Libros al desnudo: Pensando las elecciones
El mundial de fútbol de Rusia 2018 se atravesó en el presente periodo electoral como un chorro de agua fría que se vierte sobre un fuego que arde con fuerza pero que sin embargo no se apaga. Y tal vez es bueno ese respiro, pues venimos de campañas vertiginosas, de ataques y descalificaciones, de propuestas carentes de metodología para ejecutarlas, de debates más parecidos a programas de comedia que a espacios de propuestas, de un hartazgo hacia los partidos y el estereotipo del político que nos ha gobernado desde siempre; también de la esperanza depositada en un hombre al que muchos odian y otros aman. Estamos tan sólo a unos días de las elecciones para decidir quien será nuestro próximo presidente de México (además de un montón de gobernadores, presidentes municipales, diputados locales, federales y senadores) y muchos concuerdan en que vivimos una de las elecciones más complejas de la historia de nuestro país, en las cuales destaca la híper información que ha provisto al mexicano de la posibilidad de hacerse de un punto de vista que lo incline por tal o cual personaje. Lo anterior –la información y los medios- ha generado por primera vez en muchos años, personas con amplias perspectivas políticas que pueden –y deben- convertirse en argumentos para un voto razonado. Esta semana en #LibrosAlDesnudo recurrimos a la percepción de algunos destacados artistas, quienes nos comparten cómo han vivido el proceso electoral, qué piensan de él y lo que creen se avecina para el 1 de julio. Probablemente, estimado lector, en las palabras de estos escritores, ilustradores y pensadores, podrá verse reflejada su propia opinión.
Juan Pablo Villalobos. Escritor.
Estamos, otra vez, como cada seis años, ante la oportunidad “histórica” de cambiar las cosas. En realidad, la dichosa historia ya debería de habernos enseñado que ese cambio no va a llegar así, con la elección de un héroe que por fin transforme a la patria. Pero no hemos abandonado, desgraciadamente, la visión caudillista que nos heredó la Revolución. Desde mi punto de vista, en esta elección había que elegir (Villalobos radica en el extranjero y por lo tanto ya emitió su voto) entre anular el voto o votar a López Obrador. Percibo cierta “superioridad moral” en aquellos que se dicen hartos del PRI y del PAN pero creen que Morena no está a la altura de sus expectativas y han decidido anular su voto. Quizá López Obrador sea el último de los caudillos, quizá pueda convertirse en nuestra última decepción, y quizá después de él, dentro de seis años, llegue el cambio de verdad. O no.
Luciano Concheiro. Escritor y filósofo.
En el libro “A nuestros amigos”, escrito por el Comité Invisible, se lee: “Las elecciones forman desde hace dos buenos siglos el instrumento más recurrido, después del ejército, para mandar a callar a las insurrecciones”. ¿Será cierto?
Fernando de Anda. Caricaturista.
Como humorista he visto el proceso electoral entre grotesco e hilarante: los delirios sanguinarios de El Bronco son para el Museo de la Tortura; quisieron mostrarnos a Meade como un funcionario responsable y cabal, pero no pasó de ser el “godínez” de los chistes. Anaya tenía en un principio el perfil del joven villano calculador y alevoso, pero lo recordaremos siempre como “Ricky, riquín, canayín” (una especie de Chicken Litle leyendo a Maquiavelo); el Peje Súper Estrella, que con su AMLOmanía demuestra que la lucha social también puede ser muy cursi como las canciones de Belinda e intolerante como cualquier guadalupano. En fin, todo un teatro de lo absurdo el cual nos sale carísimo. Creo que para el 1 de julio la mesa está puesta para que gane López Obrador. Eso puede ser muy bueno para los que nos dedicamos al oficio de la sátira. No necesariamente para el resto de la sociedad.
Fernando Llanos. Cineasta.
México vive tiempos difíciles, mucha sangre y devastación. En este contexto las elecciones suenan a una esperanza para el cambio, abren una expectativa en la mente de los creativos que nos gusta imaginar otros Méxicos posibles. Aún a sabiendas de que el cambio no vendrá de una persona ni de un partido, sino del cambio de conciencia que se logre orquestar en la ciudadanía, estos momentos se viven con cierto entusiasmo porque se vislumbra el fin de una época de corrupción e impunidad. Ya veremos en un futuro qué tanta razón tenían nuestras actuales sonrisas. Mientras tanto celebró que los temas se hayan fijado sobre la mesa. Me gustó ver las múltiples menciones de hartazgo, ánimo y optimismo en el país en los premios Ariel. México tiene que renacer en este inmenso charco de sangre derramada.
Alberto Chimal. Escritor.
He evitado en lo posible seguir la campaña electoral de estos últimos meses. El grado de tribalismo y degradación general de la discusión pública es muy desalentador y cuesta encontrar información fiable (y más aún hacer eco de ella) cuando hasta las fuentes más respetables son objeto de troleo por propagandistas de todas las tenencias, o por personas meramente ignorantes o fanatizadas. Aunque no me parece que hayamos llegado aún a los niveles de irrealidad y polarización de, por ejemplo, la escena política estadounidense –a fin de cuentas mucho más alienada que la nuestra-, me temo que vamos para allá. Aparte ya sé por quién voy a votar, pienso que las elecciones son sólo una herramienta de la acción política entre muchas otras y desconfío mucho de los gestos políticos satisfactorios para quien los lleve a cabo pero a la vez inútiles, como la anulación del voto. (Curiosamente, decir esto último –que descreo del “anulismo”- me ha costado más amistades que declararme en contra de tal o cual partido. No sé si es algo significativo.)
