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LOS OTROS “DAMNIFICADOS” DEL TEMBLOR

Por: Martín Espinoza 31 May 2018
Horas aciagas hemos vivido los mexicanos en las últimas semanas, particularmente durante el pasado mes de septiembre debido ya no […]
LOS OTROS “DAMNIFICADOS” DEL TEMBLOR

Horas aciagas hemos vivido los mexicanos en las últimas semanas, particularmente durante el pasado mes de septiembre debido ya no nada más a la tragedia de la violencia que ya suma una década presente en el país, sino a los fenómenos naturales -tormentas y terremotos- cuya expresión más dramática, por si nos faltara más, ocurrió el pasado 19 de septiembre, justo cuando recordábamos a nuestros muertos tras los sismos ocurridos coincidentemente en la misma fecha, pero hace 32 años.

Sin embargo, vale la pena analizar el comportamiento de los medios de comunicación, que en esta ocasión viven un grave desprestigio y falta de credibilidad en una sociedad mexicana golpeada fuertemente por la corrupción de su clase política, de la mano de la Radio y la Televisión, que hoy atraviesan su peor crisis de las últimas 3 décadas.

Y es que el actual régimen político de nuestro país ha logrado corromper a lo más alto de la estructura de los medios,
principalmente los electrónicos, bajo la “amenaza” de la revocación de concesiones en caso de que se “porten mal” con el actual sistema o con el “dulce” que codician algunos empresarios de ganar las nuevas licitaciones para obtener estaciones de radio y cadenas de televisión a lo largo y ancho del territorio nacional.

Ahí es en donde “renacen” los viejos vicios del actual sistema político a través de los cuales se forjaron en el pasado los llamados “poderes fácticos”, como lo representa una decadente televisora que, debido a varios factores como la competencia, hoy presenta pérdidas de audiencia y, por ende, de millones de dólares, lo que ya pone en riesgo su viabilidad como “negocio”.

Aquí es donde se genera el escándalo mediático surgido hace unas semanas cuando Televisa provocó el repudio social con la farsa de un rescate en una escuela que se derrumbó tras el terremoto del pasado 19 de septiembre en la Ciudad de México: la escuela Enrique Rébsamen, ubicada en la zona de Villa Coapa, una de las más golpeadas por el terremoto que también devastó poblaciones de Morelos y Puebla, principalmente.

Desde la noche del 19, la televisora montó un espectáculo con motivo de las labores de los cuerpos de rescate y de ahí surgió la falsa historia de una pequeña a quien alguien “bautizó” con el nombre de Frida Sofía. Y de inmediato se montaron en el show los conductores de esa empresa que siempre se han caracterizado por ser los protagonistas de las coberturas de noticias de alto impacto, tanto nacional como internacional, al grado de que llegan a sentirse “más importantes” que las propias noticias que aparentemente están “cubriendo”.

Un gran periodista de la radio mexicana, José Gutiérrez Vivó, “eliminado” debido a sus ideas de libertad periodística por el primer gobierno de oposición del país, encabezado por Vicente Fox, en abierto contubernio con Grupo Radio Centro de Francisco Aguirre, siempre advirtió: “El día en que un reportero se vuelva más importante que la noticia, entonces quiere decir que algo estamos haciendo mal en la sociedad”.

Y eso fue lo que ocurrió con la farsa montada por la televisora. Es el resultado de décadas de “intereses supraperiodísticos” que inundan a todos los medios de comunicación en el país. La línea que dan los directivos a sus presentadores de noticias, reporteros y redactores como parte de los “favores” de los gobernantes a los concesionarios y viceversa, ya está haciendo “agua”.

Urge ya establecer nuevas relaciones con ética y profesionalismo entre quienes gobiernan el país, quienes se dedican a la actividad política, y quienes con todo el derecho y la seguridad que dan las leyes invierten su dinero en abrir nuevos medios de comunicación, principalmente los llamados electrónicos. No es posible que sigan “castigando” a verdaderos periodistas cuyo único objetivo es reportar la verdad de lo que ocurre y que puedan contrastar esas informaciones con diversas fuentes para poder confirmar si una versión es fidedigna o producto de otros intereses que no corresponden al de la misma sociedad a la que se deben.

Hoy, en muchas empresas de comunicación, lo que prevalece son los intereses económicos de sus propietarios; no el dar un servicio con ética y responsabilidad a sus lectores, oyentes o televidentes. De seguir como vamos, la sociedad seguirá “padeciendo” información sesgada, manipulada y – sobre todo – encaminada a hacer prevalecer un poder por encima de las instituciones, que valga decir, hoy están más al servicio de otros intereses que del interés de la mayor parte de la sociedad. De seguir así, habrá más casos como el de Frida Sofía.

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POR  Martín Espinosa
@martinespinosa

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