos de tacón o botas de cuero”. Con su extraña carta el soldado quería saber si tenía en su posesión los objetos mostrados en la historieta: “la máscara de cuero, o el collar de acero del Tíbet o el grillete griego, ¿usted sólo sueña esas cosas?”.
El psicólogo aseguraba que el detalle de sus descripciones provenía de sus años de trabajo con este tipo de filias, pero la verdad estaba más oculta. El lazo de la verdad, el arma predilecta de la Mujer Maravilla, combinaba perfectamente los mayores intereses de Martson: la verdad y el bondage.
Su amor por la verdad lo demostró al desarrollar el primer detector de mentiras, pero su otro interés lo tenía que mantener oculto. Era un tiempo donde reinaba la moral y debía callar sus gustos. La librera Marjorie W. Huntley era una creyente del poder del orgasmo y antes de conocer a su esposa lo introdujo al bondage.
La relación entre Marston y Huntley continuó por años, incluso cuando ya tenía su relación polígama con Elizabeth y Olive. Los cuatro establecieron una extraña unidad de amor, aunque el psicólogo aseguró que esta “asociación” era un “reporte académico”.
A pesar de su oscuro origen, Marston al escribir el cómic buscaba crear una heroína de la cual todas las mujeres se sintieran orgullosas. El psicólogo cumplió su objetivo y la Mujer Maravilla es un símbolo del poder femenino, sin importar las inspiraciones que la crearon.
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