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El rayalibros: Notre-Dame en llamas

Por: Adán Medellín 20 Ene 2020
Leí la historia de Quasimodo y Nuestra Señora de París a mis 16 años, durante unos cursos de lengua y […]
El rayalibros: Notre-Dame en llamas

Leí la historia de Quasimodo y Nuestra Señora de París a mis 16 años, durante unos cursos de lengua y literatura francesa. Los alumnos debíamos exponer un tema de cultura gala para aprobar y pensé que teniendo los referentes populares a la mano –versión Disney incluida­– sería algo sencillo.

Me equivocaba, pero de qué se trata la vida y el aprendizaje sino de salir de los apuros en que nos metemos por nuestra ignorancia y sus malentendidos. Tratar de exponer la novela monumental de Victor Hugo fue una experiencia que me marcó y me enfrentó a uno de los prosistas más grandes de las letras francesas, a un rico vocabulario desconocido y a una reflexión histórica sobre el arte gótico, del que yo sabía muy poco.

Publicada en 1831, “Nuestra Señora de París” (Notre-Dame de Paris) era todo menos la versión dulzona de Disney. Con un prefacio sobre la fatalidad que articula a sus personajes, el París medieval veía el encuentro de Esmeralda, una gitana; Frollo, un archidiácono; y Quasimodo, un jorobado que asiste a Frollo y vive encerrado entre las oscuridades de la catedral. A ellos se suman los lances del capitán Febo y de un estudiante, Pierre Gringoire.

Spoiler: Febo carece de la virtud y la simpatía de la versión de Disney, Esmeralda verá la peor de las suertes por negársele a Frollo, Quasimodo matará y amará sin ser amado. Además, La Corte de los Milagros es uno de los grandes hallazgos en la narrativa de Victor Hugo, que creó un emotivo (y romantizado) retrato de una sociedad de marginados, criminales y desplazados entre los habitantes del lado oscuro y callejero de París.

Esta novela gótica, histórica y de tintes sociales evoca la visión monumental de la sociedad parisina en formación, unida alrededor de ese símbolo condensado del universo y lo perpetuo que es la majestuosa Catedral de Notre-Dame, iniciada en 1131 y terminada en un primer momento en 1345, como símbolo de los poderes de Dios en la Tierra, punto de partida de todas las distancias en París y visitada por 13 millones de personas al año.

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AFP

Además de un hito religioso, Notre-Dame es rica en historia, en belleza arquitectónica y  reconocimiento popular. Sitio de coronaciones, beatificaciones, misas de Papas e incluso de crímenes y tragedias, como la de Antonieta Rivas Mercado –compañera de ideas de la intelectualidad mexicana de los años 20 junto a Xavier Villaurrutia o José Vasconcelos–, actriz, escritora y activista política mexicana que se suicidaría en 1931 en el recinto.

Las imágenes de Notre-Dame en llamas y la caída de la aguja del templo conmocionaron a un mundo que ha dudado de sus dioses, pero persiste en la nostalgia de su espiritualidad y de los sitios que construyó para conectarse con las fuerzas invisibles que nos rodean. ¿Qué será de este patrimonio cultural del pueblo francés, de Europa y del mundo? ¿Qué podremos recuperar de su fuerza y de su legado?

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