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TURBULENTO INICIO DE AÑO

Por: Martín Espinoza 31 May 2018
En las últimas semanas hemos comenzado a escuchar una serie de inquietudes, principalmente de altos ejecutivos de las empresas más […]
TURBULENTO INICIO DE AÑO

En las últimas semanas hemos comenzado a escuchar una serie de inquietudes, principalmente de altos ejecutivos de las empresas más importantes del país —sobre todo del sector financiero—, en el sentido que en 2018 podrían surgir sobresaltos tras el proceso electoral de mediados de año. Lo mismo advierte el presidente de BBVA Bancomer, Luis Robles Miaja, quien señaló que podría desatarse la volatilidad si las campañas políticas son “estridentes”, y que el proceso para renovar la Presidencia de la República entraña para la economía mexicana un riesgo mayor que, inclusive, un eventual “rompimiento” del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, sobre lo que el director general de Grupo Financiero Banamex, quien reflexionaba sobre el panorama del año electoral: “Al ser 2018 un año electoral, los candidatos presidenciales deben tener un compromiso con la continuidad de la estabilidad macroeconómica y las reformas estructurales aprobadas”. Agregó que un tema pendiente sigue siendo la aplicación del Estado de Derecho, donde no haya impunidad y exista más seguridad para todos, así como combate a la corrupción. La inseguridad, advirtió, puede afectar el consumo de los mexicanos.

 

 

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POR: Martín Espinosa @martinespinosa

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Y es que, efectivamente, todos los factores van de la mano en la búsqueda de dar solución a los grandes problemas nacionales: los políticos con el “desdibujamiento” de los principales partidos y sus futuros candidatos, los económicos con la debilidad que muestran algunas variables financieras y los sociales, que en los últimos años han golpeado al país, como la violencia y la criminalidad, así como la corrupción que tanto nos cuesta.

 

Parece que ya nadie recuerda que a raíz de lo sucedido, principalmente en 1994, con la ola de violencia que salpicó de sangre a la clase política con los asesinatos de Colosio y Ruiz Massieu, y su repercusión en la vida económica que provocó una nueva y, por demás, severa crisis económica, años después los gobernantes comenzaron a decir que lo político ya no afectaría a las finanzas nacionales, porque éstas ya estaban blindadas ante cualquier acontecimiento social. La verdad es que uno de los ingredientes para la estabilidad de la que hablan los líderes empresariales es la confianza: sin ella no hay capitales privados que decidan invertir en el país para generar el crecimiento económico que tanto necesitamos. Y hoy, más que nunca, la confianza de los ciudadanos está amenazada.

 

El temor por lo que suceda en lo político trae arrastrando una serie de inquietudes producto de la brecha —cada vez mayor— entre la clase gobernante y los ciudadanos, que no se sienten escuchados por ella. Aunado a esto, existe la inseguridad, producto del fracaso del modelo que se diseñó desde hace poco más de una década y que no ofrece solución a la corrupción que ha carcomido, principalmente, a las policías locales y al contubernio de algunos gobernantes que han protegido a quienes hoy delinquen sin castigo alguno. De ahí la desconfianza de muchos sectores de la sociedad, e incluso de la comunidad internacional hacia la Ley de Seguridad Interior, recientemente aprobada por los diputados, pero que tal parece tendrá que ser pospuesto su debate en el Senado de la República hasta el próximo periodo ordinario de sesiones que arranca en febrero de 2018. Es el temor, dicen los que se oponen a la iniciativa, a que se “legalice” el combate a la protesta social.

 

Y es que la manera en que concluya el proceso electoral del definirá el rumbo que tome el país los próximos seis años. O será “más de lo mismo”, o México enfilará hacia cambios trascendentales como ya sucede en los ámbitos político y social de Estados Unidos. El país ya no soportaría la misma estructura que hoy prevalece tanto en la clase gobernante como en los círculos empresariales, cada vez más golpeados por la inseguridad y la violencia. Los tiempos que se avizoran para 2018 marcarán, sin duda, el futuro del país, y con ello la manera en que la clase gobernante buscará resolver los retos que enfrentamos.

 

Las próximas generaciones seguramente recordarán el 2018 como el año de las definiciones que marcarán el destino de millones de jóvenes que hoy no encuentran espacios en una sociedad cada vez más excluyente y menos generosa con quienes menos tienen, aunque eso sí, utilizados cada seis años por quienes basan en promesas incumplibles sus campañas políticas. El momento de las definiciones se acerca; 2018 ya está aquí.

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