Sargento Hardcore: El Madrid del sexo fácil
Estaba vacacionando en Madrid, llevaba una semana de paz y tranquilidad. Recuerdo que abrí Tinder y comencé a mandar solicitudes a una gama internacional de chicas a menos de 1 kilómetro de distancia. No recibí contestación alguna, así que entré al baño y durante la ducha comencé a darme placer para bajar un poco la calentura que tenía en ese momento.
Decidí salir a despejarme y tomar unos tragos cerca del departamento donde me quedaba. Caminé unas cuadras y justo frente al metro “Tirso de molina” encontré un bar llamado “Cine Equis”, un enigmático lugar que en sus orígenes llevaba pornografía semanal en Madrid. Hoy en día, es un bar muy famoso en lo que llaman la zona de la Latina.
Pedí un par de tragos, había mucho ruido en el lugar así que salí a fumar un cigarro. Justo antes de terminarlo, una chica llegó preguntándome si era mexicano, a lo que respondí afirmativamente.
¿Cómo adivinó? Nunca se lo pregunté, pero justo comenzamos una interesante conversación, ella era de Madrid y acababa de perder a sus amigos en la fiesta, tenía unas copas de más al igual que yo, creo que eso ayudó a desinhibirnos.
Una pregunta llevó a la otra hasta que de su boca salió un; “vamos a follar, mexicano”. Me quedé callado unos segundos, pero mi respuesta inmediatamente fue que sí, ella sonrió y me dijo que su piso estaba muy cerca del bar, así que comenzamos a caminar mientras me tomaba del brazo.
De reojo podía ver como sus pezones se comenzaban a levantar, no platicamos durante las dos cuadras que caminamos, sólo nos mirábamos con deseo y lujuria. Mi bulto comenzaba a crecer y ella se mojaba los labios mientras apretaba mi mano con fuerza.
Llegamos a su edificio, abrió la puerta y caminamos hacia el tercer piso. Aún puedo oler la madera vieja de las escaleras y el olor a limón de su apartamento. Comenzamos a besarnos lentamente mientras su lengua rosaba la mía, el sabor a vino y licor eran más que excitantes.
Poco a poco fui desabotonando su blusa mientras ella tocaba mi miembro como si fuera el último sobre la Tierra. Aquella española me hacía estremecer con su aliento. Todo estaba en silencio, así que lo único que encendía el momento eran nuestras respiraciones y el mar de sensaciones que aumentaban conforme nos tocábamos. Sus senos eran perfectos, redondos, con olor a limón… y qué decir de sus pezones, rosados y pequeños. Era una diosa esperando ser montada.
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Su húmeda boca se convirtió en la guarida de mi erecto pene y mientras lo comía y rosaba con la lengua, yo la sujetaba por el cabello marcándole el ritmo, conectándonos en aquel momento de placer.
Terminamos por desnudarnos por completo, disfrutando del placer en toda la extensión de la palabra. Sus gemidos eran tan excitantes que no me podía contener y me abalancé sobre su bien lubricada vagina. Primero mis dedos entraron, mis labios apretaban su clítoris mientras pedía más y más. Comencé a penetrarla mientras besaba su cuello y tocaba sus senos, todo al mismo tiempo. Ella se contraía una y otra vez, podía sentirla con fuerza.
Después de varios minutos de estar en ella, se colocó boca abajo y levantó sus nalgas para sentirme aún más, al mismo tiempo abrió un cajón que tenía a un lado de la cama y entre sus cosas sacó un frasco que comenzó a aspirar, ella le llamaba su “toque especial”. Me invitó un poco y apenas pasaron unos segundos cuando el efecto de la droga comenzó, era como elevar las sensaciones en su máxima potencia, mi pene seguía sin parar y los dos nos conectamos; el ritmo, el sudor, el olor, sus labios, todo era simplemente perfecto.
Cambiamos de posición y ella decidió dominar, yo recostado boca arriba disfrutaba de su cabalgada que poco a poco se hacía más y más lenta hasta que terminó por venirse sobre mí. Seguimos durante toda la noche y la penetré de todos los modos posibles, ella lo disfrutó tanto, sus ojos lo decían todo. Terminamos agotados, bebiendo vino tinto y con ganas de seguir por mucho tiempo más…
Las aventuras apenas comienzan, pero eso será otra historia del Sargento Hardcore en la capital del sexo fácil.
Ilustraciones tomadas de la cuenta de Instagram @Pachu_m_torres_art
