Playbill: el método de Scapino

Entre los personajes arquetípicos de la comedia italiana del arte, existe uno con perfil de Playboy llamado Scapino.

Simpático, parlanchín y gobernado por un implacable apetito sexual, se dedica a desvestir a la mayor cantidad de chicas. No es un macho típico mexicano, sino un refinado seductor.

El modelo Scapino ha servido para trazar a algunos de los personajes masculinos más entrañables de la televisión y el cine. Joey Tribbiani, encarnado por Matt LeBlanc, y Barney Stinson, interpretado por el rubio Neil Patrick Harris, representan a dos de los Scapinos más populares de la pantalla estadounidense.

Sobre todo a Barney, quien no extrañamente le profesa una adoración religiosa a Hugh Hefner, su adicción al sexo y las mujeres jóvenes —rehúye por convicción a las mayores de 25 años— lo conduce a situaciones extremadamente divertidas.

Porque Scapino no es un depredador sexual, sino un tipo que como sostiene el novelista Hank Moody, protagonista de la serie Californication, “se enamora de todas las mujeres con las que se acuesta, aunque sea sólo por cinco minutos”.

A los hombres nos obsesiona el sexo. Quizá no a todos a niveles de dependencia, como fue el caso del actor David Duchovny, quien dio vida a Moody, a quien su diagnosticada adicción al sexo e infidelidad crónica le costaron su matrimonio y un periodo en rehabilitación.

Sin embargo, en alguna parte de nuestras vidas nos hemos preguntado: ¿cómo hago para llevármela a la cama?

Se cree que el dinero pavimenta el camino al dormitorio, pero la realidad es el sonido de la caja registradora no resulta tan efectivo si no viene acompañado de una buena conversación.

A la mayoría de las chicas les cautiva mucho más que las divirtamos, las hagamos reír o les contemos una buena historia, porque ellas miran a largo plazo. A un buen amante, tarde o temprano la edad le cobrará la factura. Pero la buena charla no tiene fecha de caducidad.

Existe además el factor diferenciador. Aunque algunas mujeres terminen quejándose de que todos los hombres somos iguales, casi ninguna se resiste a experimentar alguna travesura sexual junto al que es distinto: el que cuenta mejores historias, el que sabe un truco de magia (como Barney), el que dibuja, mete más goles, conduce un auto de carreras, toma fotografías para Playboy o toca la guitarra.

Si revisamos la lista de los conquistadores con más éxitos en su currículo, encontraremos que fueron aquellos que se diferenciaron del resto. No eran necesariamente los más guapos, pero sí los más carismáticos. Igual que Scapino.

Una vez le preguntaron al creador de Playboy cuál era su mejor frase para ligar. Lo que respondió resume en cuatro palabras todo lo que he pretendido explicar en estas líneas:

“Hola, me llamo Hugh Hefner”. ¡Pum!