Extasionamiento: Lo que hay detrás de una sesión de fotos de Playboy

¿Cuándo me invitas a una sesión de fotos de Playboy? Quizá sea la pregunta que más se nos hace a quienes trabajamos aquí. Quienes la formulan han de imaginar que una sesión de fotos de Playboy se parece a la escena de “Eyes wide shut” en la Tom Cruise acude a una sofisticada orgía de enmascarados. En la que deambulan bellísimas ninfas de carnes rosadas de cuya mano se puede ascender al Cielo.

Nada más alejado de la realidad.

Aunque una sesión de fotos para Playboy efectivamente involucra la tarea de observar durante varias horas el cuerpo sin ropa de una o varias mujeres, se trata de una tarea no exenta de contratiempos y vicisitudes.

Hay que empezar por decir que la primera sesión de fotos de Playboy, la que dio origen a la marca, ni siquiera fue una sesión de fotos para Playboy. Las imágenes de Marilyn Monroe que Hugh Hefner publicó en la edición inaugural de la revista, originalmente pertenecían a un fotógrafo neoyorkino llamado Tom Kelly, que las había hecho para ser publicadas en un calendario. Hef tuvo la buena fortuna y la visión de adquirirlas y así comenzó a tejerse la gran leyenda. No existe documentación que prueba que alguna vez él y Norma Jean Baker, nombre de pila de la Monroe, se hubieran saludado en persona.

Las sesiones de fotos de Playboy contienen un algo grado de fantasía. La misma de la que un mago se vale para adivinarnos la carta. Porque hay situaciones que no se pueden controlar. Por ejemplo, el clima. Me cuenta nuestro Editor de Fotografía que más de una vez un inesperado aguacero ha echado por tierra las previsiones que se tomaron para realizar un shooting en la playa. A eso hay que sumar inconvenientes como que la luz del amanecer –una de las más bellas estampas de costa– dura apenas unos segundos. Por lo que un fotógrafo no cuenta con una segunda oportunidad de disparar.

Siempre le pregunto a los acomedidos que se apuntan para ir a una sesión de fotos de Playboy si están dispuestos a dejar de comer durante un día. Porque debido a la inflamación natural que procede a la digestión, algunas modelos prefieren no consumir otra cosa que agua. Así sus vientres lucirán planos como se pensaba en la antigüedad que era la superficie de la tierra. Sería de muy mala educación zamparnos una hamburguesa delante de ellas, así que por regla común el crue se resigna a practicar el mismo ayuno que las chicas.

Las sesiones de fotos de Playboy duran entre 6 y 12 horas. Participan además del fotógrafo y sus asistentes, un maquillista, un peinador y un coordinador de vestuario. ¿Vestuario en Playboy? Sí, porque los brazaletes, aretes, coordinador de lencería y zapatos cuentan como tal. Su trabajo es darle continuidad a la imágenes. Así como en las películas se procura que si un persona tiene una pistola en la mano, esta no desparezca mágicamente en la próxima escena, en las sesiones de fotos hay que poner atención a otros detalles.

Una vez no nos percatamos que en la suela de un zapato había un chicle y después tuvimos que borrarlo digitalmente.

A lo largo de una década me ha tocado realizar sesiones de fotos de Playboy en restaurantes, hoteles boutique, un escampado abierto lleno de pavorreales, un edificio histórico en el que hay una grabación con la voz de Porfirio Díaz, en medio de una fábrica en la que los obreros seguían trabajando, una discoteca vacía, una tienda de discos, la playa, el bosque, una hacienda, la oficina de Playboy, un autódromo, el desierto, un bar de stand up comedy, un camerino con todo y banda de rock, una vecindad en el barrio bravo de Tepito, una caballeriza, una escuela y la cima de una edificio, con la modelo sin ropa acomodada en el balcón con el abismo a sus espaldas.

Cada nueva sesión de fotos de Playboy nos sorprende. Y quién sabe, tal vez en el fondo, yo también espero que alguna vez sea como una escena “Eyes wide shut”.

Hasta la fecha, no ha sucedido.