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Mujer Luna Bella, la hipocresía y la literatura

Por: Iván Montejo 19 Oct 2018
Mujer Luna Bella presentó su primer libro y los ataques no esperaron, pero esos insultos evidenciaron más a sus perpetradores que a la nueva escritora
Mujer Luna Bella, la hipocresía y la literatura

Proceso presentó en la Feria del Libro del Zócalo su última primicia, la autobiografía escrita por Verónica Meléndez, mejor conocida como Mujer Luna Bella. Los ataques no se hicieron esperar:

“WOW! Qué logro! Como si el rebotar de verga en verga fuese equivalente a un premio nobel. Puta repugnante. La globalización es aterradora. Ya lo dijo Vladimir Putin. Cuantas retrasadas ninfomaníacas saldrán del closet?”, “Pinche vieja piruja ahora resulta que es toda una caudillo por abrir las patas”, “Ami mi gusta verla cogiengo porque para leer su libro que hueva si ya le viste el culto para que quiere uno leer sus mamadas”, “Qué tiene de cultura general o best seller? para qué esté en la FIL? qué verdadera vergüenza qué esté tipo de personas esté en tan grande celebración cultural”, “Que va contar luna bella en su libro? Las ETS o la cantidad de vergas que ha probado” [sic].

 

 

Verónica Meléndez

“¡Es una puta que se hizo famosa por desnudarse en el metro de Monterrey!, ¡Es una zorra YouTuber que nada más sabe dar consejos de cómo tragar semen!  ¡Una prostituta que sólo quiere fama!”; todos los ataques que recibió Verónica Meléndez tenían el objeto de recordarle su lugar como puta, ¿cómo se atrevía a retar ese juicio?

Marcela Lagarde y de los Ríos, doctora en antropología, escribió que el término puta“[…] es un concepto genérico que designa a las mujeres definidas por el erotismo, en una cultura que lo ha construido como tabú para ellas.”1 Mujer Luna Bella decidió hacer suyo su erotismo y la sociedad que la rodea decidió juzgarla por su atrevimiento, ella no puede ser madre, hija, esposa, novia amiga, vecina o escritora; es una puta y así se debe mantener.

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Proceso sabía lo que iba a generar el anuncio, una editorial que ha centrado toda su línea en el ámbito político, dándole un espacio a una actriz porno era algo que iba a causar polémica, y no tardó en llegar. George Orwell escribió respecto a los libros controversiales lo siguiente: “[…] se les juzga antes de leerlos, de hecho, antes de que se escriban. Uno sabe de antemano qué acogida van a tener en cuáles diarios. Y sin embargo, con una falta de honradez que suele no ser consciente ni siquiera en una cuarta parte, se mantiene la ficción de que se aplican normas literarias auténticas.”2

El escritor inglés calificó a estos prejuicios como “una falta de honradez” e hizo referencia a los críticos literarios. En esta ocasión tenemos ante nosotros a una muchedumbre amorfa que utiliza su sentimiento visceral como una norma literaria auténtica; como si el libro acapara todas las imprentas del país, como si la editorial Proceso no hubiera presentado Los buscadores (un texto que muestra la terrible lucha que implica encontrar a un familiar “desaparecido”), Mujer Luna Bella para ellos es muestra de la peor calaña de la tierra.

La hipocresía de la turba

Los comentarios no tendrían ninguna hipocresía si viviéramos en el Massachusetts del siglo XVII, donde un “pecado” podía llevar a una mujer a la hoguera condenada por brujería. Sin embargo, vivimos en una sociedad que presume su liberalismo; en el mismo artículo Orwell aseguró que “Somos todos buenos demócratas, antifascistas, antimperialistas, despreciativos de las diferencias de clase, impermeables al prejuicio racial”.

 

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Una sociedad que aparentemente dejó de ver a la masturbación como un pecado, que acepta la pornografía como algo natural y que no tiene ningún problema en que los jóvenes tengan educación sexual. En esa misma comunidad, que aparenta haber superado el estigma que implicaba el sexo, se encarga de lanzar un ataque amorfo a una mujer y a una editorial por atreverse a abordar la sexualidad.

“¡El porno y el sexo es algo sucio que no debe ser tomado en serio!”. Sus prejuicios les nublan la vista, no les deja ver la hipocresía que cubre sus comentarios. La turba pronto se aburre de atacar a su presa, se viene tras escribir sus lanzas virtuales y detrás de esa pantalla que les da el anonimato buscan en Pornhub un video que les ayude a sacar su frustración, siempre protegidos  por su doble moral.

La literatura

Otra parte de los ataques se centraron en Proceso, concibieron que ya no podía ser una editorial de prestigio si se le daba un espacio a Verónica Meléndez, una actriz porno y YouTuber. Se convirtieron en los nuevos inquisidores, perseguidores que juzgan de lo que se debe escribir.

No importa la calidad del libro de Verónica, ella no tiene nada que aportar y no se puede aprender nada de su vida. No se dan cuenta que el sexo y la pornografía es algo que nos ha acompañado desde el principio de los tiempos, un aspecto que ha sido oculto por sus mismos comentarios, un tabú que al parecer jamás dejará de serlo.

 

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Inquisidores, hogueras y cacería de brujas, eso es en lo que se ha convertido buena parte de las personas en las redes sociales. Antes las personas se hacían anónimas en las turbas que exigían la cabeza de una mujer que había asumido su sexualidad, ahora las redes sociales las convierten en fascistas sin cara. ¿Quién será su próxima víctima?

  1. Marcela Lagarde y de los Ríos, Los cautiverios de las mujeres: madresposas, monjas, putas, presas y locas.
  2. George Orwell, “Los escritores y Leviatán”
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