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¿Los drones se llevarán nuestros trabajos?

Por: Hiroshi Takahashi 25 Sep 2018
Utilizar drones para transportar mercancías de un lado a otro del planeta parece tener más futuro que otras profesiones, por lo que muchos deciden serlo
¿Los drones se llevarán nuestros trabajos?

Les quería hablar de sexo, porque eso me sugirió mi editor, pero otra historia me sorprendió más en las últimas semanas. Un tema que no se me va de la cabeza y que da cuenta de cómo la tecnología está transformando antiguas formas de subsistencia, incluso en los rincones más apartados de este mundo. Estoy pensando en los drones de Jindong, que transportan hasta 15 kilogramos de mercancía a una distancia de 20 kilómetros, y se utilizan especialmente para entregas difíciles en zonas rurales de China. Lo que me alteró fue un texto de The New Yorker, que narra cómo llevan productos frescos hasta las villas más remotas de esa nación los repartidores de esta empresa, auxiliados por estas naves a control remoto. Productos tan frescos como cangrejos vivos, o tan originales como lo deben ser los relojes de 30 mil dólares. Esa es parte de la garantía de esta firma que es mejor conocida como JD.com, la tercera compañía de tecnología más grande del mundo por sus ingresos, solamente por detrás de Amazon y de Alphabet.

La historia de Jiayang Fan y de muchos otros reporteros que han tenido la fortuna de atestiguar este fenómeno indica que los de JD tienen un centro de control de drones en una ciudad llamada Suqian. En ese pueblo, en realidad en toda China, hay un gran movimiento de jóvenes en busca de una oportunidad de empleo y, como ha probado la compañía, de un futuro mejor, desempeñando labores que hasta hace unos años eran una fantasía de novela de ciencia ficción. Ese centro de control de naves de hélices de diversos tamaños tiene mapas que indican por dónde andan volando y dejando cajas cargadas de mercancía para que los repartidores la tomen en sus centros de almacenamiento y desde esas bases a distancia salgan a recorrer caminos de terracería y brechas en las montañas para llevar, desde leche y pañales para bebés, hasta delicias del mar que unas horas antes nadaban en alguna costa cercana.

Jiayang Fan cuenta que hay un cuarto como café de esos especializados en videojuegos, de los que abundan en Asia y que en América no se ven, con docenas de jóvenes pegados a las pantallas. Así describe los centros de entrenamiento para pilotos de drones. Las pantallas, dice, muestran animaciones de quadcopters que parecen borrachos mientras tratan de aterrizar suavemente en sus pistas especiales (algo que puede solucionarse con un techo y una manta de colores brillantes).

Ser un piloto de drones implica una preparación exhaustiva de tres meses, y cada estudiante paga unos dos mil dólares (unos 40 mil pesos), cuenta Fan en The New Yorker, para aprender de un instructor experto. Aclaran, antes de aceptarlos, que las clases no implican contrataciones o favores para conseguir trabajo.

Los pilotos de drones de JD saben que hay más futuro repartiendo mercancía a distancia y con la gracia de un ave, que tomando fotos y videos de bodas. Bueno, esto da vueltas en mi cabeza, pues el llamado Amazon de China ha logrado generar una cadena de reparto que implica llevar la mercancía de un supermercadogigante, a lugares en donde ni a tienditas llegan. Usan a los habitantes del lugar como gerentes y representantes de ventas para ganar confianza, crean bodegas en sus hogares y en los techos o terrenos limpios, crean bases de aterrizaje de drones. Hasta cuatro veces al día les mandan lo comprado en internet por su comunidad. Todo cae del cielo. Un modelo de negocio que si quisieran, ya podrían estar implementando en México muchas empresas grandes y pequeñas, que saben que esta idea de negocio puede darles más dinero que usar los drones para matar el tiempo o tratar de contrabandear armas y drogas en las fronteras, o los penales (o reitero, más dinero que tomando videos de bodas en jardines). Es radicalmente acercar tecnología y mercancías del mundo moderno a los rincones a los que no aparecerá de pronto un Walmart o donde ni la Coca-Cola se quiere meter. Yo les quería hablar de sexo, pero mi mente anda más metida en esto, que en cualquier cosa que implique contacto con humanos. Si te pasa lo mismo, creo que también tienes un problema. Tanta inteligencia artificial y el uso de teléfonos y computadoras nos tienen hechos unos estúpidos insensibles, robots de caricatura que solamente piensan en la cópula entre máquinas y humanos.

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