Mundo virtual: packs por Airdrop

Transcurría un día cualquiera, en una ciudad cualquiera, en un centro comercial cualquiera. Como de costumbre tomaba un café americano, editando videos, viendo redes sociales y disfrutando de aquel momento placentero.

Justo estaba pasando el TL de Instagram cuando de pronto llegó una notificación de AirDrop; “Teléfono X” quiere compartir siete fotografías contigo. “¡Ah, caray!”, fue lo primero que pensé, pero mi curiosidad por saber qué contenido era me hizo aceptar el pack de imágenes.

Como lo sospechaba, siete fotografías de “alguien” completamente desnuda, sin censura. El cuerpo humano en su máxima expresión. De inmediato comencé a buscar miradas, ver si alguien se delataba con una risa de burla o alguna cara de culpabilidad… nadie.

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Nuevamente, después de unos minutos, otra notificación. Una hora después, nuevamente alguien mandó otro pack. Aquel día junté más galerías que descargando imágenes en algún sitio porno. Pero era una realidad, una manera anónima de complacer al morbo. Una nueva tendencia, tal vez un poco más discreta, ya que nunca sabré quién mandó esos packs, pero el simple hecho de saber que se encontraba a pocos metros de distancia, incrementaba mi morbo por regresar una, o dos, o tres veces por semana a ese café.